Lunes 18 de Mayo de 2015

"La vocación religiosa es un campo de batalla"

“Ningún religioso, ni siquiera las monjas de clausura pueden abstenerse del mundo, porque la vocación no es un refugio", señaló Francisco durante la audiencia que mantuvo con los consagrados y consagradas de la diócesis de Roma.

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“Ningún religioso, ni siquiera las monjas de clausura pueden abstenerse del mundo, porque la vocación no es un refugio, sino un campo de batalla: la persona consagrada por lo tanto deberá tener siempre las 'antenas levantadas' para intuir los sufrimientos de los demás”, dijo este sábado, 16 de mayo, el papa Francisco durante la audiencia que mantuvo con los consagrados y consagradas de la diócesis de Roma.

En el marco del Año dedicado a la Vida Consagrada, el caluroso encuentro del Pontífice con miles de religiosos y religiosas de la diócesis de Roma, -representantes de los más de 25.000 que existen en Roma-, fue en un ambiente de fiesta. El Papa respondió a algunas preguntas y reflexionó sobre aspectos de la vida comunitaria y apostólica.



Sobre el tema de la obediencia, el Santo Padre explicó que “el misterio de Cristo es un misterio de obediencia y la obediencia es fecunda”.

“Es cierto que como toda virtud, como todo puesto teológico, lugar teológico, puede ser tentada y se convierte, no sé, en una actitud disciplinaria. Pero la obediencia en la vida consagrada es un misterio. Y así como he dicho que la mujer consagrada y el icono de María es de la Iglesia, podemos decir que la obediencia es el icono del camino de Jesús”.

“Cuando Jesús se encarnó por obediencia, se hizo hombre por obediencia, hasta la cruz y la muerte. El misterio de la obediencia no se entiende si no es a la luz de este camino de Jesús; el misterio de la obediencia es un asemejarse a Jesús en el camino que Él ha querido hacer. Y los frutos se ven”.

“Cuando tratamos un problema entre hombres llegamos a una conclusión, pero si tratamos el mismo problema con las mujeres, la conclusión será distinta: irá sobre el mismo camino, pero más rica, más fuerte, más intuitiva. Por esto la mujer en la Iglesia debe tener este papel, pero debe explicitar, debe ayudar a explicitar de muchas maneras el genio femenino”.

“En otra diócesis que tenía –dijo– siempre aconsejaba a las hermanas que venían a pedirme consejo: ‘Pero dígame, en su comunidad o en su congregación, ¿no hay una hermana sabia, una hermana que viva el carisma bien, una buena hermana con experiencia? Haga la dirección espiritual con ella”. Porque existe una diferencia entre confesor y director espiritual: al primero se le indican los pecados, al segundo lo que sucede en el corazón. Los directores espirituales tienen que ser bien formados en las ciencias humanas sin caer en el 'psicologismo', indicó.

Fuente: Aica