El día de la pintada
Acercarse a Quinquela es acercarse a la Boca, al riachuelo, a lo barcos,
a la historia, a un país que quería ser una cosa y devino en otra…
¿Cómo cruzar una mirada que nos enseña el trabajo y el
esfuerzo con otra mirada que nos lleva a los niños? Esa era tal vez la
pregunta inicial al pensar la visita al museo Quinquela siguiendo el plano de
la capacitación a educadoras de Maternales.
Era ir a "ver", a meternos un poquito en esa obra gigante que es la
de Quinquela Martín. Gigante en tamaños y en emociones, en colores
y en mensajes.
Era empaparnos de fogonazos azules, rojos, negros y luego dejar que se escurra
la luminosidad de sus pinturas por nuestras manos.
¿Dónde están los niños en la obra del Maestro? Están
junto al adulto, trabajando.
El juego se filtra poco, tal vez como en su infancia en el Hogar de niños
Expósitos…
¿Y estos niños que nos tocan "cuidar"? ¿Cómo
enseñarles a mirar esa obra?
O mejor… ¿cómo podemos mirarla nosotros? Empecemos por dejar
que nos empape, nos conmueva, nos interrogue, o no. Que cada una diga lo que
le pasó.
"De a pares recrear a través de una pintura lo que la visita
al museo había provocado" fue la consigna para unas.
" Observar y realizar un registro de lo que hacían sus compañeras"
fue la consigna para otras.
Todas trabajaron entusiasmadas, comentando a borbotones lo que esos colores
enormes habían generado en ellas, pintaron, hablaron, se rieron, compartieron,
se sintieron discípulas del Maestro aun sin conocerlo y se llevaron
el entusiasmo para repartir entre los niños.