Viernes 22 de Noviembre de 2024

Decidir con datos: claves para una educación informada en la evidencia

Con motivo de la edición de noviembre de Panorama Educativo, el jefe de Gabinete de la Unidad de Evaluación Integral de la Calidad y Equidad Educativa (UEICEE), Jonathan Modernel, reflexiona sobre los desafíos que nos propone la utilización de datos para la toma de decisiones basadas en evidencia en los ámbitos educativos.

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¿Qué tan importante es la información que usamos para decidir qué pasa en nuestras escuelas? ¿Cambian las decisiones de política educativa frente a determinados datos? ¿Qué efectos tiene sobre la gestión escolar y los aprendizajes de los/as estudiantes presentar resultados de evaluaciones a directivos/as y docentes? Desde la Unidad de Evaluación Integral de la Calidad y Equidad Educativa (UEICEE) desarrollamos distintas estrategias para promover el uso de datos y resultados de evaluaciones como insumo para la planificación de mejoras en los aprendizajes, en línea con el Plan Buenos Aires Aprende. Por ello, trabajamos en disponibilizar la información como base para la reflexión y el diseño e implementación de políticas públicas equitativas y de calidad.

Desde hace ya varios años, sabemos que la toma de decisiones de cualquier tipo está condicionada por una inmensa variedad de factores. Los más relevantes: la información con la que contamos la forma en la que está presentada y nuestros propios sesgos, ideológicos y de experiencia de vida. En este contexto, hay bastante consenso acerca de la importancia de usar cada vez más y mejores datos disponibles para diseñar e implementar intervenciones efectivas. La pregunta ahora es cómo incorporarlos en la toma de decisiones en la gestión pública, conociendo las barreras y los facilitadores para el uso de esa información. ¿Podrán los mecanismos institucionales favorecer su uso?

En educación, las preguntas sobre cómo facilitar el uso de información llegan a los distintos actores del sistema. Desde cómo usamos datos y evidencia, o quiénes toman decisiones de política educativa de corto, mediano y largo plazo, hasta cómo supervisores/as, directivos/as y docentes utilizan información disponible –indicadores de trayectoria educativa, resultados de evaluaciones formativas y estandarizadas, entre otras– para planificar, diseñar y monitorear qué sucede dentro de las escuelas. 

Un estudio reciente (Hoyos et al., 2020) se propuso entender cómo la información sobre resultados de pruebas de estudiantes en escuelas primarias de la provincia de Salta impacta en la gestión escolar y el aprendizaje. Los investigadores llegaron a la conclusión de que brindar solo información a directores/as no mejoró el rendimiento estudiantil, mientras que combinarla con herramientas y capacitación redujo la repitencia, elevó la calidad docente y disminuyó el bullying y la discriminación, con efectos que persistieron luego de un año. Esto muestra que la disponibilización de los datos y la evidencia también condiciona sus efectos.
 
En la Ciudad de Buenos Aires, por ejemplo, se acompaña el diseño del programa Escuelas en Foco, y se utilizan distintas fuentes de información para la selección de los establecimientos participantes. Además, se articula el trabajo sobre la planificación de la mejora de los aprendizajes de esas escuelas en el eje de gestión institucional, tomando como insumo los resultados de evaluaciones diseñadas e implementadas por el Ministerio. Entender qué nos dicen los resultados de evaluaciones estandarizadas nos permite planificar mejores acciones para elevar los niveles de logro de aprendizajes de los/as estudiantes.

 Necesitamos contar con estos datos para conocer nuestro punto de partida en materia de aprendizajes, fijarnos metas de gobierno y monitorearlas, repensar nuestras prácticas, y ser capaces de diseñar políticas públicas eficaces, que articulen las demandas de la comunidad educativa, y den respuesta a los desafíos existentes.