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Los estudiantes de Pedagogía solían preguntarme, al abordar ciertos temas en mis clases: «...y si esto es tan importante, ¿por qué nunca forma parte de la política educativa?». |
Hoy quiero mencionar brevemente cinco de esas cuestiones en las que estamos plenamente de acuerdo: docentes, alumnos, padres, ricos, pobres, personas de distintos credos religiosos, de distintas orientaciones sexuales y, especialmente, simpatizantes de distintos partidos políticos (o de ningún partido político, que son quizás la mayoría). ¿Por qué esta enunciación de principios? Porque es imprescindible que el debate educativo comience a centrarse seriamente en consensos sobre los fines últimos de la educación; estos son la enseñanza, el aprendizaje, el saber, los valores y la construcción del lazo social |
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Se trata de ideas simples, pero contundentes para cualquiera que conozca el aula de cerca:
La escuela tiene una función social, forma parte del proyecto de la ciudad y del país. Y por eso, no se debe adaptar al cambio cultural: su función es generarlo y regularlo. Somos los educadores los que decidimos qué se puede hacer en la escuela y qué no, qué valores se promueven, qué conductas se aceptan, cuáles se sancionan, cuáles se alientan. Nosotros –no, Youtube; no, los noteros de la tele–. Por eso, la escuela necesita jerarquizarse como espacio de encuentro y de producción de identidad, y por eso, estos son los temas que hoy deben tratarse y discutirse. Creí oportuno volcar estas ideas esenciales a este espacio íntimo y público que es Plural, pues son problemáticas centrales de la escuela que –entendemos– están en el corazón de sus conflictos actuales y apuntan, esencialmente, a afirmar su función social y cultural. Y contra la creencia instalada de que faltan acuerdos o de que sobran conflictos, se trata de cuestiones que cuentan –como dije al comienzo– con un altísimo grado de consenso. Un buen punto de partida para seguir adelante. |