Colección

La colección del museo recoge la expresión plástica de varias generaciones de argentinos.

Compartir en redes

Obras del siglo pasado y, sobre todo, del presente dan cuenta del aporte fundamental de la generación que organizó e institucionalizó el arte en nuestro medio. Justamente, la de Eduardo Sívori fue una generación inquieta y talentosa que produjo obras fundamentales para el país y que se inserta en una época de grandes cambios. Esa nueva realidad que establece una sensibilidad y un destino será expresada por diversos acontecimientos en el ámbito de la plástica nacional. Autores tradicionalistas y grupos renovadores aportarán sus expresiones propias al quehacer cultural de la nación.

Al despuntar el siglo, varios artistas adhirieron a un tipo de pintura aireplenista de diversas procedencias, y sus discípulos, en la línea del impresionismo francés; Fader, la vertiente alemana; Brughetti y Lazzari, la de los manchistas italianos. Se constituyó además el grupo Nexus (Collivadino, Quirós, Rossi, Ripamonte, entre otros), que supuso el intento de una lectura moderada y personal de las nuevas tendencias. El arte argentino se esforzaba en la búsqueda de una imagen propia a través de un posimpresionismo aggiornado a las necesidades y características locales. La tendencia hispana, comprometida por el aluvión inmigratorio y la influencia francesa, se renovó a partir de la exposición internacional del Centenario, aunque implicó también el ingreso oficial del impresionismo en nuestro medio. El contenido anímico de la pintura argentina priva sobre lo meramente óptico, y el resultado se expresa en la calidad de las obras de esta primera etapa del siglo, de la que da cuenta gran parte del patrimonio de este museo.

La década del 20 significó renovación para el lenguaje plástico. Se inauguró con dos muestras de los pintores Pedro Figari y Ramón Gómez Cornet, antecedentes de la histórica exposición de Emilio Petorutti realizada en 1924. Todo un movimiento de jóvenes artistas interpretados por la publicación “Martín Fierro” respaldó el espíritu nuevo y las formas inéditas en cada una de las artes. Así se instaló este espíritu moderno, que logró establecerse en la década siguiente merced al aporte de una larga lista de grandes creadores. El posimpresionismo, ya instalado, se enriquecerá con las traducciones locales de las primeras vanguardias del siglo, en especial el cubismo y el fauvismo.

Entre los artistas de esta generación destacan Lino Enea Spilimbergo, Horacio Butler, Aquiles Badi, Raquel Forner, Alfredo Bigatti, Pablo Curatella Manes, Héctor Basaldúa, Pedro Domínguez Neira, Antonio Berni. Algunos de ellos se agruparon en instituciones como la Asociación Amigos del Arte (1924) o el Taller Libre (1927), en torno de la figura de Alfredo Guttero. En esta década sobresale, además, la tarea de pintores y grabadores de tendencia social que venían trabajando hacía años (Artistas del Pueblo, los pintores de La Boca), y en los ‘30, descolló el aporte de una pintura de corte surrealista (Berni), la abstracción (Juan del Prete), el muralismo y el Grupo Orión, también de imagen surreal.

Las tendencias abstractizantes encuentran una expresión original en el arte concreto de los ‘40; arte racional, sin anécdota, arte de pura visualidad para un mundo técnico. Revista “Arturo” (1944), Arte Concreto Invención. Luego, Madí, con la intención de atenuar el discurso objetivo de los concretos, particularizándolo a partir de la impronta de los materiales y el color. La abstracción abrió sus vertientes libre y geométrica en múltiples movimientos. Cabe citar las experiencias de Lozza y su “Perceptismo”, el “Espacialismo” de Fontana, las derivaciones del concreto en los años 50, el arte cinético, la pintura generativa y la Nueva Abstracción, ya en los ‘60. Dentro de las tendencias más libres y de actitud ocupa un lugar el Informalismo, arte del gesto y la materia, arte de actitud que dará paso a las expresiones más conceptuales del pop y sus derivaciones, que el Instituto Di Tella sabrá reflejar. Vale mencionar también la Nueva Figuración, con su especie de automatismo figurativo, y el Pop, con su imagen directa, espontánea, consumista, de gran impacto. También el Hiperrealismo y el Arte de Sistemas.

El Museo Sívori actualiza y enriquece su patrimonio con la incorporación de obras premiadas en los concursos que organiza, especialmente el Salón Manuel Belgrano. Por este medio, las últimas tendencias ingresan a una de las más importantes colecciones del arte nacional.

La mera descripción de episodios destacados de la historia de nuestro arte, estrechamente vinculados con el arte del mundo, del cual dejamos aquí un simple esbozo, no revela, desde luego, la verdadera situación del arte con sus fuerzas de acción y reacción, de ahondamientos de lenguajes personales e innovaciones ruidosas, de un tramado exclusivo de espacio y tiempo, crítica y escuela, moda y arraigo, que sólo el inventario general de obras y la historia revelarán adecuadamente en el futuro.