Los valores económicos o utilitarios son los más evidentes. Los seres humanos dependemos de 40.000 especies de plantas, animales, hongos y microbios que nos proveen alimento, materia prima y medicamentos. El 90% de la población mundial se alimenta de unas 20 plantas. El maíz, el trigo y el arroz proporcionan comida a 3.000 millones de personas. Sin embargo, en la naturaleza hay decenas de miles de plantas comestibles que nunca fueron explotadas como tales. Algunas pueden albergar en su genoma los secretos para crecer en condiciones extremas de temperatura, humedad, nutrientes o salinidad.
La biodiversidad es una inmensa fuente de madera, aceites, látex, fibras y medicamentos. La cuarta parte de los remedios que se consumen en todo el mundo contienen sustancias de origen natural, entre ellas la aspirina, el taxol (que cura el cáncer de ovario), y la vincarina y la vinblastina (que curan la leucemia aguda, salvan cada año a millones de personas y generan un mercado multimillonario). La industria farmacéutica invierte grandes sumas buscando sustancias medicinales de origen natural. ¿Cuántos tesoros quedan por descubrir y se perderán para siempre si se extinguen las criaturas que los fabrican?
Algunos economistas han desafiado a los ecólogos para que le asignen un valor económico a la biodiversidad. El biólogo Hugo Iltis les respondió: "Pierdo la paciencia ante las fariseas exigencias de los inversores, los economistas y los espíritus humanitarios que quieren que los biólogos "demostremos" con pruebas contundentes, aquí y ahora, el "valor" de la biodiversidad y los "daños" de la deforestación tropical. Más bien son ellos, los patrocinadores de la destrucción irresponsable, quienes deberían demostrar al mundo, antes que la sociedad les de permiso para destruirlos, que una especie vegetal o animal, o un ecosistema raro, no son útiles ni ecológicamente importantes".
A los que ignoran o desprecian la necesidad de conservar el ambiente, el biólogo Edward Wilson les ha dicho: "olvidan que los voraces gusanos de una ignota mariposa tropical americana salvaron tierras de pastoreo de Australia cuando el crecimiento excesivo de los cactus las amenazaba. No saben que un "yuyo" de Madagascar, la vinca rosa, aporta los alcaloides que sirven para curar la mayoría de los casos de mal de Hodgkin y la leucemia aguda infantil; tampoco tienen noticia de que un casi desconocido hongo noruego hizo posible la industria de los trasplantes y que un derivado químico de la saliva de las sanguijuelas es un solvente que evita la trombosis sanguínea durante episodios quirúrgicos y después de ellos. Son innumerables los ejemplos similares de una farmacopea que nació con las hierbas de los chamanes y continúa hoy con las curas aparentemente mágicas de la biomedicina actual".