¿Cómo se hizo?

Martín y Sebastián son emprendedores, entusiastas, llenos de energía. No pueden creer todo lo que lograron, pero a la vez están convencidos de sus capacidades. Además de ser compañeros de estudio en la Técnica 9 (el Huergo), también tienen en común las ganas de cumplir el sueño que quedó trunco en sus padres: realizar la carrera de ingeniería.

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Avanzan con pasos firmes: fueron premiados con el cuarto puesto en la Feria Internacional de Ciencias realizada en Pittsburgh, Estados Unidos, compitiendo con 1500 adolescentes investigadores de 70 países. Ellos formaban uno de los 5 equipos que representaron a la Argentina, y los únicos en obtener una premiación, en la categoría Ingeniería Mecánica y Eléctrica. Aunque las ilusiones siempre están presentes, era difícil imaginar al comienzo del proyecto que iban a llegar tan lejos.

“La investigación comenzó el año 2010, cuando el profesor Edgardo Vázquez se ofreció para ayudar a los alumnos de la materia Automatización y Robótica que quisieran participar con un proyecto en la feria de ciencias”, cuenta Martín, por lo que el siguiente paso fue dar con un problema interesante para investigar. Edgardo los contactó con la Secretaría de Acuicultura, y allí les hablaron del enorme potencial (desaprovechado) de cría de peces en condiciones controladas, de valor comercial. Encontraron que la tilapia era una especie con excelente cualidades por su carne y su demanda internacional, entonces empezaron a trabajar en un sistema que permitiera regular todos los parámetros para optimizar la cría.

Comenzaron de la forma más lógica: creando un sistema hidráulico que permitiera regular la temperatura y oxígeno que requiere esta variedad particular de peces, con un dispositivo electrónico capaz de controlar esas variables. Pero cuando visitaron criaderos reales, de la provincia de Buenos Aires y también de Bariloche, se encontraron con otras demandas. “Observamos que todos los productores tenían algo en común: todos desechaban el agua (sucia) con los desperdicios de los animales a espejos de agua cercanos, y todos ellos vivían a pocos metros de sus estanques. Al no tener ningún sistema de monitoreo, estar ellos presentes era la única forma que tenían de asegurarse que el cultivo se desarrolle sin problemas”.

Esto les inspiró una nueva meta: automatizar todo el control, para facilitar el trabajo del criador. Así desarrollaron un sistema de monitoreo con el que el productor recibía informes (vía mail o sms) del estado de los animales, al momento. Todo un salto de calidad, en la búsqueda de mejorar las condiciones de trabajo y optimizar el rendimiento. Pero el desafío no era solo teórico, sino práctico. Para poner a prueba el proyecto debieron construir sus propios estanques y criar los peces durante muchos meses. El taller del padre de Martín se empezó a llenar de piletones, mangueras y caños, circuitos, pantallas… y por supuesto, tilapias.

Tanto trabajo dio sus frutos, y los premios no tardaron en llegar. Sorteando las distintas fases de la feria de ciencias, y siendo reconocidos además por otras organizaciones, llegaron a la instancia internacional, donde debieron presentar en inglés su trabajo, sorteando exitosamente 7 entrevistas. “Recién cuando llegamos a USA caímos en la cuenta de dónde estábamos verdaderamente”, se siguen sorprendiendo. Un logro extraordinario de chicos comunes, que compartieron con nosotros sus vivencias “para lograr que más chicos tengan, a través de la ciencia y la tecnología, las oportunidades que nosotros tuvimos”.