A través de declaraciones a la prensa realizadas por Quinquela Martín, sabemos que uno de sus sueños incumplidos fue asfaltar de colores las calles boquenses. Así, según sus palabras, “La Boca sería como una inmensa sonrisa junto al Riachuelo”.
A poco tiempo de haber inaugurado el Museo al aire libre “Caminito”, Quinquela se proponía seguir transformando el entorno urbano mediante intervenciones cromáticas. Convencido de la positiva influencia que el color tendría sobre el ánimo y el carácter de las personas, el gran maestro boquense inundó de colores su aldea: multiplicó el color en los frentes boquenses, en las aulas de la escuela-museo, y hasta en los delantales de sus maestras.
También coloreó un trolebús que atravesaba Buenos Aires, las embarcaciones de una empresa de remolcadores, y su propio ataúd. Los consultorios del hospital odontológico que donó para el barrio se pintaron de vivos colores, y el artista llegaría a afirmar orgulloso que, gracias a la benéfica influencia del color, allí los niños lloraban menos que en otros hospitales…
Como quedó dicho, un sueño quedó incumplido: asfaltar de colores las calles de su barrio.
En el año 2015, al cumplirse el 125º aniversario del natalicio de Benito Quinquela Martín, el Museo de Bellas Artes de La Boca propuso a la comunidad cumplir en parte aquel sueño. El proyecto consistió en intervenir cromáticamente las veredas y la calzada de la Avenida Pedro de Mendoza, en el tramo correspondiente al frente del edificio de la Escuela-Museo y Museo de Bellas Artes de La Boca. Para esto, se convocó a la comunidad, a las instituciones, comunidades educativas, artistas, vecinos…
Muchas ediciones posteriores fueron realizándose a partir de aquella fecha, renovando el paisaje cultural, cumpliendo el sueño inconcluso del artista, en forma de homenaje a quien tanto hiciera por el barrio.