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Lic. Graciela H. González, directora de la Escuela de Cerámica Nº 1

En diciembre de 2007, se emplazó en la vereda de la avenida Cabildo al 1700, del barrio de Belgrano, un mosaico en donde cayó baleado el joven Alfredo Marcenac en 2006.

Este proyecto, que realizamos los alumnos y docentes fuera del horario de clases, surgió del acercamiento de los familiares del estudiante –nadador de Necochea, de 18 años–, quienes querían realizar en cerámica una imagen plasmada por ellos en pintura sobre esa vereda. Además de querer homenajear a su hijo fallecido, la familia se acercó por una causa tan legítima como es la de instar a la población a participar en el plan voluntario de entrega de armas implementado por el Gobierno.

Enmarcado en nuestro proyecto de calidad educacional, poder participar a través de la realización de un bien cultural con la producción de un objeto de carácter simbólico ha sido un objetivo trascendente para nosotros como comunidad educativa creadora de artistas en cerámica. A los Marcenac los conmovió mucho que el nombre de su hijo estuviera escrito en mosaicos muy diminutos, y dijeron que con cada uno de estos también estaba representados los alumnos: «jóvenes que quisieron dar testimonio en favor de un mensaje por la paz y por la no violencia».

Como expresión plástica que interactúa con el espacio urbano y con el tipo de arquitectura donde se instaló, se estableció el diálogo interior de la imagen y la relación con el peatón-observador.

Creemos que con este proyecto cumplimos un doble rol educativo y social. En el primero, el sentido del trabajo fue concretar una acción de trasposición didáctica, con el pasaje de una imagen caracterizada por su bidimensionalidad hacia otro lenguaje: el mosaico. El rol social se dio gracias a los padres de Alfredo, que se expresaron a través de la escuela y articularon con una entidad bancaria del sector de servicios. Creemos que –en un mundo mediatizado– es de vital importancia volver al arte y a la educación, regresar a la centralidad de la escuela como lugar del saber que articula con la sociedad. La escuela aspira a que su misión institucional permita reafirmar nuestro compromiso como ciudadanos, en la dimensión cotidiana, en diversos temas, como el derecho a la vida, a la memoria, al respeto por el otro o a la protección frente al maltrato.

mosaico

Como establecimiento educativo, aportamos valiosas herramientas en la construcción de la visión de un mundo en el cual uno vaya marcando al educando como individuo que se manifiesta a través de un hacer con responsabilidades ante la sociedad donde se desarrolla y ante el mundo en general, recapacitando sobre la relación del espacio público. Este se puede concebir como ámbito para resguardar del olvido y para rescatar como testimonio aquellos sitios en los que hayan sucedido hechos donde se ha vulnerado el más apreciado de los derechos: el derecho a la vida, base de todos los derechos existentes.

Este fue un trabajo que, más allá de su valor simbólico y de ser concebido como el primer objeto de carácter mosaico asentado sobre soporte piso en un espacio público, se ha concretado como «una obra atravesada por el corazón», como lo expresó la profesora María Teresa Varela.

Participaron de este proyecto: Stella Maris Laboret (Coordinadora), Amanda Barrios, Cristina Burgos, Susana Mosso, Luis Pardini, Valeria Santiago y alumnos del Bachillerato Técnico y Auxiliar.

Tu experiencia docente puede ser singular.

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