Periódico Plural

mariano

editorial

En 1810 emergieron en nuestra sociedad diversos imaginarios sociales, depositando en la superficie de nuestra identidad fragmentos que hoy pueden reconocerse.

Veamos algunos de ellos. El afán de obtener libertad frente a la injuria de sostener la fidelidad al Imperio. La necesidad de encontrarse, reunirse e instituir en su complejidad lo nuestro, lo propio. La derogación de lo que ya ha caducado, y la Ley como sustancia que ocupa aquel lugar vacante. La coexistencia de los distintos entre los iguales y la primacía de la semejanza. La alegría de la vecindad y la vecindad como signo de pertenencia. La voz del pueblo como grito nunca unánime, pero respetuoso de la voluntad popular mayoritaria.

Cada uno de estos fragmentos puede estar hablando de virreyes derrocados y de multitudes frente al Cabildo de Buenos Aires en tiempos pretéritos, tanto como de actualísimos episodios de la vida pública. El dilema no reside en identificar el carácter más o menos universal de estos valores, sino en decidir dónde ponerlos, cómo usarlos, a qué hechos atribuírselos y en qué circunstancias se justifica –y en cuáles no– hablar en nombre de ellos.

En aquellos tiempos, quienes lograron atribuirse con éxito ese lugar legítimo desde el cual los valores universales se ven de cerca y se sienten presentes fue un puñado de semejantes diferentes (pues eran nativos, extranjeros, escritores, militares, letrados, religiosos..., pero a la vez constituían una «Junta», estaban juntos) que interpretó eficazmente el vacío político que demandaba una acción instituyente.

Hoy, como argentinos, el desafío no se nos presenta tan nítido, pero poseemos muchos indicios acerca de los espacios vacantes que demandan sentir y respetar la ley de otro modo. Además, como profesionales de la enseñanza, sabemos recrear en cada aula el sonido actual de esos clamores populares. Al trabajar con nuestros alumnos los hechos de la Revolución de Mayo, entonces, estamos más cerca de saber hoy de qué se trata, de entender con lucidez nuestra realidad y de clamar por lo nuestro también hoy y juntos, como semejantes diferentes que somos.

firma