Libreros por un día III
Carlos Catalano eligió unos poemas:
- País. Juan Gelman Valer la pena. Seix barral, Bs. As. 2001. Ver poema
- El adiós. Olga Orozco, Antología. CEAL 1982. Ver poema
- Nocturno en que nada se oye. Xavier Villaurrutia. Antología. Fondo de cultura económica, 1989. Ver poema
Lidia Blanco eligió para leer:
- La composición de Silvia Schujer.
Silvina eligió un poema:
- Poesía vertical. De Roberto Juarroz. Ver poema
Graciela Schmidt nos regaló algo que escribió ella:
"La Plaza del Indulto"
En el 84 estrenaba mi título de maestra como suplente de un 2do grado que,
por esas cosas del destino o suerte de principiante, se convirtió en un
interinato que me permitió seguir todo el año. Los primeros son
alumnos de los que no te olvidás y sus caritas están en la memoria
intactas, aunque, en el tiempo que se obstina en transcurrir fuera de la escuela,
sean los rostros de hombres y mujeres que rondan los treinta.
Paula fue una alumna de ese grupo de mi querida escuela 15, no son los mejores
recuerdos los que tengo de ella, era tremendamente caprichosa, obstinada, me costaba
alcanzarla, escondida tras un cabello muy largo, negro, sujeto con una vincha;
parapetada tras una montaña de golosinas que comía todo el tiempo
y que acentuaban cada vez más su carita regordeta.
Paula no venía sola al colegio, venía siempre de la mano de su abuela.
Algunas veces traía algo más que sus útiles, me mostraba
una foto de su papá, una foto de un muchacho jovencito, de esas fotos grandes,
blanco y negro, de estudio. “Está de viaje”, decía Paula,
“la abuela dice que va a volver pronto”. Como muchas otras cosas a
esa edad, yo no entendía a Paula y trataba de corregirla.
Después el tiempo y la historia de un país que despertaba de una
larga muerte, me fueron atravesando como a todos y dejando marcas de identidad,
de esas que señalan lo que vas haciendo con tu vida. Y seis años
después, me encontré en la plaza de la vergüenza. En la plaza
de Mayo enlutada por los indultos infames, viví la dura experiencia del
duelo, de la injusticia, de la náusea. Creo que recién allí
evoqué a Paula y entendí lo que le pasaba. Y sencillamente, necesité
escribirle una ronda.