En medio de la oscuridad que la pandemia mundial trajo consigo, el artista Eduardo Gualdoni encuentra en los árboles y, a través de su dominio de la disciplina del dibujo, no sólo una fuente de inspiración, sino también un refugio desde el cual abordar temas urgentes como la deforestación, los incendios forestales y la pérdida del hábitat para especies vegetales y animales autóctonas.
El artista ha canalizado sus habilidades excepcionales como dibujante y pintor para capturar la majestuosidad de los árboles en su forma más íntima y poderosa.
Sus obras son un intento de llamado a la acción, una manera de conectar con la naturaleza en su forma más vulnerable y, al mismo tiempo, resiliente. Algunas ramas devienen neuronas, otras venas, símbolos de fortaleza y perseverancia, dando lugar al pensamiento esperanzador. Otras, con la utilización de colores cálidos y nombres que remiten al fuego, se inclinan más hacia la insensatez del humano y sus consecuencias.
A partir de la pandemia, este creador encontró una nueva forma de trabajar adaptándose a las limitaciones impuestas por el confinamiento. Desde la ventana de su estudio, observaba los grandiosos plátanos que se alzan en su vecindario. Largas caminatas por el parque Lezama se convirtieron en una fuente inagotable de inspiración. Cada árbol cuenta una historia, cada hoja sostiene el eco de un mundo en transformación.
Gualdoni nos invita a mirar más allá de la superficie. Sus obras de la serie Bosques son un recordatorio de la belleza de la naturaleza, así como de la responsabilidad de nuestra huella. Este artista plástico ha encontrado en los árboles un lenguaje que trasciende las palabras, un diálogo que nos insta a contemplar el mundo que compartimos.
Matilde Marín
