Kids constituye la primera y polémica obra fílmica del ya famoso director
y fotógrafo Larry Clark, quien se valió para realizarla de un guionista y de
actores no profesionales, motivo por el cual quizás sea definida por la crítica
como de gran realismo y con cierta apariencia de documental. La realización
del film, de acuerdo con este estilo, se enmarca dentro del objetivo del director
de Kids de propiciar un viaje pleno, sin barreras, a la cultura de
los jóvenes urbanos contemporáneos. Resulta interesante detenerse en el hecho
de que tanto en su país de origen como en el nuestro esta película haya sido
calificada como no apta para menores de 17 y 18 años respectivamente. Habla
sobre adolescentes, fue realizada por y con adolescentes, pero no puede ser
vista por ellos.
Esta película nos ubica directamente, sin rodeos, ante un modo de ser joven,
o mejor, ante una de las miradas que en la actualidad se tiene respecto de los
adolescentes. ¿Qué nos dice Kids acerca de los jóvenes? Esta es una
pregunta que me parece central para abrir la cuestión que me interesa abordar
aquí, me refiero a la producción social e histórica de la juventud como una
etapa de la vida con características propias.
¿Por qué pensar la problemática de la identidad de los adolescentes a partir de este film? Quizás
porque uno de los más fuertes propósitos del director ha sido utilizar el cine
para ofrecer un "retrato" o "reflejo" de la fría y cruda
realidad de una gran cantidad de jóvenes norteamericanos.
Ahora bien, encontrar en este film un "reflejo" o "retrato" de aquello que llamamos
la realidad de los adolescentes de hoy supone, por un lado, pensar que existe
la posibilidad de definir a los jóvenes norteamericanos tal como son, y por
otro, pensar al cine como un elemento de la cultura a través del cual sólo se
muestra lo que allí fuera de nosotros encontramos como realidad y, por ende,
cerrar la posibilidad de ver al cine como un lugar de la cultura desde el cual
también se producen significaciones, inscripciones, marcas culturales.
Son los desarrollos realizados dentro del campo de los Estudios Culturales (1)
los que plantean que la realidad "tal cual es" no es posible de asir,
es decir, no tenemos acceso a la realidad si no es a través de lo que desde
esta perspectiva llaman representación. (2)
La representación no es entendida aquí como un proceso mental, o sea, como la
presentación en nuestra mente de lo que entendemos por realidad. Tampoco es
la descripción lingüística a través de la cual se "dice", "expresa"
o "explica" la realidad. Por el contrario, según esta visión, la representación
implica un proceso de significación que participa irremediablemente en su creación.
Es inscripción, marca, trazo, significante.
Esta noción, que se ha vuelto obligada cuando nos movemos en el terreno del
estudio de las identidades, instala la pregunta acerca de cómo los diferentes
grupos culturales y sociales son presentados en las diferentes formas de inscripción
cultural a través de las cuales la cultura representa el mundo social, poniendo
de manifiesto que los modos de ser del "otro" siempre implican descripciones
construidas socialmente en las que participan irrefutablemente relaciones de
poder. Digamos entonces que la representación es un proceso que participa ineludiblemente
en la constitución de las identidades.
Desde esta perspectiva sostenemos que la respuesta a la pregunta acerca de cómo,
quiénes son, qué hacen los jóvenes y adolescentes de clase media norteamericana,
qué es lo que define su identidad, no es absoluta, una esencia o una cosa de
la naturaleza. Por el contrario, es enteramente dependiente de las representaciones
que se construyan para definirlos. En este film, se los muestra las 24 horas
del día entre personas de su misma edad, prácticamente autónomos respecto de
cualquier figura adulta, por fuera de toda institución, viviendo en una única
dimensión del tiempo -el presente-, como si sus identidades se constituyeran
únicamente en relación a su grupo de pares con quienes comparten el gusto por
el consumo de alcohol, drogas y sexo. Se resalta entonces una juventud descontextualizada,
viviendo en un vacío histórico, político y cultural. Sin ningún tipo de lazo
con el pasado, con la historia, con las generaciones antecedentes. Constituida
sólo a partir de la sexualidad, como si esta imagen fuera capaz de mostrar la
propia naturaleza de lo que se considera una etapa más de la vida. Esto es,
como si su relación con las drogas, el alcohol y el sexo fueran pura naturaleza
atravesada por cierto "salvajismo" y no hubiera allí nada del orden
de la cultura. Desde esta perspectiva, la identidad adolescente prácticamente
no se conjuga en las estructuras siempre abiertas de la cultura sino que se
encuentra definitivamente determinada por la biología. La idea de que la adolescencia
o la juventud son etapas del ser humano enteramente definidas por la naturaleza
(en el sentido de desarrollo biológico u orgánico) -como por ejemplo cuando
para explicar el accionar de los adolescentes se utiliza la frase "es propio
de la edad"- tiene que ver con el supuesto de que habría algo natural,
inherente al desarrollo biológico de los seres humanos que determinaría de una
vez y para siempre lo que la adolescencia es. Pero si fuera así, ¿cómo explicar
la perversión del protagonista en cuanto a las vírgenes y el sida? ¿Se puede
decir que es propio de la adolescencia poner en riesgo la "vida" de
los demás y la propia? ¿Se puede decir que el gusto de este joven por las vírgenes
es común a todos los adolescentes y que el tema del Sida no preocupa a ninguno
de ellos? Cuando la juventud es definida sólo desde esta lógica lo que se pone
en juego es la creación de un estereotipo a través del cual se busca conocer
y dar a conocer al "otro", pero a través de un proceso de simplificación,
generalización y homogeneización, en el que "la complejidad de la alteridad
queda reducida a un conjunto mínimo de signos". (3)
Frente a esta postura, se ubican aquellas posiciones que plantean que en realidad,
lo que permite que aquella definición de la adolescencia se presente como "verdadera"
es el proceso de naturalización del que participa. De allí que, según esta visión,
tanto los rasgos que atribuimos a la juventud como la idea misma de que es el
orden de la naturaleza lo que determina a la adolescencia, constituyen una construcción
social, un modo de representación que se ha impuesto como hegemónico en un determinado
momento histórico.
En otras palabras, diremos que no sólo no existe una naturaleza de la adolescencia sino
que además esta forma de entender la adolescencia es una construcción social
introducida en la cultura a partir del desarrollo y fuerte impronta del discurso
biológico y médico desde el siglo XIX en el campo de lo social.
Me parece útil recordar aquí, tal como lo hace Philippe Aries, (4)
que la adolescencia como categoría de edad no siempre existió, más aún, desapareció
de nuestras sociedades en la Edad media y resurgió en la modernidad como efecto
del fenómeno de la escolarización progresiva de la educación, en el siglo XVIII
y XIX. La juventud tal como la conocemos hoy surgió debido a su encierro en
el interior de las escuelas.
La pregunta que surge entonces a partir de este film es ¿qué sucede con este modo de comprender la adolescencia si la misma deja de constituirse
en espacios de encierro como las escuelas para pasar a hacerlo en situaciones
que implican encuentros entre pares, por fuera de lo que hasta hoy conocíamos
como orden instituyente de la subjetividad? Vemos así cómo la descripción que
este film ofrece de la juventud establece una fuerte ruptura con aquella definición
de adolescencia que la modernidad nos legó, es decir, difiere de la histórica
imagen que se ha venido construyendo de los jóvenes. Aquí se los muestra sin
ideales y sin horizontes donde algún futuro sea posible inscribir. Por otro
lado, este modo de ver a los jóvenes en el cual la pregunta acerca del contexto
más amplio o de las condiciones sociales a partir de las cuales se constituyen
queda al margen, no deja de ser un modo de responsabilizar a los propios jóvenes
por el modo de vida que llevan.
Por otra parte, este film nos pone ante un modo de ser adolescente que destituye aquellas visiones que la definían como un tiempo
de transición que presenta el aspecto de un proceso signado por un estado de
crisis, rebeldía, idealismo, creatividad. Tampoco se trata de la poseedora de
un grado de autonomía intermedio entre los niños y los adultos, sino por el
contrario se la muestra totalmente autónoma respecto del mundo adulto y no precisamente
porque haya adquirido la mayoría de edad o haya conseguido un sustento económico
que le permita independizarse (como sabemos, éstas constituían hasta no hace
mucho tiempo las condiciones de pasaje al mundo de los adultos).
Según Henry Giroux, (5) Kids
estimula una pedagogía y una política conservadoras, que no son capaces de establecer
ruptura alguna con los discursos dominantes sobre los jóvenes norteamericanos,
ya que pone de manifiesto un pensamiento compartido por las actuales tentativas
de la derecha de "demonizar" la juventud a través del presupuesto
de que los jóvenes primeramente se identifican con sus cuerpos y especialmente
con sus impulsos sexuales.