Periódico Plural

Silvia Vaio, docente de Nivel Inicial en la Escuela N.° 13 D.E. 15.

Al entrar en el aula, amplié mi zoom y observé varias situaciones que llamaron mi atención y, para mi asombro, son muy frecuentes.

Situación 1. Ruido-Sonido: Los niños de 4.° grado jugaban en sus bancos mientras una docente y yo verificábamos las grabaciones de las entrevistas que ella acababa de tomar. Uno de los alumnos golpeaba dos palitos, como si fuera una batería y cantaba, pero la docente le dijo: «¡¡¡Shhh, pará con el ruido, no me dejás escuchar la música!!!». Me pregunté cuál sería el concepto de ruido y de sonido que ese día ese alumno se llevó.

Situación 2. Libre expresión: La docente entrevista a una de sus alumnas y le dice: «Contame qué es lo que más te gusta de la escuela y por qué: contame todo, lo que se te ocurra, olvidate de que te estoy filmando...». Al ratito, la alumna es interrumpida por la docente que le dice: «¡Bueno, che, pará, no te vayas por las ramas, hacela corta! ». Me pregunté cuál sería el concepto de libre expresión que ese día le quedó a esa alumna.

Creo que la búsqueda de la concordancia positiva es fundamental, pero me di cuenta de que no era fácil; los docentes no lo vemos en el quehacer cotidiano.

Entendí, que para poder verlo, hay que permitirse otra mirada y permitirla a los otros. Abandonar el ego pedagógico, para poner toda la atención en las vías de salida de los alumnos. En Neurociencias, se habla de la secreción disparada por la imagen. Ejemplo: Si veo a otro sujeto cantar, en mi percepción es como si yo cantara, y cerebralmente hay respuesta. «Si las experiencias son predominantemente atractivas, el deseo por permanecer en el sistema y por abrirse hacia lo nuevo que la sociedad oferta, se incrementa, de allí la importancia que adquiere la luminosidad, los espacios amplios y los docentes afectivos (...) Si en el interior de los grupos escolares se oferta un espacio de intercambio dialógico y lúdico, con tolerancia a las diferencias, la contraposición cultural y el intercambio, los procesos de subjetivación se potencian y las posibilidades de despliegue psíquico se consolidan...”. (Schlemenson, S. (2001): «El tesoro de la simbolización».

En Revista La Educación en los primeros años. N.º 40.) Si todos los actores de la comunidad educativa generamos una comunicación tóxica, es más difícil expresarse por cualquier vía. Debemos abrir la práctica docente, enriquecer el campo, estimular, permitir la expresión, no estar todo el tiempo llenando espacios o tapando silencios; el silencio en un espacio transicional (Winicott, D.: Objetos y fenómenos transicionales.), da lugar a la creación.

Cuadernos muy gordos, llenos de cuentas, sin tiempo para el repaso, hay que cumplir con el currículo... ¿multiactividad o pérdida de tiempo? Hablando con el personal directivo y con docentes de la escuela, surgieron otros aspectos: Pude observar que muchos de esos actores, en este paso por la época atravesada por la complejidad (Morín, E.: Paradigma de la complejidad.), están en una encerrona trágica (Ulloa, F.: Novela psicoanalítica. Paidos. Argentina, 1995.), que a la escuela le pesa la plusvalía de poder (Mendel, G.: «Acerca de la regresión de lo político al plano de lo psíquico». (vol. 1) El concepto de la plusvalía del poder. Bs. As., Amorrortu, 1974.), que las ideologías defensivas del oficio (Fernández, L.: El análisis de lo institucional en la escuela. Bs. As., Paidos, 1998. Unidad II ; Instituciones Educativas, Paidos, Bs. As. 1994. Casos.) son moneda corriente.

Lo más importante es invisible; está... pero no lo vemos, y solo abandonando el ego docente, corriéndonos del lugar para dejar el centro a la propia institución y a la creatividad, un poquito cada uno, todos los días, podemos hacer mucho.

Tu experiencia docente puede ser singular. Escribinos a plural@buenosaires.gov.ar