Gabriel Celaya
“La poesía es un instrumento para
transformar el mundo.”
Sancho Panza, nuestro Sancho, el Sancho de Don Quijote, ¿representa
acaso al pueblo español, que “pone su pecho a los hechos,
y buena cara a malos tiempos”? Ciertamente, así parece, porque
es el destino de ese pueblo español, sufrido y sufriente, el que
ha inspirado a Celaya sus mejores poemas.
Este poeta vasco se llamaba Rafael Gabriel Juan Múgica Celaya Leceta
(1911-1991). Firmó como Rafael Múgica sus primeros poemas;
pero, según él mismo nos cuenta, cuando ya recibido de ingeniero
industrial comenzó a trabajar en una empresa familiar, el Consejo
de Administración le advirtió que eso de que un ingeniero-gerente
escribiera versos "podía perjudicar al crédito de la
empresa". Entonces, recurrió a su segundo nombre y su segundo
apellido. Y así nació "Gabriel Celaya". La Guerra
Civil Española lo marcó profundamente, sin embargo permaneció
en España y tuvo una activa participación contra la dictadura
franquista. Quizá fue este hecho el que lo convirtió en
uno de los más grandes poetas sociales de su país y de su
tiempo, y aunque parezca paradójico, su voz adquirió, a
la vez, una dimensión universal al asumir conmovedoramente los
grandes problemas del hombre de todos los tiempos: la libertad, la justicia,
la vida...
A Sancho Panza ((fragmento)(fragmen Sancho Panza (fragmento)
Sancho-bueno, Sancho-arcilla, Sancho-pueblo,
tu lealtad se supone,
tu aguante parece fácil,
tu valor tan obligado como en la Mancha lo eterno.
Sancho-vulgar, Sancho-hermano,
Sancho, raigón de mi patria que aún con dolores perduras,
y, entre cínico y sagrado, pones tu pecho a los hechos,
buena cara a malos tiempos.
Sancho que damos por nada,
mas presupones milenios de humildad bien aceptada,
no eres historia, te tengo
como se tiene la tierra patria y matria macerada.
Sancho-vulgo, Sancho-nadie, Sancho-santo,
Sancho de pan y cebolla,
trabajado por los siglos de los siglos, cotidiano,
vivo y muerto, soterrado.
Se sabe sin apreciarlo que eres quien es, siempre el mismo,
Sancho-pueblo, Sancho-ibero,
Sancho entero y verdadero,
Sancho de España es más ancha que sus mil años y
un cuento.
Vivimos como vivimos porque tenemos aún tripas,
Sancho Panza, Sancho terco.
Vivimos de tus trabajos, de tus hambres y sudores,
de la constancia del pueblo, de los humildes motores.
Sancho de tú te la llevas,
mansa sustancia sin mancha,
Sancho-Charlot que edificas como un Dios a bofetadas,
Sancho que todo lo aguantas.
Sancho con santa paciencia,
Sancho con buenas alforjas,
que en el último momento nos das, y es un sacramento,
el pan, el vino y el queso.
Pueblo callado, soporte
de los fuegos de artificio que con soberbia explotamos,
Sancho-santo, Sancho-tierra, Sancho-ibero,
Sancho-Rucio y Rucio-Sancho que has cargado con los fardos.
[...]
Cantos Íberos (1955)
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