Hay un "rincón de los sueños" en el Hospital Tornú y está lleno de libros para que los chicos puedan recrearse durante su ingreso en el servicio de pediatría de este tradicional establecimiento de salud porteño.
Es que el Tornú cuenta desde hace 14 años con un Programa de Promoción y Acceso a las Lecturas que se lleva a cabo a partir de su Biblioteca "El rincón de los sueños", en la que pueden encontrarse 5 mil libros diferenciados por edades, muchos de los cuales fueron donados por los propios pacientes.
Allí, quien lo desee, puede acceder a lecturas muchos autores; los más consultados son los de primer acceso a la lectura y los cuentos de escritores infantiles argentinos como María Elena Walsh, Liliana Bodoc, Elsa Bornemann, Graciela Montes o Gustavo Roldán.
El Programa funciona en distintos escenarios del Servicio de Pediatría: en la Biblioteca, pero también en la sala de espera y en los grupos de crianza con bebés y sus familias. Todo aquel que ingresa al Servicio de Pediatría del Hospital tiene acceso a la Biblioteca y los libros también se prestan a domicilio.
También se incorporó hace trece años un Taller de Escritura que se lleva a cabo en la sala de espera y en la sala de la Biblioteca del Tornú, donde se realizan diversas actividades de lectura, escritura y juego.
En ese espacio se comparte una experiencia transdisciplinaria de lectura y escritura conceptualizada como un dispositivo dentro de un sistema de salud en relación con el proceso de salud-enfermedad-atención. Médicos, enfermeros, psicoanalistas, trabajadores sociales, residentes de educación para la salud, mediadores y, en algunas ocasiones, profesionales del área de letras conforman un equipo interdisciplinario.
La Sala de Espera como un lugar de encuentro con las palabras
Para valorar la palabra en la Sala de espera del Hospital, en el espacio de la Biblioteca se trabajan distintos tipos de textos, las historias propias y las comunes, las que se recrean cuando se cuentan y las que están escritas y se leen.
Es que en la Sala de Espera de los hospitales suele ser un espacio donde, sin ser nombrada, opera una cultura institucional verticalista, en la que la palabra como expresión del saber de los pacientes no es esperable que surja, más que frente a las preguntas del equipo de salud.
Por eso, el trabajo en Sala de Espera se fue generando junto con la comunidad a partir de interrogarse sobre la lectura de representaciones y prácticas. El espacio se fue transformando dando lugar a la valorización de la palabra de los padres y de los niños, de las historias familiares, de las costumbres. En este marco surgió el Programa de Promoción de las Lecturas, de la población y del equipo de salud.
Este proyecto se lleva adelante con la idea de que la atención no comienza cuando el profesional abre la puerta del consultorio, poniendo así también en relieve cuestiones de visibilidad e invisibilidad. En este marco, la Sala de Espera se convirtió en un lugar donde compartir y poner en cuestión distintas lecturas de la realidad a partir del intercambio de saberes y estrategias. Se entiende a la lectura no necesariamente como una actividad solitaria, individual y privada, sino que tiende lazos entre el lector y su mediador, y también se relaciona con la inscripción en un espacio social.