Periódico Plural

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Lidia Grichener

Voluntaria de la Asociación Civil sin Fines de Lucro Missing Children Chicos Perdidos de Argentina. Cada año, unos seiscientos chicos son reportados a Missing Children como perdidos.

La mayoría de los chicos que se pierden son mujeres de entre 13 y 17 años. La mayoría de los niños pequeños que se pierden son sustraídos por sus padres.

El 93% de los chicos reportados como perdidos son restituidos a sus hogares.

¿Cómo surge Missing Children Argentina?

Surge de una necesidad, ya que no había nadie que se ocupara de niños perdidos. Era una ausencia del Estado por cubrir. En 1998 la Red Solidaria comienza a recibir llamados por un chico perdido; se muestra una fotografía en un estadio de fútbol, y el nene aparece. Al tiempo, otro llamado, otra familia. Luego, se viajó a los EE. UU. para ver cómo se trabajaba en otro país con chicos perdidos. Ahí se gesta la idea de crear Missing Children en la Argentina. Actualmente somos un grupo de voluntarios, muy poquitos, y hay un grupo de 14 personas que donan tres horas por semana de su tiempo atendiendo el teléfono desde sus casas. Además colaboran en otras tareas: formación de nuevos voluntarios y actualización de datos en internet. Y hay un grupo de personas que no conocemos que ofrecen voluntariamente sus servicios, como retocar fotos y hacer que sean más nítidas, por ejemplo. Los argentinos somos solidarios; nuestra tarea no podría llevarse a cabo sin el apoyo de todos.

¿Cuántos chicos se pierden por año?

Son unos seiscientos chicos al año reportados a Missing Children, pero –según nuestras estadísticas–el 93% de los chicos reportados como perdidos han sido restituidos a sus hogares.

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¿Quién reporta los casos?

Los padres, un maestro, un asistente social, o la policía y la Justicia que piden colaboración también para encontrar a las familias de algunos chicos. Tenemos dos ítems: padres que buscan a sus chicos y chicos que buscan a sus familias. Son chicos que se los ha encontrado y que, por la imposibilidad de dar sus datos, se dificulta el reencuentro con sus familias. Un chico que está perdido necesita que se lo mire, que se lo escuche y que alguien hable por él. Tenemos que hacer lo que está a nuestro alcance para encontrar a los chicos, es responsabilidad de todos.

¿Por qué se pierden los chicos?

Los adolescentes se pierden por conflictos familiares o por crisis de identidad. La mayoría son mujeres de entre 13 y 17 años. Se van si les va mal en la escuela, si conocen a alguien en internet, si tienen que hacer una tarea doméstica, si quieren ir a bailar y no les permiten, o si mantienen una relación no aceptada por su familia. Muchas veces, toman la decisión errónea de pensar que en la calle van a estar mejor, y son las que más sufren, son más fácilmente engañadas. Los padres le dan más importancia a la pérdida de una mujer que a la pérdida de un varón, como si preocupara menos: «... estará en la casa de un amigo... ya va a volver...», pero en realidad el riesgo es el mismo: el género no distingue en caso de un chico perdido. Otros casos son los chicos sustraídos por sus padres; todavía se cree que si está con la mamá o con el papá, no es un chico perdido. Cuando no se sabe dónde está durmiendo un chico, a qué escuela va, si tiene frío o hambre, es un chico perdido; no importa si está con uno de sus progenitores. Ambos padres tienen derecho a saber dónde están sus hijos, y los chicos tienen derecho a estar con ambos padres. El chico no tiene que perder sus afectos ni su cotidianidad. Estos casos siempre se presentan a través de engaños: se los cambia de escuela, se les cambia el aspecto físico. También están los chicos que tienen deficiencias mentales, que no saben decir su nombre, que se pierden y que, al no poder expresar su identidad, son derivados a alguna institución donde se los ingresa como NN. Pueden pasar muchos meses hasta dar con su paradero. Por último, otros simplemente se pierden, van de la mano y –por alguna razón– se distancian de su cuidador. El robo de niños para ser vendidos o para el tráfico de órganos es más bien una leyenda urbana; la realidad es que la mayoría de los niños pequeños son sustraídos por sus padres.

¿Cómo se debe actuar ante la pérdida de un chico?

Primero hay que entender el concepto de «chico perdido». Si un padre no sabe dónde está su hijo, es un chico perdido. Está naturalizado, aún hay mucha gente que piensa que si el chico está con su mamá o papá, a pesar de haber sido sustraído, no está perdido; igual que cuando en una comisaría, asientan como «fuga de hogar» a una búsqueda de paradero. Una fuga de hogar implica una decisión, pero ¿cómo saber si alguien no lo forzó? La denuncia hay que hacerla en el primer momento: primero busquemos; si fue una picardía, festejamos. Las primeras horas son fundamentales.

¿Cómo puede colaborar la escuela?

Es el lugar donde mejor se puede generar conciencia conciencia. Hablar de lo que significa el conflicto en la casa, en la calle, irse de casa, si se hacen trabajos de «concientización», creemos que menos chicos se perderían. Permitiría que tomaran conciencia de los riesgos de las decisiones tomadas. Cuando damos charlas en las escuelas, nos sorprendemos del trabajo creativo de los chicos, les preguntamos qué harían si se les perdiera un amigo, y nos responden: «Lo llamo, le mando un SMS, pego un cartel en la estación, le pido a la directora de pegar la foto en la cartelera», y eso es lo que se hace. Estos chicos que toman conciencia de la problemática de un chico perdido, antes de irse de la casa por una discusión o de irse a jugar un partido de fútbol con alguien que no conocen, lo van a pensar.

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¿Se puede prevenir?

La mayoría de los chicos perdidos son adolescentes; por eso, insistimos con el tema de internet. Diez años atrás, no teníamos este tipo de denuncias de chicas y chicos perdidos que días previos han estado chateando o que les han ofrecido un trabajo por internet. Es una herramienta maravillosa, pero aconsejamos usar una internet segura, no salir a encontrarse con alguien si no se sabe quién es, tener la plena seguridad de que a quien le doy mis datos es de confianza, no subir fotos, ni propias ni de amigos, sin saber en qué sitio se están subiendo; postear una foto es algo que después no se elimina fácilmente..

¿Puede ser una herramienta útil para encontrar a chicos perdidos?

Nosotros desaconsejamos las cadenas de e-mail porque nunca hemos recuperado un chico gracias a una cadena. Cuando comienzan a circular, pueden ser un caso genuino: el chico se pierde, y la familia en su desesperación hace una cadena de e-mail; uno la ve y la reenvía a todos sus contactos; pero hay muchas que no son ciertas… entonces generan desconfianza en la gente y cuando se recibe una que si es cierta, se duda. Muchos de esos e-mails son falsos desde el comienzo y han sido generados para hacer una broma. ¿Qué pasa cuando el chico aparece? Su foto sigue vigente, circulando, y para ese chico quizá fue un período breve en su vida y no le hacemos ningún bien. Por una cuestión legal, ver fotos de chicos circulando en la web sin la debida autorización nos permite pedir que no circulen más. Hasta hoy nunca encontramos un chico con una cadena de e-mail. El día que eso suceda, cambiaremos de opinión.

¿Qué aconseja al que quiera colaborar?

Se puede ingresar en la página, imprimir el afiche y pegarlo en un lugar donde circule mucha gente. Eso es lo que da más resultado. Algunos papás creen que la difusión en televisión es lo mejor porque llega a muchos hogares. Sin embargo, lo que más resulta es lo gráfico; porque una foto impresa no tiene la fugacidad de una imagen de televisión: en papel se puede volver a ver, observar los detalles y confirmar. De todas maneras, todo sirve: radio, televisión, revistas, banners de empresas, facturas.

¿Qué sucede después de encontrar a los chicos?

Nuestra función termina cuando el chico aparece. Nos encantaría saber qué pasa con esos chicos, pero si no cortamos el vínculo, no podemos tener espacio ni físico ni emocional para ayudar a los otros doscientos chicos que siguen perdidos. Eso sí, les aconsejamos ayuda terapéutica para que trabajen en las familias y en las escuelas.

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