Periódico Plural

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Roberto Vega. Coordina talleres sobre el Teatro en la Educación, Juegos Teatrales y Técnicas de Teatro Popular en nuestro país y en otros países de América Latina. Coordinó el programa de Teatro Popular y Animación de Base del CEAL. Presidió el Centro Argentino de Teatro para la Infancia y la Juventud, y la Asociación Argentina de Educadores por las Artes. Publicó El juego teatral. Aporte a la transformación educativa (1997). Actualmente brinda cursos para docentes en la Escuela N.º 19 Roma D.E. 20 y en la Escuela N.º 12 República del Paraguay D.E. 6. y en la ENS Nº80 Sofía Spangenberg.

¿En qué consiste el juego teatral? Consiste en poder construir conocimiento con disfrute y placer; se trabaja en grupos donde todos juegan papeles de emisores y de receptores. Paralelamente a la emisión de cada grupo, los otros grupos reflexionan. Tras la reflexión, el segundo
grupo aprende del primero, así que se socializa y se colectiviza el conocimiento de los alumnos y de la comunidad. Se trata de «sacar lo que se tiene». En el intercambio, comparten conocimiento; incluso en la acción y en la reflexión. Es vital el rol del educador - coordinador, quien armoniza y da consignas adecuadas para cerrar el encuentro, para valorizar.

¿Qué relación hay entre la expresión y la valorización? Hoy estamos inmersos en una cultura de la especulación y no de la autenticidad: si puedo expresarme especulando, doy lo que el otro espera de mí y así yo no aparezco: es la cultura invisible. En la escuela, un alumno se hace visible sólo cuando destruye, no cuando construye. Por eso la escuela tiene que ser un espacio de confianza mutua para que el alumno pueda hacerse visible constructivamente, para lo cual es importante trabajar la autoestima. La expresión auténtica –decir lo que siento y pienso– genera autoestima. Por la desvalorización, se llega a la cultura del silencio.

¿Cómo se transmite esa valorización? Con tres ejes: sentido de la vida, sentido del conocimiento y sentido del conocimiento específico. Si un chico no comprende que su vida tiene sentido, no le encuentra sentido al conocimiento. Pero ¿el educador tiene esos sentidos?, porque el modelo es el que educa; allí aparece la educación, la familia, el trabajo; uno va construyendo desde modelos. No sirve de nada que el tema sea la democracia si el modelo no es democrático.

¿Qué misión cumple la escuela en esta construcción? La escuela debe ser un espacio para saber qué sienten y piensan los chicos, y donde ellos mismos lo sepan porque, para tener autoestima, hay que tener conocimiento de uno y ser reconocido por los otros. Si ese espacio no lo genera la escuela, no se puede desarrollar la autoestima y no se puede hacer lo esencial, que es educar de la participación a la autonomía, sino que se termina enseñando de la participación a la dependencia.

¿Qué papel juega la creatividad en este crecimiento? La creatividad no es solo un concepto artístico. Es un estímulo nuevo a una respuesta nueva, y no, una respuesta vieja estereotipada. Si uno no desafía con nuevas preguntas, no va a encontrar nuevas respuestas; por eso, uno crece con los alumnos.

¿Qué herramientas utiliza?
Trabajo mucho con la mirada, con ella puedo apaciguar o tensionar a un grupo; y se construyen o se destruyen los posibles vínculos. Con la mirada, puedo singularizar al alumno y mostrarle que lo tengo en cuenta. A los educadores, les propongo un retorno a su educación: que piensen en los docentes que los apaciguaban y en los que los tensionaban; luego construyen sus modelos.

¿Cuáles son las inquietudes de los docentes? Todos nos planteamos estas preguntas: si estamos construidos como ciudadanos, si como adultos no utilizamos más el pensamiento especulativo que el auténtico... Un conflicto de los adultos –los chicos lo padecen, pues nacieron en un mundo adulto– es que se ha cambiado el idealismo por el objeto. Esta crisis consiste en que el consumo da lo que no puede dar lo esencial de la vida: es más fácil comprar que amar. Pero la realización no está en tu capacidad de compra, sino en tus valores, como la solidaridad. La escuela está dentro de esa cultura consumista y tiene que crear anticuerpos.

El teatro, ¿es útil para trabajar estos temas? Claro, tanto con los chicos como con los docentes para su práctica. Es acción y reflexión. Muchas veces los chicos no escriben o no hablan por miedo a que el concepto no sea el adecuado. Tenemos que lograr que los chicos se expresen siempre y que construyan desde el error. A veces, tengo un sentimiento, aunque no sepa expresarlo. Soy solidario, aunque no sepa definir qué es la solidaridad. Hay que recuperar esa acción; y el teatro –por ser un juego– permite que uno encuentre su lugar, aunque no le toque ser protagonista.

¿Cuáles son los ejes desde los cuales trabajan? En educación y en comunicación, tenemos dos ejes, uno vertical que es saber-poder; alguien que acata y coincide, por lo cual es aprobado porque coincide y no por construir conocimiento; y uno horizontal de intercambio de saberes y sentires; creo que el saber alejado del sentir está deshumanizado; se trata de construir «en el otro y con el otro».

Desde ese lugar, ¿cómo se construye la autoridad del docente? El buen maestro busca el modo de que el alumno se apropie del conocimiento y lo construya desde sí mismo. Ver cómo acata y coincide no sirve, porque así no crece. Hay que dar espacio al sentir y al pensar de los chicos.

¿Qué problemáticas trabajan? Un grupo presenta una problemática, y el otro grupo tiene que resolverla mediante la acción. Hablando resolvemos todo, pero cuando actuamos, podemos ver las dificultades que tiene operar sobre la realidad. Vemos los problemas de coordinación grupal y los de la práctica. En la coordinación grupal, analizamos el autoritarismo y el paternalismo.

¿Cuál es el principal desafío? Nuestra meta es formar docentes que sean democráticos y sensibles no solo para que cumplan con los contenidos conceptuales, sino para que cumplan con los de ciudadanía y de humanización. Hay que trabajar los valores, porque uno puede saber mucho, pero no hay que usar ese saber para humillar al otro.