Cine social inglés
A mitad de los años ochenta, el cine británico desarrolló una línea de films
de ficción orientada a temas políticos y sociales. Stephen Frears (Ropa
limpia... negocios sucios, 1985), Mike Leigh (High Hopes, 988)
y, sobretodo, Ken Loach (Riff Raff, 1991) fueron los principales artífices
de este filón preocupado en registrar la inmediatez de la realidad en tiempos
del gobierno de Margaret Thatcher. Con eje en las tensiones raciales, la situación
de los trabajadores y el creciente desempleo, estas películas prenunciaron una
problemática que hacia fines de los noventa fue hegemónica: la reconversión
productiva del capitalismo y sus consecuencias humanas. En términos generales,
los films de esta corriente -entre los que están Tocando al viento,
Todo o nada (1997, P. Cattaneo), e incluso, la francesa Recursos humanos
(1999, Laurent Cantet)-, son relatos articulados sobre la base de conflictos
individuales que importan sólo en la medida que proponen diferentes abordajes
al tema común del cierre de la fuente laboral. De ese modo, los desajustes familiares,
la solidaridad, la imposibilidad de adaptarse a situaciones nuevas, aparecen
como variaciones recurrentes que, de un modo u otro, existen en todas estas
películas.
En un lúcido artículo en el que el ensayista Slavoj Zizek confronta Tocando
al viento y Todo o nada, se señala que, en definitiva, ambos films
dan cuenta de lo mismo: la desintegración de la identidad masculina de la vieja
clase obrera. Aunque cada uno lo hace desde una perspectiva distinta. Opuesta,
dice Zizek. "Tocando al viento se centra en la relación entre la lucha política
real (contra el cierre de las minas) y la expresión simbólica idealizada de
la comunidad de los mineros, su banda de música. (...) Pero, cuando los mineros
pierden la batalla política, su participación en el concurso nacional [de bandas],
se convierte en un gesto simbólico de desafío, un verdadero acto de afirmación,
de fidelidad a la lucha política.(...) En Todo o nada, lo heroico del
gesto final [el número de stripers protagonizado por un grupo de mineros] no
está en persistir en la forma simbólica sino, por el contrario, en aceptar lo
que, desde la perspectiva de la ética de la clase obrera masculina, no puede
sino aparecer como la última humillación: renunciar a la falsa dignidad masculina."
Desde el punto de vista formal, el cine social inglés de los años noventa (y Tocando el viento es un claro ejemplo de ello) adoptó la puesta en escena de estilo realista, la narración lineal, la sintaxis diáfana y el montaje de corte clásico. Una alquimia que le permitió alcanzar al gran público y trascender a otros mercados sin resignar sus intenciones críticas e ideológicas.
Premios obtenidos
Tocando al viento fue galardonado con "Cesar a la Mejor Película Extranjera de 1998", el Premio Korda al Mejor film nacional de la Academia Británica y con el Premio especial del Jurado a su director (Mark Herman) en el Festival Internacional de Tokio.