Los narradores
El misterio de los narradores del Quijote
“Tal vez el aspecto más innovador de la forma narrativa en el Quijote sea la manera como Cervantes encaró el problema del narrador, el problema básico que debe resolver todo aquel que se dispone a escribir una novela: ¿quién va a contar la historia? La respuesta que Cervantes dio a esta pregunta inauguró una sutileza y complejidad en el género que todavía sigue enriqueciendo a los novelistas modernos y fue para su época lo que, para la nuestra, fueron el Ulises de Joyce, En busca del tiempo perdido de Proust o, en el ámbito de la literatura hispanoamericana, Cien años de soledad, de García Márquez o Rayuela de Cortázar.
¿Quién cuenta la historia de Don Quijote y Sancho Panza? Dos narradores: el misterioso Cide Hamete Benengeli, a quien nunca leemos directamente, pues su manuscrito original está en árabe, y un narrador anónimo, que habla a veces en primera persona pero más frecuentemente desde la tercera de los narradores omniscientes, quien, supuestamente, traduce al español y, al mismo tiempo, adapta, edita y a veces comenta el manuscrito de aquél. Ésta es una estructura de caja china: la historia que los lectores leemos está contenida dentro de otra, anterior y más amplia, que sólo podemos adivinar. La existencia de estos dos narradores introduce en la historia una ambigüedad y un elemento de incertidumbre sobre aquella “otra” historia, la de Cide Hamete Benengeli, algo que impregna a las aventuras de don Quijote y Sancho Panza de un sutil relativismo, de un aura de subjetividad, que contribuye de manera decisiva a darle autonomía, soberanía y una personalidad original.
Pero estos dos narradores, y su delicada dialéctica, no son los únicos que cuentan en esta novela de cuentistas y relatores compulsivos: muchos personajes los sustituyen, refiriendo sus propios percances o los ajenos, en episodios que son otras tantas cajas chinas, más pequeñas, contenidas en ese vasto universo de ficción, lleno de ficciones particulares, que es don Quijote de la Mancha.
Aprovechando lo que era un tópico de la novela de caballería (muchas de ellas eran supuestos manuscritos encontrados en sitios insólitos y estrafalarios), Cervantes hizo de Cide Hamete Benengeli un dispositivo que introducía la ambigüedad y el juego como rasgos centrales de la estructura narrativa. “
Mario Vargas Llosa. Una novela para el Siglo XXI.
Edición del IV Centenario de Don Quijote de la Mancha.
Real Academia Española – Asociación de Academias de la
Lengua Española. 2004. (pp. 23-24).
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