Cincuenta años después de la histórica ambientación que Marta Minujín realizó junto a Rubén Santantonín en mayo de 1965 en el Centro de Artes Visuales del Instituto Torcuato Di Tella, el Moderno se convierte en escenario y testigo de una reconstrucción fiel que se despliega dentro de un espacio de 400 metros cuadrados en el primer piso del Museo.
La Menesunda -"mezcló", "confusión", en lunfardo- consistía en una estructura laberíntica que incluía un recorrido por once situaciones y se organizaba a partir de una secuencia de espacios cúbicos, poliédricos, triangulares y circulares, recubiertos por diferentes materiales, que generaban estímulos multisensoriales en el visitante.
La Menesunda según Marta Minujín recuperó el conjunto de relaciones materiales, sensoriales y simbólicas que hicieron posible su existencia en 1965. Fue una experiencia de ruptura respecto a los lenguajes visuales de la década. Durante medio siglo se fue cargando de múltiples significaciones y relecturas, hasta transformarse en una obra central del imaginario cultural argentino. El Moderno propusó una experiencia que apunta a repensar la carga legendaria depositada en la obra original. De esta manera, la reconstrucción realizada en 2015 invita a hacer nuevas lecturas del pasado, pero también despierta reflexiones y sensaciones en un contexto contemporáneo.
Realizada en 1965 con la colaboración de los artistas Pablo Suárez, David Lamelas, Rodolfo Prayón, Floreal Amor y Leopoldo Maler, La Menesunda -según dijeron sus creadores- no era obra ni happening, tampoco espectáculo. Era pura experiencia y provocación. Un proyecto de una magnitud descomunal que se convertiría en el escándalo del año, pero también en uno de los grandes hitos de la historia del arte argentino. Como declaró Minujín, ícono del arte de vanguardia de la Argentina en la década del 60 y acérrima cuestionadora de las normas y modalidades establecidas del arte: > “La Menesunda fue un hecho histórico. Miles de personas fueron en aquel momento, revolucionó todo Buenos Aires. Era un recorrido a través de situaciones que buscaban sorprender y sensibilizar al espectador para ser participante”.
La Menesunda se presó como testimonio cultural de una década de renovación absoluta en los lenguajes artísticos, los modos de circulación y legitimación de las producciones de los artistas, y también las maneras en que los nuevos públicos consumieron y procesaron las obras de la vanguardia. > "Luego de dos semanas, la pieza se desintegró, y su rastro quedó sólo en los diarios y en el cuerpo de aquellos que la transitaron. La Menesunda fue, no tanto un punto de partida, sino el cierre de un capítulo que abre la puerta al siguiente episodio de la historia del arte argentino", concluye Sofía Dourron, integrante del área de Curaduría del Moderno y autora de textos del catálogo de la exposición.
El proyecto de reconstrucción de La Menesunda -realizado a partir de documentación, fotografías, videos, notas de prensa, material audiovisual y testimonios de los artistas que colaboraron con Minujín y Santantonín en la pieza original de 1965- implicó un trabajo conjunto de los departamentos de Curaduría, Diseño y Producción de Exposiciones, y Conservación del Museo, junto a Marta Minujín, quien acompañó cada etapa de su desarrollo.
Pudo visitarse en Avenida San Juan 350, de martes a domingos y feriados de 12 a 18 h. Entrada general: $20. Martes gratis.
La capacidad fue limitada y el ingreso por orden de llegada. El cupo de 500 personas por día y las entradas fueron entregadas desde la apertura del Museo hasta agotar la cantidad de entradas diarias. La obra no fue apta para: Menores de 16 años, personas con claustrofobia, personas con insuficiencia cardíaca, personas con movilidad reducida. A lo largo de la exhibición hubieron escaleras empinadas, espacios de circulación reducidos y pisos blandos.