Jueves 26 de Mayo de 2016

¡El folclore está vivo!

Todas las semanas en el NIDO Soldati de la Subsecretaría de Hábitat e Inclusión, un grupo de chicos aprende a bailar de la mano de Cristina Páez: una vecina del barrio que vuelca la pasión de toda su vida para enseñarle a su comunidad.

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Cristina Páez nació en Catamarca, una provincia que la vio crecer y le inculcó el amor por la tradición y el folclore. Desde chica empezó a interesarse por el mundo del baile y se incorporó al cuerpo de danzas de su provincia. En el año 2000 llegó a Villa Soldati para vivir junto a su familia y, después de completar sus estudios, comenzó a trabajar como auxiliar en la Escuela Nº17 del barrio.

“Yo quería enseñarles a los chicos lo que realmente es el folclore, que no lo vean como algo que ya pasó”, cuenta Cristina quien trajo la pasión desde su provincia pero no tenía un lugar donde compartirla. La llegada del NIDO Soldati a la calle Corrales del Complejo Habitacional Soldati allá por marzo del 2014 la sorprendió, y el mismo día que abrió sus puertas no dudó en acercarse para ver de qué se trataba ese nuevo lugar para el barrio.

Ni bien entró al salón suspiró y cuenta que lo primero que pensó fue que sería un lugar ideal para poder cumplir su sueño de dar clases de folclore: “Cuando conté que bailaba me preguntaron si quería enseñar, que no hacía falta que tuviera título y que con tener ganas de dar clases alcanzaba... así que comencé a convocar a los chicos del barrio".

Hoy, el salón del NIDO Soldati de la Subsecretaría de Hábitat e Inclusión se llena de niños que desde hace dos años aprenden a bailar de la mano de Cristina y su talento. La profesora asegura que no solo les enseña a bailar sino que también busca transmitirles valores como el respeto a la danza y a sus compañeros. “Cada día que me despierto pienso en los chicos”, cuenta la profesora, quien además confecciona los trajes de baile para sus alumnos, con retazos de tela que le acercan los padres que con gran compromiso van a ver las clases.

“Mi historia es muy dura y yo hoy en este lugar me siento convertida… el cariño de los chicos me hace sentir muy bien”, reflexiona Cristina Páez, quien ahora tiene un lugar para compartir su pasión por el baile y para demostrarles a los chicos que el folclore está vivo en cada uno de ellos.