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Paradójicamente, para llegar al espacio donde se conmemoraría la historia de nuestra libertad, debí atravesar varias rejas, puertas que se trababan a mis espaldas, guardias armados y rituales marciales. Este contraste, sin embargo, se atenuó durante el acto escolar (¡escolar!), que mostró en forma impactante y emotiva hasta qué punto «educarse es construir futuro y liberación personal», y cuán cierto es aquello de que «la oportunidad es el ahora del mañana que elegimos». Una docente tomó la palabra y afirmó: «No voy a hablar de los sucesos del 25 de mayo, sino de cómo llegamos a este 25 de mayo, nuestro 25 de mayo…». Y es que en la cárcel, como en cualquier ámbito signado por situaciones y vivencias extremas, la oportunidad de proyectarse, la posibilidad de decidir y de diferenciarse a partir de las propias decisiones son instancias que multiplican infinitamente su valor y reafirman implacablemente la identidad del estudiante tanto como la del maestro. |
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Para quienes hemos dedicado tantos años a iluminar desde las pedagogías críticas los autoritarismos ocultos del aula, a incrustar en la historia nuestras violencias para entenderlas y desnaturalizarlas y a reconocer panópticos o dispositivos disciplinantes en los rituales escolares, resulta por demás impactante tomar conciencia de algo tan sencillo: el altísimo grado de amor y de libertad que puede connotar un aula. Y cómo un Estado ausente –hasta ahora– había negado esa posibilidad. Espacio de encuentro, con otros y con uno mismo como protagonista de la propia vida. Espacio para empezar a ser o para volver a ser. Espacio para hacerse presente como acto fundamental de la acción educativa. En el polisémico cautiverio de una unidad penal, el trabajo educativo es una fuente inagotable de aprendizajes para todos. Y allí, más que en ningún otro lado, en ese aprendizaje, todos somos educadores y educandos. Cuando se me cedió la palabra, no pude menos que olvidar el papel en el que había esbozado algunas ideas para dirigirme a esa comunidad educativa, e improvisé una pregunta: ¿qué pensarían nuestros patriotas de Mayo de estos días? ¿Cómo verían ellos este país, el barrio, las familias...? Y más allá de las ficciones temporales, creo que sin dudas aprobarían este quehacer y estarían orgullosos de este Proyecto Escuela: hacer posible la oportunidad educativa, llegar a educar absolutamente a todos, y muy especialmente a quienes más necesitan la oportunidad de hacerlo o de volver a hacerlo. |
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