Periódico Plural

Lucía María Natalino (foto), bibliotecaria de las Escuelas N.º 6 D.E. 11 y N.º 10 D.E. 19, y Silvina Cueto, docente de la Escuela. N.º 1 D.E. 20, donde se desarrolló la experiencia. Actualmente docente en El Bolsón, provincia de Río Negro.

Acordamos trabajar el proyecto «Cuentos Tradicionales » con alumnos de 1.er grado desde la mirada particular de la Intertextualidad.

Seleccionamos ciertos cuentos, pero luego el proyecto fue ampliándose, y se aumentó la cantidad de títulos previstos debido al interés que suscitaron en los niños las historias leídas y las narradas. Mientras ambas les leíamos para que hubiera diversidad de voces, entonación, gestos y expresión, ellos escuchaban con especial atención. Al renarrar lo escuchado, participaban, expresivos y felices. Elegían e imitaban a su personaje preferido. Entonces, les propusimos jugar con dramatizaciones improvisadas y con guión propio.

Resolvimos grabar sus producciones orales y exponer los dibujos que ellos realizaron de sus cuentos predilectos. Luego, los animamos a que contaran las situaciones similares que descubrían en un cuento y en otro. Ellos deberían elegir entre dos de los seis cuentos que se les había leído. Las seis tapas estaban distribuidas en cada Mesa de Libros: El Patito Feo, La Cenicienta, Piel de asno, El traje nuevo del emperador, El soldadito de plomo, Aladino y la lámpara maravillosa.

Yo iba escribiendo en el pizarrón las similitudes que ellos dictaban. Hicieron, entonces, un largo silencio. Lo pensaron. Y después que una primera alumna expresó una situación común que encontraba en dos cuentos diferentes, se convirtió en el disparador para que los demás aportaran otras situaciones paralelas. Empezaron a enumerar lugares, personajes, deseos, elementos mágicos, comportamientos en común en cada par de cuentos libremente seleccionados por cada alumno. Leían sus frases en la pizarra.

Las confirmaban, las discutían, en definitiva, la palabra estaba en acción por medio de la comprensión de los textos y por la riqueza de la expresión oral. Se iban sumando las ocurrencias a medida que iban «desmenuzando » más y más cada historia en su imaginación.

Estos son algunos ejemplos: «Cairel (personaje de Piel de asno) tenía ropa de asno fea y rota»; «A la Cenicienta el vestido mágico se le convirtió en feo y roto» (Marcelina); «El príncipe se da cuenta de que es Cenicienta por el zapatito»; «El otro príncipe (personaje de Piel de Asno) se da cuenta por las perlitas de la torta» (Adriana y Sofía). Nos propusimos que los alumnos contaran versiones libres de los «cuentos tradicionales» leídos en la Biblioteca y en el aula; que dibujaran y pintaran sus ilustraciones; que se expusieran en el patio de la escuela junto a las fotos como registro de su participación activa. Les sugerimos, a modo de juego, poner los cuentos «en una licuadora», mezclarlos e inventar una nueva historia.

El resultado sería un «cuento colectivo». Este relato fue titulado: Una producción colectiva intertextual. Cuatro cuentos en una licuadora. Invitamos a los padres a realizar un «cuaderno viajero», para dibujar y escribir en familia su cuento tradicional preferido. Hemos recibido palabras de agradecimiento y mucha calidez de su parte: historias orales transmitidas generacionalmente; dibujos artísticos y –lo más importante– la constatación del refuerzo de los vínculos familiares por medio de la creatividad de los cuentos tradicionales.

Tu experiencia docente puede ser singular. Escribinos a plural@buenosaires.gov.ar