Los gatos tienen un instinto natural de arañar y rascar diferentes superficies. Esta conducta es necesaria para el mantenimiento de sus uñas, el estiramiento muscular y para marcar el territorio dejando señales comunicativas: visuales (arañazos) y olfativas (por las glándulas interdigitales). Es así como a veces nos cuesta mucho lograr que respeten el tapizado de sillas, sillones y otros muebles de la casa. Para evitar esto, el uso de un rascador es la mejor opción.
Algunos gatos adoptan el rascador por iniciativa propia, pero hay otros que se resisten a su uso. Si tu gato es uno de esos, acá te damos algunos consejos para que tengas en cuenta:
Rascá vos mismo sobre el rascador: Lo ideal será hacer bastante ruido al rascar y mantener al gato cerca para que nos vea. Tomalo como un juego con tu gato.
Mové el rascador: Podés comenzar ubicándolo cerca de los lugares donde ya rasca y luego ir moviéndolo de manera progresiva hasta ubicarlo en donde lo desees. Cuando lo utilice dejará su huella, impregnándolo con sus feromonas, lo que le hará reconocerlo y seguir usándolo aunque lo cambies de lugar.
Elegí un lugar tranquilo: Tené en cuenta que rascar es parte de su rutina, relacionada con dormir y relajarse. Lo ideal será entonces no situar el rascador cerca de su comida o bandeja sanitaria, sino cerca del lugar donde duerme o alguna zona que él considere suya y quiera tener marcada.
Premialo: Podemos reforzar el uso del rascador acariciándolo, dándole alguna golosina o juguete que le guste. Lo ideal es hacerlo rápido, sino no asociará las dos acciones y no servirá de nada.
Probar y probar: Es fundamental ofrecer al gato un rascador que le guste en cuanto a material y orientación (hay verticales y horizontales), no a todos les gusta lo mismo. ¡Animate a probar uno para el tuyo!
