Se fue como un guerrero

Por Alicia Arból, Procuradora General Adjunta.

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Conocí a Ricardo y a toda su familia antes de trabajar juntos, a los 16 años. Nos volvimos a encontrar aquí, en la Procuración General, trabajando en Asistencia Jurídica (actual Servicios Jurídicos a la Comunidad). Quien hoy es mi marido también era su amigo y trabajaban juntos en su estudio (donde trabajé desde 1974 hasta 2003, cuando Ricardo se fue a vivir en Bariloche).

Luego ingresamos a la Dirección General de Asuntos Jurídicos. Ricardo era abogado sumariante y después, Director judicial hasta que fue designado Procurador. Al poco tiempo, organizó la Procuración General con las direcciones, con especialidades. Éramos 50 abogados y 30 que acompañábamos, había muchísimos juicios. Cada abogado llevaba 300 juicios. No existían las computadoras sino máquinas de escribir y el papel carbónico.

Al partir a Bariloche, donde vivió los últimos 10 años, se matriculó y ejercía allá y en Buenos Aires, gracias a la tecnología de Internet, a través de donde mandaba los escritos.

En 1991 le diagnosticaron cáncer de pulmón. El oncólogo le daba un año de vida. Le suministraron quimio y radio terapia y en agosto de 1992 se fue a esquiar. Cuando regresó estaba brillante y me dijo que lo iban a operar de una metástasis suprarenal. Le advirtieron entonces que no sobreviviría más de ocho meses. Pero cuatro meses más tarde, al volver de la rehabilitación, dijo que no le tenía miedo al cáncer y que no se dejaría vencer. Ricardo fue mejorando y se convirtió en un caso inédito. Un día sentenció: “si llego a los cinco años hago una fiesta con todos mis amigos”…e hizo la fiesta. Recuerdo que brindó con La Traviata (1), porque le gustaba muchísimo la ópera, y así fue pasando el tiempo.

Luego tuvo un ACV leve que superó inmediato y después, como consecuencia tantos rayos y quimioterapia, una perforación de duodeno. Fue operado entonces dos veces en diez días. Permaneció 35 días internado y a los tres meses estábamos brindando con él otra vez. Siempre fue muy vital, muy alegre. En diciembre del año pasado le encontraron dos tumores en el pulmón ya operado. Regresó a Bariloche, estuvo al borde de la muerte, ya estaba desahuciado, pero de nuevo se levantó en silla de ruedas, luego con bastón, y venía a Buenos Aires todos los meses a ver a sus hijos. Esta vez no pudo más. Tenía ambos pulmones tomados. Hasta el día anterior a su partida, estaba lúcido y esperando a que volviera a uno de sus hijos, en Barcelona, hasta que llegó. Se fue como un guerrero, peleándola hasta el último momento.

Como compañero de trabajo fue un hombre muy profundo en su saber jurídico, muy formado; generoso con el conocimiento; muy cálido y siempre comunicativo. El mayor aporte que dejó a la Procuración fue que designó a los titulares de las siete Direcciones que se crearon e integró toda la estructura con gente de carrera. Acá marcó escuela.

(1): Ópera con música de Giuseppe Verdi y libreto de Francesco Maria Piave

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