La historia del servicio de transporte escolar está signada por la presencialidad de los estudiantes en la escuela y por brindar el traslado de los alumnos y sus docentes hacia las excursiones didácticas y las actividades educativas que enriquecen la vida escolar.
Durante la primavera del 1900 el Consejo Nacional de Educación sugería a los docentes realizar excursiones didácticas con sus alumnos para “el estudio de todos los seres de la creación” de manera “intuitiva y práctica” y les indicaba elegir sitios “sanos y exentos de peligros” circunscriptos a los límites de la Capital Federal. Cuando las exigencias didácticas requerían un ómnibus “corre de cuenta de los padres de familias el pasaje, debiendo los consejos escolares costear del fondo de matrícula el de los niños que tengan matrícula gratis, a pedido que les hagan fundadamente los directores” (El Monitor de la Educación Común. Consejo Nacional de Educación.1900).
En 1917 el Ministerio de Educación Nacional alquilaba carros para el traslado de los escolares “para facilitar la concurrencia de alumnos en algunos lugares, el Consejo alquila carros que permiten el acceso de los niños a las escuelas, llevándolos, a la terminación de las clases, hasta sus domicilios o cerca de ellos”. El propósito era que “en las escuelas de población escolar dispersa hay que asegurar la asistencia regular de los alumnos, por medios seguros de transporte”. (Educación común en la Capital, Provincias y Territorios Nacionales año 1917: informe presentado al Ministerio de Instrucción Pública Dr. Ángel Gallardo).
En 1925 el Consejo Nacional de Educación celebraba la asistencia de los alumnos a las aulas e informaba los diferentes medios de transporte que utilizaban: “Y es un edificante espectáculo presenciar a la entrada y salida de clase todas las escenas correlacionadas con el enjaezamiento de los animales, a veces redomones, que hasta niñitos de 6 a 8 años, varones o mujeres indistintamente, ensillan y desensillan; y ver después cómo montados de a tres y de a cuatro en cada cabalgadura, se largan a media rienda por las cuestas y pedregales”. En algunos lugares el Estado proveía medios de transporte para la asistencia a la escuela. “Y en ocasiones de las festividades patrias o de grandes solemnidades los vecindarios aportan también su concurso para que la caravana de los niños asista a magnificar el acto con la nota alegre de sus cantos y sus manifestaciones bullangueras”. (Educación común en la Capital, Provincias y Territorios Nacionales año 1925: informe presentado al Ministerio de Instrucción Pública (1925) Consejo Nacional de Educación).
“Los maestros son directamente responsables de todo exceso que cometan los niños en su régimen alimenticio o higiénico durante la excursión, debiendo aprovechar para realizarlas días de buen tiempo y elegir sitios sanos y exentos de peligros; e impedir que los niños compren alimentos nocivos durante el trayecto y así mismo revisar las provisiones de boca que traigan de sus casas, instruyéndolos previamente sobre estas nociones higiénicas”.
Art. 3 Excursiones Escolares. Reglamentación (El monitor de la educación común. 1900.Buenos Aires)