¿Cómo se hizo?

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La inspiración puede venir de cualquier lado, como ocurrió en este caso. Un día los chicos estaban mirando “Cazadores de Mitos” en la tele, en el programa plantearon el desafío de hacer funcionar el motor de un auto con agua, y concluyeron diciendo que era imposible. Y como todo proyecto de ciencias, éste empezó con una pregunta provocadora: ¿de verdad no se puede?

Manos a la obra, comenzaron armando un prototipo con un motor de karting. Notaron la reducción de emisiones de gases contaminantes, pero aún no funcionaba. Siguieron construyendo motores, los probaban incansablemente, pero una y otra vez se les interponían los límites de la química, que parecían darle la razón a los cazadores de mitos. Al final, la perseverancia dio sus frutos: lograron producir un híbrido entre agua y nafta que es eficiente, sostenible y con buen rendimiento. Lo más importante, nos cuentan, es que permite alcanzar del 40 al 60% de reducción de emisiones de CO2, lo que es muchísimo!

El equipo está sumamente interesado en los proyectos que ayuden a reducir la contaminación, y después de varios prototipos, y con la ayuda generosa de muchos profes de otras materias que les dieron una mano con lo estructural, lograron el objetivo.

Los chicos coinciden en que lo mejor de este trabajo fue la conciencia ambiental que lograron generar con esta investigación. “Lo que uno hace siempre suma, pero lo mejor sería que las tecnologías sostenibles que se generan se pudieran vender y publicitar para que todos pudiéramos usarlas y ser más amables con el ambiente” nos dicen. Están convencidos de que las soluciones científicas pueden ser amigables con el entorno, y éste es el único camino para lograr un futuro sustentable.