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Los cuatrocientos golpes
Sugerencias para una lectura desde la problemática de la autoridad
por Natalia Fattore


Los cuatrocientos golpes habilita a mi parecer a pensar el funcionamiento de la lógica del Estado-Nación, como una forma histórica particular de autoridad política.
El Estado aparece como una autoridad que -asentando su eficacia en un conjunto de instituciones destinadas al disciplinamiento- logra instituir un tipo de subjetividad, necesaria a su funcionamiento.
Sabemos que Michel Foucault situó las sociedades disciplinarias en los siglos XVIII y XIX. El proyecto de este tipo de sociedades, era concentrar y componer en el espacio y en el tiempo una fuerza que fuera productiva. Es así que Foucault llamará poder disciplinario al modo de ejercicio del poder que parte de un principio claro: es más rentable "vigilar" que "castigar", es decir, domesticar, normalizar y hacer productivos a los sujetos en vez de segregarlos o eliminarlos. Para Foucault "(...) el momento histórico de las disciplinas es el momento en que nace un arte del cuerpo humano, que no tiende únicamente al aumento de sus habilidades, ni tampoco a hacer más pesada su sujeción, sino a la formación de un vínculo que en el mismo mecanismo, la hace tanto más obediente cuanto más útil, y al revés". (1)
Este tipo de poder tiene por principio el detalle, las pequeñas cosas, y se consolida en una serie de instituciones de encierro.
Así, a lo largo de la película, vemos circular a Antoine por varios de estos espacios de encierro propios de la modernidad: la familia, la escuela, la prisión, el centro para menores delincuentes. Instituciones todas que participan de un tipo de relación que el mismo Foucault llama analógica. Es decir, instituciones que organizan su funcionamiento a partir de dispositivos y operaciones vinculadas a la vigilancia jerárquica, a las sanciones normalizadoras, al examen, mas allá de sus variantes institucionales. No es casual, entonces, que cuando el niño desaparece de su casa, lo busquen en la escuela, y al revés. Como decía Deleuze (2) , en las sociedades disciplinarias el individuo no deja de pasar de un espacio cerrado a otro.
Quizás en la película el funcionamiento del poder disciplinario se muestre más en detalle en la institución educativa, donde reconocemos un régimen con claros rastros de militarización; el film se detiene en las sanciones que el maestro aplica a Antoine, en mostrar el orden del espacio escolar, la formación en fila, el uso del silbato para convocar a los niños.
A lo largo de la película aparece constantemente un conjunto de imágenes que contraponen espacios de encierro (a los que quizás el blanco y negro del film haga aun más oscuros y sombríos) y espacios al aire libre; podría hacerse incluso el ejercicio de narrar la película como las constantes huidas-escapes de Antoine de estas instituciones de encierro con sus respectivas vueltas-capturas-arrestos.
Me parece importante marcar esto, porque uno de los rasgos -si no el fundamental- constitutivos de la escuela tradicional, era precisamente la separación, la distancia entre el afuera y el adentro, la separación y cerrazón del espacio escolar; del mundo, de los adultos, de la calle, de la vida. La escuela era un espacio delimitado, adaptado, donde las cosas no eran ni debían ser "como en la vida".
Con este objetivo, la escuela ponía en juego dos dispositivos que aparecen en el film: el encierro, que Antoine no soporta y del que trata de evadirse, y la confrontación con los antiguos, con los "modelos", con los grandes maestros de la civilización universal. De esta manera, lo que la estructura del internado realizaba en el plano material, lo edificaba en el interior de cada alumno el contenido de la enseñanza, esencialmente constituido por el mundo antiguo.
Recomendamos para esto último prestar atención a la escena en la que Antoine prende una vela y habla con Balzac para que lo "inspire" en sus tareas de literatura.
Es interesante pensar con el film cómo la autoridad se funda en relación con la misma idea de transgresión. A mi entender, que Antoine quiera irse, escaparse, huir de su casa, de la escuela, de la prisión, del centro de menores, de un mundo que no tenía que ver con la vida, (que además -hay que decirlo- estaba afuera, en el cine, en los juegos) no hace más que confirmarnos la eficacia de la lógica disciplinaria. Como claramente argumenta Marcelo Carusso en un texto reciente, "al violar o trangredir una ley nos encontramos siempre con el hecho de que tomamos esa ley en serio, sólo ese lugar constitutivo de la ley puede darnos la sensación de que su violación produce placer (...) La violación de la ley es siempre parte del mecanismo de existencia y reforzamiento de la misma". (3) En este sentido, la escena en la que el maestro sale de excursión con sus alumnos por la ciudad, y "a sus espaldas" los niños se van "perdiendo" por el camino, es bien ilustrativa.
Lo que se muestra allí en su máximo funcionamiento es la dupla que reguló hasta hace poco tiempo la forma misma de la trasmisión cultural: la prohibición-transgresión.
Por otro lado, me parece que la película da un paso mas allá de la idea de disciplinamiento, cuando Antoine es llevado a lo que aparece con el nombre de "Centro de Observación para menores delincuentes", abriendo la posibilidad de pensar en el funcionamiento de las tecnologías de poder que Foucault ha denominado Bio-política, y que aparecen alrededor del siglo XIX.
Foucault ubica dos grandes "revoluciones" en la historia de las tecnologías del poder: el descubrimiento de las disciplinas y el descubrimiento de las regulaciones . Estas ultimas dan cuenta de un tipo de poder que ya no se aplica solo al cuerpo individual, como era el caso de las disciplinas, sino que tiene como objeto al grupo, a "la población". Sin duda la aparición de este tipo de tecnología de poder esta vinculada al crecimiento de los Estados, y -por esto mismo- a la necesidad de administrar y regular la vida de las poblaciones.
Lo que me parece interesante para "mirar" el film, es que la escuela no quedó al margen de estos procesos, y amplió su campo de acción introduciendo procedimientos nuevos de recuperación de la infancia que se le resiste, pidiendo ayuda a la justicia y la policía, polos complementarios de la psiquiatría y la psicología. Una especie de pedagogía "correccional" se pondrá entonces en marcha. No es casual, que aparezca en el film una institución de "observación" para niños considerados delincuentes. Estos calificativos adquieren sentido a partir de la comparación con aquel que se separa de la norma, de la regla, de la regulación.
Por otra parte podemos remarcar aquí el pasaje que se muestra del "infante" al "menor"; momento en el cual la pedagogía ya nada tiene que hacer ni que decir. El lugar del menor ya no es la escuela sino el "centro de menores". Su desvío no es simple indisciplina sino delincuencia. Podemos decir que es en este período cuando la delincuencia se entiende en relación inversa a la asistencia a clase. Los saberes "autorizados" a nombrar lo que hasta ese momento había sido la infancia, sujeto educativo por excelencia, serán otros. Por ende, el proceso mismo de constitución de la infancia también es otro.
Me parece que la película puede dar lugar a pensar cómo se constituyen históricamente estas voces "autorizadas" para hablar de la educación, y como estos mismos saberes autorizados instauran y constituyen subjetividades, en nuestro caso nada menos que configurando una difusa frontera entre lo normal y lo patológico. Es interesante la escena en la que el psiquiatra interroga a Antoine.
El tránsito hacia la patologización de las multitudes, dice Julia Varela, encuentra en la infancia delincuente un trampolín fundamental. Esta autora (4) explica que desde el momento en que se produce la institucionalización de la obligatoriedad escolar, se comenzaron a configurar dos tipos de infancia que en este período que estamos describiendo aparecerán casi superpuestas: la de los niños que no cumplen con la obligatoriedad escolar, los nómadas urbanos que tienen por territorio la calle, (5) que quedarán englobados bajo la categoría de infancia delincuente; y los que asisten a la escuela, sin lograr acomodarse a las normas y reglamentos que en ella ordenan, y sin asimilar los aprendizajes que en ella se imponen, estos quedarán bajo la etiqueta de infancia inadaptada o anormal.
Podríamos decir que Antoine y su amigo, quienes prefieren la fascinación de la calle y del cine al silencio y la vigilancia escolar serán considerados delincuentes. Ahora bien, como sabemos el evolucionismo de principios de siglo estableció una analogía entre el niño, el salvaje, el loco, el primitivo, el delincuente. Y tal como se hace con los locos y los delincuentes, habrá que sacarlos de su ambiente y someterlos a un tratamiento corrector. Habrá que tutelarlos. También aquí volvemos a encontrar el lugar de la autoridad estatal. La idea de protección y normalización de la infancia se asienta en la idea de un Estado tutelar, que los incluye para gobernarlos mejor. Es interesante volver a pensar en este sentido la escena donde son los padres del menor los que "delegan", o mejor dicho "entregan" -en el sentido más literal del término- a la policía, la responsabilidad de "hacer algo" con su hijo, con los "400 golpes" ("dar los 400 golpes es una expresión que significa en francés "hacer las mil y una").
Podríamos decir también que aquí se muestra precisamente el modo de exclusión propio de las sociedades disciplinarias: la reclusión (6) . Los excluidos son -como dijimos- los niños, los locos y los presos. Sujetos que ven impedidos el ejercicio de su conciencia. Sea como niños, como locos o presos, son encerrados en las escuelas, en los hospitales, en las prisiones con un propósito estatal: producción y disciplinamiento de conciencias.

[1] Recomendamos la lectura del texto clásico de M. Foucault donde trata mas explícitamente el funcionamiento de la lógica disciplinaria en las instituciones educativas. Nos referimos a Vigilar y castigar. Subir
[2] Deleuze, Gilles (1989): "Posdata a las sociedades de control", en El lenguaje libertario, Norman-Comunidad, Montevideo. Subir
[3] Carusso, Marcelo (2001): "Autoridad: gramática del cristianismo y escuela: breves reflexiones en torno a lo "absoluto-frágil", de Slavoj Zizek", en Cuaderno de Pedagogía Rosario, año IV Nº 9. Subir
[4] Estas ideas están desarrolladas en el capítulo "Los niños anormales. Constitución del campo de la infancia deficiente y delincuente", del texto de Julia Varela y Fernando Alvarez Uría; La arqueología de la escuela, La Piqueta, Madrid, s/f. Subir
[5] Es interesante el análisis que realiza Philippe Aries cuando muestra el pasaje del espacio urbano como lugar propio de los niños a la creación a principios de siglo XX, de un código de la infancia y de tribunales infantiles encargados de acentuar la persecución de los niños que vagabundean. La escuela se constituye en la anti-calle. "El niño y la calle, de la ciudad a la anticiudad", en Ensayos de la memoria. 1943-1983, Norma, Colombia, 1995. Subir
[6] Estas ideas aparecen trabajadas en el texto dirigido por Ignacio Lewcowicz y Mariana Cantarelli (2002): Del Fragmento a la Situación, Notas sobre la subjetividad contemporánea, Grupo Doce. Subir

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