El mundo en sus brazos | Sábados de superacción

El mundo en sus brazos | Sábados de superacción

Vengan con chicos, vengan todos a ver la historia de un aventurero de los mares que compite con otro aventurero (Gregory Peck y Anthony Quinn) y que, por esas cosas del destino, termina enredado con una noble rusa, una foca y la probable compra de Alaska.

¿Cuándo?

Sábado 13 de diciembre, 18 h.

¿Dónde?

Centro Cultural Recoleta | Junín 1930 | Recoleta

Gratis

Vengan con chicos, vengan todos a ver la historia de un aventurero de los mares que compite con otro aventurero (Gregory Peck y Anthony Quinn) y que, por esas cosas del destino, termina enredado con una noble rusa, una foca y la probable compra de Alaska. El mundo en sus brazos es la cima de las posibilidades del cine de aventuras clásico: color, acción, romance, amistad, alegría, algo de caricatura y movimiento constante.

Pero es un movimiento preciso: siempre sabemos quién va hacia dónde y por qué (arte olvidado por el Hollywood de estos días). Como si un libro juvenil —de esos que nos llevaron apasionadamente a la lectura— cobrara vida. O como si los cuentos de hadas encarnaran delante de nuestros ojos. La palabra “linda” suele sonar cursi, pero decir que esta joya es una de las películas más lindas jamás hechas es un acto de precisa justicia.

Sábados de superacción

Gran parte de lo que nuestra generación (más de 40, lo siento) conoce del cine, gran parte del amor que le tiene a ese arte, nació de mirar en continuado, en blanco y negro, en aparatos rebeldes a los que se le movía la imagen, cientos de films que tanto podían ser clase Z como obras maestras. Canal  13 o Canal 11 mezclaban series y largometrajes, casi siempre de género, durante horas cada sábado o domingo. El ciclo señero era Sábados de Súper Acción, en el 11, desde las doce del mediodía hasta casi la medianoche (el último fragmento se llamaba “Hollywood en castellano”). Desde monstruos tipo Godzilla o invasiones extraterrestres hasta cowboys valerosos y ejércitos intrépidos, pasando por casi todo cómico conocido o por conocer, formaron de modo caleidoscópico la fascinación por el audiovisual.

En aquellos ciclos, uno podía acceder a los grandes clásicos del cine de los treinta, cuarenta o cincuenta. Conocimos a John Ford, Howard Hawks o Alfred Hitchcock, sí, pero también a una cantidad gigantesca de artesanos y obras que hoy quedaron un poco invisibilizadas por no haberse vuelto ni canónicas ni despreciadas. Y son -algo que a muchos cinéfilos hoy les molesta- divertidas. Porque el placer fue siempre el vehículo para que nos pegáramos a la pantalla, de cualquier tamaño, color y comportamiento. Así que todos los meses vamos a dedicarle un sábado a esas películas y también a capítulos de series o ese material de valor que ha caído en el olvido o la indiferencia. Seamos chicos de nuevo, agarremos los revólveres de plástico y el vaso de chocolatada, y vamos.

Leonardo M. D'Espósito, curador del ciclo.

Junín 1930
Junín 1930