Dicen que las plantas potencian el estado del ánimo de las personas. El color verde intenso del verano energiza, el florecimiento la primavera brinda la oportunidad de la renovación y la alfombra de hojas rojas doradas que cubren el suelo en otoño llevan al relax.
Todo eso, distribuido en 8 hectáreas con 1500 especies en uno de los puntos más destacados del barrio porteño de Palermo, reúne el jardín botánico Carlos Thays de Buenos Aires.
Entre las ruidosas y transitas avenidas -Las Heras y Santa Fe- este espacio verde tiene más de 120 años de historia. En el corazón del predio -y rodeada de verde- está la famosa casona en la que vivió con su familia el prestigioso paisajista francés y hoy funciona como biblioteca.
El exterior, de estética inglesa y con cuatro torres, se mantiene en su formato original hasta la actualidad. Thays, que habitó en el primer piso junto a su familia, fue el responsable de adquirir el terreno y dar vida a cada rincón de este pulmón urbano. Dibujando, inició este proyecto en 1892 y finalizó la totalidad de la plantación en 1898, año en que el Jardín Botánico abrió sus puertas al público.
"No existen muchos lugares así. Es maravilloso desde el punto de vista estético por las formas, los caminos, los senderos y el misterio tal como lo pensó Thays. Es un lugar único, que tiene varios miles de árboles que presentan un servicio invaluable. En el caso del arbolado, esto se traduce en la producción de oxígeno y la absorción de dióxido de carbono ", resaltó a Infobae Graciela Barreiro, la ingeniera agrónoma que dirige este espacio verde de Buenos Aires.
Con una amplia biodiversidad, el Botánico conserva una importante colección de ejemplares arbóreos: aproximadamente cinco hectáreas de flora argentina de los distintos ambientes del país, (bosque templado, húmedo) y dos hectáreas con especies provenientes de los cinco continentes.
Las copas de los altos árboles forman pasillos de sombra, en los bancos dispuestos, es posible ver curiosos que salen a fotografiar, dibujar o simplemente a disfrutar de la paz que se respira. Un paseo también muy elegido entre turistas del mundo e incluso personalidades de la cultura que lo utilizan como refugio.
Museo al aire libre
Los expertos aseguran que hay mucha "competencia visual" en el Botánico. Estanques, fuentes, puentes y muchas esculturas hacen que los visitantes tengas varias opciones para deleitarse al recorrerlo. En total son 28 las obras de arte que se pueden encontrar. Un pequeño gran museo, a cielo abierto. "Las únicas esculturas que puso Thays fueron las que adornan los sectores llamados 'jardines romano y francés'. El resto fueron donadas", detalló Barreiro.
En bronce, mármol o simples bustos, cada una guarda una historia: desde la Venus de la Villa Medici hasta una escultura en mármol que simboliza la 6° Sinfonía de Beethoven, realizada en mármol por el artista italiano Leone Tommasi.
Pero no todas son tan solemnes. La Saturnalia, una de las obras destacadas y a la vez réplica de 1909 de otra que se encuentra en la Galería de Arte Moderno de Roma, evoca la orgía que los antiguos romanos dedicaban al dios Saturno.
Entre tantos pasillos que dan vida al Botánico hay rincones más que especiales que llevan al pasado. Uno de los árboles más destacados es el Ginkgo, el curioso ejemplar alto de tronco mediano que adquiere follaje dorado en otoño. "Se trata de un árbol muy especial porque sobrevivió a la bomba atómica en Hiroshima y Nagasaki. Recibimos semillas de esos ejemplares y tenemos un árbol que vamos a plantar de un sobreviviente", contó Barreiro.
Pero hay más "perlitas". El lugar cuenta con Cycadas- su nombre científico es Encephalartos-, esas plantas parecen palmeras aunque más bajas que actualmente solo pueden encontrarse en algunas partes de África. Otra muy conocida que también se puede encontrar es la especie conocida como "cola de caballo", Equisetum, también llamadas plantas prehistóricas.
Como si fuera poco todo lo que el visitante se puede encontrar, desde hace un par de años los encargados detectaron que un grupo de halcones eligió poner sus nidos en los árboles más altos del Botánico.
"Escuchamos a sus crías todos el día. Ya registramos cuatro nidos y los ves sobrevolar. Son especies hermosas, las aves de rapiña cumplen una función en la cadena ecológica fundamental. El objetivo es siempre aumentar la biodiversidad", dice con orgullo la directora.
Pero hay más. Uno de los éxitos científicos de este espacio verde fue el redescubrimiento de la germinación industrial de la yerba mate.
La técnica había sido perdida hasta que Carlos Thays recibió gajos y semillas de y pudo prosperar la germinación."Desde 2010 fue replanteada de la misma manera que él la ideó", dice la directora ahora. "Es de suma importancia para el estudio", resalta.
El mariposario
Monarca, espejitos y limoncito son algunas de los 90 tipos de mariposas que vuelan libremente por el jardín abierto especialmente diseñado dentro del Jardín Botánico. Llegan de manera espontánea, atraídas por las plantas ricas en néctar, aromas y colores.
El espacio cuenta con 500 metros cuadrados diseñados en forma de alas de mariposa que permiten el crecimiento de estos insectos a cielo abierto. Los cuidadores explican que el verano es el momento especial para verlas, aunque mientras el frío se hace esperar todavía es posible encontrar algunas.
Entre otras maravillas del lugar, también hay cinco invernáculos que agrupan a las especies según sus características ambientales.
El invernáculo central, de estilo art nouveau, fue traído a Buenos Aires en 1897 desde Francia. Según los expertos, representa un imponente ejemplo de la utilización de hierro y vidrio en las construcciones de principio de siglo.
Estos y otros espacios del lugar sirven para la investigación científica que sostiene los principios de la conservación de biodiversidad,una de las tareas centrales que lleva adelante el staff técnico del Jardín Botánico de la Ciudad. El objetivo, según señalan las personas a cargo de estas áreas, es seguir por este camino de expansión.