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Archivo fílmico-pedagógico

Rollo girando
Garage olimpo
Una mirada cinematográfica
por Diana Paladino


La dictadura militar según el cine argentino
El avasallamiento de las libertades individuales y el estado represivo vivido durante la última dictadura militar fueron el tema central en algunos de los films argentinos más representativos de los años ochenta y comienzo de los noventa. El poder de la censura (1983); Hay unos tipos abajo (1985); Los días de junio (1985), Los dueños del silencio (1985); El rigor del destino (1985); La historia oficial (1985), Sentimientos. Mirta de Liniers a Estambul (1987); La amiga (1989), Sur (1988), Un muro de silencio (1993) y Amigomio (1993) entre otros, constituyeron -como señala Clara Kriger (1) - no sólo el discurso artístico sino también parte del discurso social que la temprana democracia cristalizó sobre el autodenominado Proceso de Reorganización Nacional. Un pasado que era muy próximo pero que, ya sea para nombrar aquello que había permanecido vedado o para elaborar una suerte de duelo colectivo exigía ser expuesto, analizado, exorcizado (recordemos el trabajo que, en otro orden pero con idéntica intención, realizó por esos años la CONADEP con su informe Nunca más y el juicio público a las Juntas militares).
Ahora, en la pantalla, esa revisión encontró también sus límites. Límites que no afectaron las propuestas temáticas (de hecho, de la censura y la guerra de Malvinas a los secuestros y las desapariciones de personas, se abordó todo el espectro) pero sí condicionaron la elección de los escenarios y el planteo del punto de vista. En este sentido, a excepción de La noche de los lápices (1986), ningún film de esa primera etapa se atrevió a entrar en los campos de detención clandestinos ni en las temidas cámaras de tortura. Todo era demasiado reciente. Las narraciones, entonces, se tejieron desde la desesperación de las madres, la impotencia de los amigos, la bronca del perseguido e, incluso, desde la indiferencia de gran parte de la sociedad. Qué pasaba luego de que alguien era interceptado y secuestrado por un "grupo de tareas" determinó el límite de lo decible. Del mismo modo, la imagen del "Falcon verde" alejándose hacia no se sabe dónde condensó metonímicamente el fatalismo de esa otra escena nunca mostrada.
Desde otra perspectiva, la inmediatez de esta producción fílmica ayudó a trasuntar el clima de lo vivido; al tiempo que homologaba el horror de lo real con el horror como género cinematográfico a partir de tres ejes comunes: la acechanza constante, la incertidumbre por lo desconocido y la ausencia de garantías en un universo aparentemente ordenado.

El otro lado de la historia
Casi dos décadas más tarde, con Garage Olimpo, la mirada del cine sobre la dictadura militar se permitió otros matices. En primer lugar, se franqueó el límite entre "el afuera" y "el adentro". El aparente orden y normalidad del "arriba" (graficado por tomas cenitales de la Avenida 9 de julio con el obelisco como epicentro) se confrontó con "el abajo" (un falso Garage lúgubre y frío en el que funciona una cárcel clandestina donde se tortura y mata gente). En segundo lugar, se evitó caer en los estereotipos y en la reducción maniqueísta de "buenos y malos". Ni las víctimas son un lecho de virtudes ni los victimarios son seres sádicos y desagradables. En todo caso, son las circunstancias las que los oponen. De hecho, otra sería la historia de Félix y María si estuvieran viviendo en "el arriba". Y, en tercer lugar, se cruzaron distintos puntos de vista contemplando tanto el sentir de la víctima como el del victimario.
No obstante, la mayor audacia de Garage Olimpo es haberle dado al tema de las torturas y los desaparecidos una dosis de contemporaneidad (no hay reconstrucción de época, la ciudad que se presenta es la Buenos Aires actual), cotidianeidad (para Félix torturar es sólo un trabajo, simple rutina que se rige por la tabla "peso hombre = voltios picana") y complicidad (algo que se ve sutilmente subrayado en los planos de aquellos que pasan frente al portón del Garage Olimpo y, sobre todo, en el del transeúnte dispuesto a cruzar la calle soleada mientras desde la oscura boca de la alcantarilla a sus pies se filtra la música de la radio sintonizada por el torturador). En resumen, esto ocurrió y sigue ocurriendo, no es algo extraordinario y, lo sabemos pero no hacemos nada. Una tesis de sustentación que va más allá de la pequeña historia entre Félix y María, del modus operandi de "los grupos de tareas" e, incluso, del Proceso militar en la Argentina. Paradójicamente, entonces, a través de lo contingente y del registro de detalles menores, Garage Olimpo logra traspasar lo individual y plantear los aspectos siniestros de una problemática que es tan universal y actual como hace veinticinco años, la de las dictaduras y la represión de Estado.

Coproducción
Garage Olimpo es una coproducción entre Argentina, Italia y España. En 1999, participó en la sección "Un Certain Regard" del Festival de Cannes, representando a la Argentina.

En espejo con la obra
El director Marco Bechis nació en Chile pero su infancia y adolescencia transcurrieron en San Pablo y Buenos Aires. En 1977, mientras estudiaba magisterio en el colegio Mariano Acosta, fue secuestrado por un comando militar y llevado al centro de detención clandestino conocido como "Club Atlético". Las influencias de su padre, que era un alto directivo de la Fiat italiana, y la obtención del pasaporte italiano ayudaron para que fuera liberado. Desde entonces, está radicado en Italia.

[1] Kriger, Clara, "La revisión del proceso militar". España, Claudio (comp.), Cine argentino en democracia, F.N.A., Buenos Aires, 1994, p. 60. Subir

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