Lunes 16 de Marzo de 2015

Confesión pública de Francisco

El Papa participó de la ceremonia "24 horas para el señor". Ante una multitud de cardenales, obispos, sacerdotes, religiosos y fieles, anunció la convocatoria a un Año Jubilar de la Misericordia.

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Las “24 horas para el Señor” comenzaron en el Vaticano con una celebración penitencial celebrada por el Santo Padre en la basílica de San Pedro. Allí, ante una multitud de cardenales, obispos, sacerdotes, religiosos y fieles, anunció la convocatoria a un Año Jubilar de la Misericordia. Al concluir el rito, Francisco se confesó en público, como lo había hecho el año anterior.

La celebración presidida por el Papa comenzó poco después de las 17. En adhesión a la jornada, varias iglesias del centro romano abrieron sus puertas a partir de las 20 para recibir peregrinos con intención de rezar frente al Santísimo Sacramento y recibir el sacramento de la reconciliación. Lo mismo sucedió en otras partes del mundo, incluida la Argentina.

En su homilía, el Santo Padre recordó que las puertas de la Iglesia “permanecen abiertas, para que quienes son tocados por la gracia, puedan encontrar la certeza de su perdón”.

El obispo de Roma contó que piensa frecuentemente en cómo la Iglesia puede hacer más evidente “su misión de ser testigo de su misericordia”, un camino -aseguró- que comienza con una conversión espiritual.

En medio de su prédica, anunció un Jubileo extraordinario que tendrá en el centro de su reflexión la misericordia de Dios. “Será un Año Santo de la Misericordia”, puntualizó, y adelantó que comenzará en la próxima solemnidad de la Inmaculada Concepción, el 8 de diciembre, y finalizará el 20 de noviembre de 2016.

El Santo Padre se mostró además convencido de que “toda la Iglesia podrá encontrar en este Jubileo la alegría para redescubrir y hacer más fecunda la misericordia de Dios, con la cual todos estamos llamados a dar consolación a cada hombre y cada mujer de nuestro tiempo”.

Luego del rito penitencial, el Santo Padre se dirigió a la zona de los confesionarios y nuevamente se reclinó frente a un sacerdote para confesar sus faltas y pedir la absolución de los pecados. Al concluir, ocupó otro de los habitáculos e impartió el sacramento a algunos laicos que esperaban en fila.

Fuente: Aica