Periódico Plural

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Liliana
El «Taller de Ping-Pong» nació luego de observar a los chicos durante los recreos. No sabían a qué jugar. Corrían detrás de una pelota de papel atada con cinta, que sustituía a la que la seño de turno siempre capturaba. Las chicas saltaban el elástico, y muchos chicos jugaban al histórico Policía - Ladrón. Que los alumnos corrieran en los recreos siempre fue una preocupación para los docentes, y era el principal motivo de golpes, empujones y lastimaduras.

Daniel Alberto Zoppetti, docente de la Escuela N.º 22.

En el sótano de la escuela, había viejas mesas en desuso; a algunas les faltaban las patas; a otras, las tapas; había puertas inutilizadas y pizarrones gastados. Entonces, le propuse a la Directora que rescatáramos esos elementos olvidados para que volvieran a tener vida. Así pusimos en marcha el «Proyecto del Taller de Ping - Pong» para que los chicos pudieran jugar durante los recreos en mesas acondicionadas, sin tener que correr.

El proyecto prendió primero entre los alumnos de 3.º y 4.º grado, con los que empezamos a seleccionar puertas viejas, carteleras, pies de bancos y otros muebles archivados para transformarlos en flamantes mesas de ping-pong. Previamente, trabajé con todo el grupo para prevenir accidentes, ya que la tarea incluía lijar, pintar, perforar y atornillar, y esto supone el uso de diferentes herramientas. También debíamos usar la ropa adecuada para trabajar con esmalte sintético. Por último, confeccionamos una lista de artículos para comprar: lijas, pinturas, cintas, rodillos, pinceles y elementos de higiene.

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Luego comenzamos a trabajar muy duro. Una vez que habíamos lijado todo, limpiamos y marcamos con cinta de pintor los bordes, la media cancha y las patas de la mesa. En ese momento, se sumó el maestro de Matemática, que aprovechó para enseñar medidas centesimales.
Después, pintamos con verde la mesa, con blanco los bordes (previa demarcación con cinta) y con negro las patas. Los más chiquitos confeccionaron carteles: «¡Cuidado!: no tocar» y «Pintura fresca». Luego, armamos una cartelera para explicar los conceptos y el reglamento del deporte. Un papá, interesado en colaborar, se acercó para la confección de paletas de ping-pong con resina.

Muchos chicos ya «habían creado» sus propias paletas con diferentes materiales. Incluso, la Asociación Cooperadora de la escuela nos ayudó para que pudiéramos comprarnos paletas nuevas, redes y pelotitas. Hoy, los chicos de la Escuela N.º 22 juegan al pingpong en sus recreos, en 10 mesas de distintas medidas. Se ríen, juegan, compiten y se divierten respetando los turnos del juego y difundiendo sus reglas. La actividad creció a tal punto que fue necesario colocar carteleras en las que se determinan turnos para cada grado según los recreos. El proyecto está dedicado a mi padre, Agustín, mi primer Maestro de Ping-Pong. Él me regaló mi primer set de ping-pong cuando yo era muy chico; desde entonces, no dejo de disfrutar de este hermoso deporte.

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