Del carro al cuadro. La historia del fileteado porteño

La exposición presenta la colección de fileteado porteño de Buenos Aires Museo y celebra la reconocida práctica artística local, patrimonio cultural argentino y de la humanidad.

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Del carro al cuadro. La historia del fileteado porteño explora los diversos procesos de adaptación, transmisión y reinterpretación que produjeron cambios significativos en la historia del arte del fileteado porteño. Una práctica artística local, patrimonio cultural argentino y de la humanidad, de la cual Buenos Aires Museo conserva una destacada colección de más de cien piezas con firmas de fileteadores referentes como León Untroib, Carlos Carboni, Andrés Vogliotti, Enrique y Alfredo Brunetti, Luis Zorz, Enrique y Martiniano Arce, entre otros.

Asimismo, la propuesta destaca la presencia de las mujeres fileteadoras, quienes aportan una aproximación renovadora a esta práctica artística local e identitaria de la cultura porteña. Como parte de la programación se proyectará material audiovisual y entrevistas a personalidades referentes de las prácticas del fileteado actual. 
 

La historia del fileteado porteño

Los orígenes

Este género popular de arte local se desarrolló entre fines del siglo XIX y principios del siglo XX en la Ciudad de Buenos Aires en fábricas de vehículos, llamadas carrocerías. La inexactitud de estas fechas se debe, en parte, a que la historia del fileteado porteño se reconstruyó a partir de relatos orales. Según los datos que fueron brindando los artistas fileteadores*, y otros autores que formaron parte de su entorno, no existió  un primer artista ni una fecha exacta para determinar el inicio de esta práctica.

Los orígenes del filete se relacionan con una práctica pictórica de decoración de carros comerciales, inicialmente tirados por caballos, que transportaban productos de consumo diario hacia los diferentes mercados barriales, como los de San Telmo y Abasto.  El propósito de estos coloridos adornos, con ornatos y frases, era distinguir los vehículos y promocionar el negocio de su propietario. En un contexto de oportunidades de crecimiento para las familias migrantes, los filetes se transformaron en un emblema de la prosperidad del trabajo en la nueva ciudad. Al igual que el tango, el origen del fileteado porteño tuvo lugar en un contexto de convivencia de culturas,  entre los sectores populares mayoritariamente inmigrantes, y en zonas relacionadas con el trabajo portuario.

A lo largo de su historia, el filete transitó por restricciones legislativas y cambios en el espacio urbano que fueron transformando la práctica y condicionando su desarrollo técnico y estético. En 1968, se prohibió la circulación de vehículos con tracción a sangre en la ciudad y, en consecuencia,  los carros fueron reemplazados por camiones. En 1975,  una ordenanza municipal prohíbe el fileteado en los vehículos de transporte público de pasajeros, popularmente conocidos como colectivos.

Cada coyuntura histórica diversificó los soportes, los materiales y las herramientas, a la vez que posibilitó la apertura de nuevos espacios de visibilidad, enseñanza, circulación y consumo. Hoy, esta práctica cuenta con grandes referentes femeninos y se extiende hacia los más diversos soportes como superficies murales y publicitarias, objetos de consumo regional, indumentaria, afiches, pintura corporal y vidrieras comerciales.

En la actualidad, el fileteado porteño es identitario y distintivo  de nuestro patrimonio cultural y su práctica está más vigente que nunca gracias a las tareas de formación, difusión y gestión de artistas, a la Asociación de Fileteadores -a quienes agradecemos su generosa colaboración- y a las labores de estudio e investigación, entre las cuales destaca esta exposición. 

En 2006, el Filete Porteño fue declarado Patrimonio Cultural de la Ciudad de Buenos Aires  por la Legislatura porteña y en diciembre de 2015, la UNESCO lo declaró Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad.

La colección de fileteado porteño de Buenos Aires Museo es única en su tipo, ya que conserva piezas originales que pertenecieron a vehículos  y que fueron realizadas por fileteadores históricos.

*Esta información fue tomada del libro:  Barugel, E., y Rubió, N. (1994). Los Maestros Fileteadores de Buenos Aires. Bs. As. Fondo Nacional de las Artes.
Pieza de carro fileteada

El fileteado de tablas: técnica e iconografía

Los primeros fileteadores fueron tres inmigrantes italianos —Cecilio Pascarella, Vicente Brunetti y Salvador Venturo—, quienes enseñaron el oficio a sus hijos. Su lugar de trabajo se encontraba en los talleres de fabricación de carrocerías y el fileteado de tablas era la última tarea a realizar dentro de la cadena de producción. Un buen fileteador debía dominar la técnica y ejecutar con rapidez el dibujo y la pintura para no demorar la entrega del vehículo. 

En el comienzo, los diseños fileteados eran motivos decorativos conformados por líneas onduladas y espiraladas, flores y pequeñas hojas de acanto. Estos se pintaban con esmalte sintético en los paneles laterales y frontales, en las ruedas, en las varas y en las barandas de los carros lecheros, verduleros, panaderos y toneleros. Este primer estilo combinaba letras, imágenes y diseños ornamentales y luego, hacia 1940, se fue enriqueciendo al adaptarse a nuevas superficies y formas de expresión. 

Para realizar las tablas, los fileteadores utilizaban esmalte sintético, un material resistente a los agentes climáticos y al paso del tiempo. Con el correr de los años, los procedimientos de ejecución se perfeccionaron y se adaptaron a la aparición de nuevos materiales, usos  y cambios de soportes. Lo mismo sucedió con los colores.

La técnica del fileteado se ha apoyado siempre  en dos puntos fundamentales: el dibujo y el manejo del pincel de pelo largo. La pintura se realiza en dos partes: la primera es la colocación de colores planos que se aplican con pincel de filetear,  o de letrista,  y la segunda es la aplicación de las luces y las sombras para dar volumen. Las sombras se realizan con una mezcla de color negro y barniz transparente denominada yapán.* 

En términos estilísticos, el filete se caracteriza por la particular convivencia de motivos decorativos —flores, cintas, espirales y otras formas geométricas—, animales, figuras humanas, frases y el uso de una paleta de colores que crea superficies de gran impacto visual. Algunos de los elementos ornamentales que componen los diseños del fileteado, como las hojas de acanto, los óvalos, botones y diamantes, las flores y las líneas espiraladas, encontraron su inspiración en las viviendas porteñas de finales del siglo XIX y principios del siglo XX. Los principales referentes de esta arquitectura local fueron los estilos academicistas foráneos  —de inspiración francesa e italiana principalmente—  y sus citas clasicistas, que se resignificaron en versiones estilísticas locales.  

Con el correr de las décadas, el fileteado de tablas llegó a otros vehículos de transporte. Primero se adecuó a las múltiples superficies de los camiones, que paulatinamente reemplazaron  a los carros,  y posteriormente a los colectivos. Así, se integró al paisaje urbano, otorgando a la ciudad una impronta estética propia y un sello distintivo de la identidad cultural porteña. 

Algunos artistas crearon estilos muy característicos e identificables como los de León Untroib, Carlos Carboni, Enrique y Alfredo Brunetti, Enrique Arce y Luis Zorz, todos ellos presentes en la colección de BAM. El fileteado se consolidó como un género pictórico único y diferente de cualquier otro conocido.

*El yapán es un barniz semitransparente que se utiliza para destacar los volúmenes y el más común se obtiene con la mezcla color negro y barniz transparente. Genovese, A. (2006). Tratado del Fileteado Porteño. Bs. As.: Ed. Grupo Ediciones Porteñas.
 

Las curiosas frases en los vehículos

La técnica pictórica del fileteado compone diseños realizados en colores vibrantes, que incorporan motivos decorativos característicos y letras  con  estilos tipográficos específicos. Las palabras escritas en los fileteados se diseñan como parte de la composición para crear un conjunto armónico.
Las frases y refranes constituyeron una fraseología popular* cuyo significado se relaciona estrechamente con el ideario de la época en que fueron diseñados. Estas inscripciones breves se fileteaban en las partes visibles de diversos vehículos de transporte— frentes, paragolpes y costados— , y hoy han pasado al fileteado contemporáneo en nuevos tipos de soportes y componentes discursivos.

Estos dichos formaron parte de la identidad de los vehículos fileteados, y el tamaño de los paneles donde se pintaban llegaron a tener grandes dimensiones en los camiones. En la práctica, las inscripciones se diferenciaban entre frases de presentación, ubicadas en la parte delantera, y frases de agradecimiento o humorísticas, que se colocaban en la parte trasera, a altura baja para facilitar la lectura. 

Los dueños de carros, camiones y otros vehículos de transporte realizaban los encargos directamente a los fileteadores, y su contenido podía ser de lo más variado y personal. Estas leyendas circulaban por la ciudad, escenificaban la idiosincrasia popular de la época y aportaban una estética propia y original al paisaje urbano porteño. 

En 1931, Jorge Luis Borges dedica el ensayo Séneca en las orillas (revista Sur, Buenos Aires, Año I) a la particular práctica de colocar inscripciones en los carros. 
Aquí, un extracto: “(...) Pero el honor, pero la tenebrosa flor de este censo, es la opaca inscripción No llora el perdido, que nos mantuvo escandalosamente intrigados a Xul Solar y a mí, hechos, sin embargo, a entender los misterios delicados de Robert Browning, los baladíes de Mallarmé y los meramente cargosos de Góngora. No llora el perdido; le paso ese clavel retinto al lector.”

*Cirio, Norberto. 2006. «El filete: crítica bibliográfica y definición teórica», en Alfredo Genovese, Tratado de fileteado porteño: 16-29. Buenos Aires: Ediciones Porteñas

Mujeres fileteadoras

La presencia de mujeres en el ámbito del fileteado porteño se registró por primera vez hacia finales del siglo XX, a cien años de existencia de esta práctica artística y popular. Si bien es posible considerar que algunas mujeres intervinieron en diversos procesos de producción, no se ha encontrado documentación certera que valide este presunto histórico. 

Desde sus comienzos, el ejercicio del fileteado se desarrolló principalmente en espacios masculinizados, como lo fueron las fábricas de carrocerías y los talleres mecánicos, donde se desempeñaron mayoritariamente artistas varones. En este sentido, la enseñanza de la técnica del filete se transmitió de manera informal de artistas conocedores a sus discípulos en estos mismos lugares de trabajo y en grupos reducidos. Ante este contexto, el aprendizaje de la técnica del fileteado porteño estuvo mediado por el acceso restringido a estos ámbitos laborales,  y así permaneció durante gran parte del siglo XX. 

La década de 1990 marcó un punto de inflexión cuando los artistas fileteadores, en busca de una nueva posibilidad laboral, comenzaron a compartir sus conocimientos a través del dictado de clases en talleres abiertos a la comunidad. En 1995, el fileteador Ricardo Gómez ofreció clases personalizadas de fileteado en su taller de Parque Avellaneda y, para su sorpresa, completó el cupo del curso con mayoría femenina. Esta modalidad de enseñanza permitió a las mujeres estudiar la técnica tradicional y desarrollarse profesionalmente. 

En palabras de la fileteadora argentina Cecilia Calvet: “Las mujeres llegamos después y lo que aportamos son ciertos cambios en el discurso y en el mensaje. Todas recordamos las frases detrás de los camiones, que eran algo característico de la época y tenían que ver con los discursos permitidos. Esto resultaba en muchas frases misóginas que formaban parte del sentido común de la época y perduraron por mucho tiempo. Desde que las mujeres pintamos también empezamos a hacer propios discursos que reivindican nuestras luchas.”

En la actualidad, Argentina cuenta con destacadas artistas fileteadoras que aportan un nuevo impulso y una aproximación renovadora a esta práctica artística local e identitaria de la cultura porteña. La presente selección de fileteadoras participantes exhibe algunas de estas búsquedas y voces propias. Las trece artistas fileteadoras son Silvia Dotta, Cecilia Calvet, Paula Di Pietro, Aixa Macarena Villalba, Teresita Mendoza, Mara Demo, Estela Sambataro,  Romina Estefania Storino, Patricia Alejandra Berman, Elina Moncada, Paula Martina Capalbo, Diana Neumeyer y Cynthia Laura Bravo.

Hitos en la historia del Fileteado Porteño

  • El fileteado porteño nace  a fines del siglo XIX como oficio y medio de vida de trabajadores italianos que decoran carros en fábricas de vehículos. 
  • Estos carros transportan mercadería de consumo diario por la ciudad y son muy populares en barrios con grandes mercados,  como los de Abasto y San Telmo.
  • Hacia 1940, el fileteado se adapta a nuevas superficies y formas de expresión y comienza a aparecer en los colectivos y en los camiones, a medida que éstos reemplazan a los carros. 
  • En 1968, se prohíbe la circulación de vehículos con tracción a sangre en la ciudad.  Camiones y colectivos pasan a ser  los herederos del filete.
  • El 14 de septiembre de 1970 se realiza la primera exposición de fileteado porteño  en la galería de arte  Wildenstein, de la calle Florida. Con gran repercusión mediática, este gesto anticipa la llegada del filete como tabla exenta. 
  • En 1975,  una ordenanza municipal  prohíbe el fileteado en los vehículos de transporte público de pasajeros, popularmente conocidos como colectivos.
  • Hacia 1976, la caída en la producción nacional afecta el empleo en las carrocerías y la actividad de los fileteadores. 
  • El fileteado necesita ganar nuevos espacios y se adapta a la publicidad en vía pública, con la decoración de  cartelería y vidrieras,  pero estas actividades caerán en desuso con el avance digital y la llegada de la impresión y la cartelería autoadhesiva.
  • En la década del 1990, el filete vuelve a adaptarse a nuevos soportes, como la pintura de tabla y la decoración de objetos, entre otras. Otro cambio significativo es el modo de enseñanza ya que los artistas comienzan a  dar clases a estudiantes en sus talleres privados.  
  • En 1994, Esther Barugel y Nicolás Rubio publican Los maestros fileteadores de Buenos Aires. El libro compila la historia del fileteado porteño, con un completo registro fotográfico,  entrevistas y anécdotas de artistas históricos referentes. 
  • A un siglo de su nacimiento, las mujeres acceden al universo del fileteado, primero como estudiantes para aprender la técnica y luego como fileteadoras.
  • En 2006, el Filete Porteño fue declarado Patrimonio Cultural de la Ciudad de Buenos Aires  por la Legislatura porteña.
  • En 2012, se realizó el Primer Encuentro de Fileteadores  y,  desde aquel día, todos los 14 de septiembre se celebra el día del Fileteador, en conmemoración a la primera exposición de 1970.
  • El 1 de diciembre de 2015, la UNESCO declara al Filete Porteño Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad.

Curaduría: Paula Carrella
Realización y edición audiovisual: Gustavo De Gennaro
Coordinación de montaje: Diego Gentile 

Defensa 223