Domingo 20 de Noviembre de 2022

La historia de Tomás Debeliuch, ganador del Concurso Startup 2022

Es el inventor del impulsor eléctrico inteligente adaptable a cualquier silla de ruedas, que se puede manejar con un joystick analógico o desde una app diseñada por él.

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“Cada patología es única; por eso no hago producción en serie, si no todo lo contrario: fabrico un producto customizable y ajustable a cada persona”, explica Tomás Debeliuch (26), ingeniero industrial y CEO de ImpulsAR Movilidad, en su taller ubicado en el barrio porteño de Devoto, mientras maneja desde su celular una silla de ruedas acoplada con su impulsor eléctrico, que pareciera moverse sola por el taller.

El joven emprendedor, que ganó el concurso y fue premiado con 3 millones de pesos por el Gobierno de la Ciudad a través del Ministerio de Desarrollo Económico y Producción, cuenta que su principal motivación para desarrollar el proyecto fue el concepto de “micro-movilidad” y la dificultad en relación a las importaciones de repuestos y los costos de los productos similares que son traídos desde el exterior.

—¿Cómo empezaste a trabajar en el proyecto?
—Lo primero que hice fue comprar monopatines eléctricos y desarmarlos para ver cómo estaban hechos y cómo funcionaban. Me fascinaba el hecho de que un aparato que pesa 10 kilos pueda transportar a una persona. En 2019, comencé a fabricar el prototipo en el taller mecánico de mi abuelo, en 2019. Al principio, era todo muy manual, no tenía estas máquinas ni tampoco impresora 3D. En ese momento todavía era un hobby. Todo empezó a cambiar después de que presenté el proyecto en una feria anual que hace todos los años la Universidad Nacional de San Martín (UNSAM). Después de ese evento, me anoté en el concurso #Vos lo hacés - Edición Universitarios del Gobierno de la Ciudad y gané el segundo puesto; el premio -2 mil dólares- me ayudó un montón como inversión para empezar a profesionalizarme con la marca.

—¿Qué es lo que más te emociona de este proyecto?
—Que me digan que les encantó el producto. El otro día me mandó un audio una señora de San Miguel para preguntarme por la autonomía del impulsor y para ver si le duraba la batería, porque quería recorrer más de 50 cuadras. Que las personas tengan la confianza de querer hacer esa cantidad de cuadras con la silla me fascina, porque significa que la están usando y que les funciona fenómeno.

—¿En qué pensás invertir la plata del premio?
—Una de las inversiones que voy a hacer es un router CNC para trabajar sobre todo las piezas de aluminio. Las impresoras 3D trabajan con un sistema de confección de piezas por adhesión. Los routers CNC, a diferencia de las impresoras, se manejan a través de mecanizado por extracción: uno pone las placas de aluminio y la máquina va replicando el diseño, lo cuál alivia un montón el trabajo manual.

"Que las personas tengan la confianza de querer hacer esa cantidad de cuadras con la silla me fascina, porque significa que la están usando y que les funciona fenómeno", se emociona Tomás.

La entrega de premios del Concurso Startup del Año 2022 se llevó a cabo el 20 de octubre, como parte del evento que nucleó en la Ciudad al Grupo de Liderazgo Climático (C40). El programa fue organizado por el Ministerio de Desarrollo Económico y Producción, a través de la Subsecretaría de Cooperación para el Desarrollo Económico y la Producción, y de la Cámara Empresaria de Medio Ambiente (CEMA).

El concurso, al cual se inscribieron un total de 75 proyectos innovadores, tuvo como objetivos el desarrollo de iniciativas innovadoras y el establecimiento, como punto de partida, de proyectos viables, escalables y futuros generadores de empleo.

—¿Cómo es el tema del acceso al producto: cualquier persona lo podría llegar a comprar?
—Creo que, en estos casos, no debería prevalecer el precio: esta silla la va a utilizar una persona como reemplazo de sus piernas; yo no puedo, de ninguna manera, bajar la calidad de los materiales para reducir costos de producción y volver la silla más accesible o masiva. Si bien, intentamos ser muchísimo más accesibles y más cercanos que las sillas importadas -estamos manejando precios por debajo de los 300 mil pesos; una silla importada de estas características está arriba del millón y medio-, creo que no sería correcto decir que absolutamente cualquier persona puede acceder a nuestros productos.

—¿Cuáles son tus aspiraciones?
—Siento que tengo un proyecto que está para mucho más que quedarse solamente en ventas particulares. En ese sentido, me encantaría poder ver la tecnología de ImpulsAR Movilidad aplicada en hospitales públicos, y en los sistemas de Obras Sociales o Medicina Prepaga. También sería un gran logro que se implementara el producto en cuestiones vinculadas a la accesibilidad para todo lo que son los edificios públicos.

Tomás también contó que la idea a futuro era poder avanzar en cuanto a inversión en tecnología y maquinaria, para poder optimizar todavía más tanto la customización como también la producción de los impulsores. “El norte sería que las personas pudiesen tener algo completamente adaptado y personalizado en una semana”, profundizó.

Además, el emprendedor subrayó que se podrían explorar muchísimo más los desarrollos que tienen que ver con la app que controla el movimiento de los impulsores. “Se podrían agregar, por ejemplo, comandos de voz o funciones de reconocimiento facial”, destacó Debeliuch, quién se encuentra actualmente trabajando para mejorar la aplicación en conjunto con la empresa Global Logic, del grupo Hitachi.

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