Durante sus diez años de carrera curó y participó en proyectos que la vincularon, no solamente a la escena artística, sino también al mundo del marketing cultural. Proyectos como el relanzamiento del Museo de Arte Moderno, ser curadora de la Fundación ICBC, curar durante cinco años a la marca Cynar y autogestionar constantemente proyectos culturales.
Como curadora sintió desde muy temprano la necesidad de trascender las paredes blancas de un museo o de una galería, enfocándose en el arte, en el espacio público y cuestionando el rol tradicional de los curadores y curadoras, en una búsqueda personal y ampliada de lo que significa la curaduría.
Construyó de esta manera su propia identidad y estilo, proponiéndose tender un puente entre los diferentes territorios y mundos artísticos.