Periódico Plural

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"...la realidad siempre educa porque conociéndola podés intentar modificarla"

De sus dos profesiones, ¿por qué se decidió por el periodismo?

Estudié las dos carreras simultáneamente y las ejercí hasta 1994. En ese momento, el crecimiento de mi popularidad hizo que la medicina se contaminara mucho. La gente venía a ver al médico validado por los medios. Era un dilema ético: tarde o temprano, iba a ser incompatible. Tuve que tomar la triste decisión de dejar la carrera, pero fue una decisión acertada.

Ser periodista independiente, ¿es un valor adquirido durante su formación?

No, es vocación propia. Sin embargo, me marcó mucho la beca que hice de periodismo político en EE. UU., en 1985. La Argentina venía de salir de los oscuros años a la democracia; era imposible desarrollar un periodismo con una base mínima de libertad en aquellos años. Fue un despertar a muchos problemas éticos, como el respeto a la profesión y a lo que significa el periodismo en una sociedad. Fue un buen momento para hacerlo porque hoy el periodismo en EE. UU., sobre todo en la época de Bush, tuvo un retroceso en relación con esos principios. En aquel momento, a 10 años del Watergate, un mito en la historia del periodismo, para nosotros que veníamos del subsuelo y para los que comenzábamos en el periodismo político, era una meca de la cual me interesaba conocer muchísimas cosas. Durante la dictadura, fui periodista deportivo; así que no había tenido ni asomo al periodismo político, que no se podía desarrollar sin las condiciones mínimas de respeto a la libertad.

Tras 25 años de democracia, ¿están dadas hoy esas condiciones?

No, no lo están de una forma regular. Yo tuve un episodio, es la primera vez que me sucede, pero vamos a volver a trabajar, con el mismo nivel de libertad. El tema es lo que les pasa a muchísimos colegas, que no tienen una posibilidad por no tener el beneficio de la notoriedad. Porque los que trabajamos con verdadera libertad somos individualidades, pero hay un sistema preocupante que tiene que ver con una metodología de una buena parte de la dirigencia política de no aceptar a los medios como una estructura independiente del poder. Es un problema muy grave y una gran deuda de la democracia. Ningún dirigente político ha tenido la visión de tomar esto como una cuestión de Estado. Es una deuda pendiente, y este Gobierno no tiene la autoridad moral para hacerlo.

El periodismo, ¿es la auditoría que los gobiernos deberían tener a nivel institucional?

Sí, desde la década de los noventa. Paradójicamente muchos de esos programas que asumieron ese rol en esa década, hoy por afinidad ideológica del Gobierno, no las tienen. Es un problema y un desafío. Es lícito que uno tenga una posición ideológica afín con quien sea; pero no, resignar la crítica por esa afinidad ideológica.

¿Por eso hay menos programas políticos en televisión de aire?

Sí, también influye el comportamiento de la sociedad. El desafío es hacer programas periodísticos con recursos más atractivos. En los EE. UU., los programas de periodismo político son un componente de responsabilidad social y tienen su público.

Acá, ¿no existe ese público?

Si bien nunca es mayoritario, el público tiene corresponsabilidad en lo que está pasando. Incluso un público con muy buena formación elige ver otras cosas. Creo que tiene que ver con el desencanto de la política que se originó en 2001: «porque estoy desencantado, no me interesa más». Es un error, debería ser al revés, «porque estoy desencantado, me interesa más». Es un concepto que la sociedad argentina aún no elaboró.

Habla de la responsabilidad de los ciudadanos, ¿y la de los periodistas?

Es muchísima la responsabilidad que cumplimos, en muchos casos, irregularmente. Esta responsabilidad va desde la honestidad y la preparación hasta el lenguaje que se utiliza.

Los medios, ¿educan?

Siempre hay una posibilidad educativa, aunque a veces terminan deseducando. En periodismo suelen mostrarse cosas que pueden ir en contra de la educación, pero mostrar la realidad es un elemento importante nuestro; y es algo necesario para la sociedad. La realidad siempre educa porque conociéndola, podés intentar modificarla. Aunque una cosa es mostrar la realidad, y otra es hacer apología de lo que va en contra de los valores. Desde ese punto de vista, el medio termina siendo contraproducente; ese aspecto es criticable.

El ritmo televisivo, ¿atenta contra la profundización de los contenidos?

Frente a la cultura de lo breve, es un verdadero desafío generar profundidad en la brevedad. La cultura del clip está presente, ¿cómo se hace hoy para que un chico se siente horas a leer? Son cosas quehay que enfrentar.

¿De qué manera?

Dando mensajes breves lo más completos posible; nadie se va a educar desde el punto de lo que entendemos por instrucción a través de la televisión. Para instruirse o hacer una carrera, hay que leer y sentarse horas. La televisión ni la radio ni los diarios están para eso. Al hablar de educación, hablamos de determinado tipo de información para saber lo que está pasando, pero la profundización no es responsabilidad de los medios. Sin embargo, se puede usar la metodología audiovisual para instruir, pero no les corresponde a los medios.

¿Qué les corresponde?

Informar y entretener. Por ejemplo, las telenovelas sobre Derechos Humanos sirvieron desde la ficción para ilustrar a mucha gente sobre algo que quizá desconocía. Pero no por eso, sabe todo sobre el tema. Es una introducción, un valor del medio: generar una inquietud y después completarla con la lectura, búsqueda, etc. Para mí el libro es clásico, pero irreemplazable.

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