Los jardines botánicos y de aclimatación
Los jardines botánicos acompañan la historia del hombre desde que a través de sus viajes por el mundo y el conocimiento del valor de las plantas, comenzaron con su aclimatación y domesticación. En nuestro país, ya desde la época colonial, hubo precursores de jardines de aclimatación en nuestras tierras.
Los jardines botánicos y de aclimatación en la Ciudad de Buenos Aires
Antecedentes
Desde los mismos comienzos de la historia, el hombre, se ha visto íntimamente relacionado con las plantas de su entorno, aprendió a conocerlas, utilizándolas para su alimentación, vestido y vivienda. Con el paso del tiempo y a partir de la investigación les encuentra nuevas aplicaciones, descubriendo principios tóxicos, medicinales, tintóreos, etc.. Como consecuencia de todo ello acrecienta su interés por los vegetales, comenzando a cultivarlos y tratando de tener a su alcance la mayor cantidad de especies junto a su morada. Nace así el jardín y la huerta familiar.
Los antecedentes más antiguos que se conocen de la Botánica se remontan a la Grecia antigua con Teofrasto en su Encyclopedia Universalis del siglo IV AC. en la que se describe a las plantas conocidas por entonces, siendo además el primer creador de un Jardín Botánico en las cercanías de Atenas. La Botánica era una orientación de la Medicina y los jardines botánicos eran un apoyo didáctico para los estudiantes.
Los árabes, en el siglo X fueron quienes dieron mayor desarrollo a las aplicaciones medicinales de las plantas, poseían sus propias colecciones para investigación y uso.
Los jardines botánicos como los conocemos hoy en día surgieron en los albores de la modernidad, cuando comenzó la introducción en Europa de especies exóticas de América y África en primer lugar, luego de Oriente y Oceanía. Estas especies vegetales requerían un cuidadoso proceso de aclimatación y prueba para su incorporación bajo cultivo en los jardines de Europa.
Los primeros jardines botánicos modernos fueron desarrollados en el Renacimiento, a partir de las colecciones que albergaron los monasterios del Medioevo. Estos jardines medievales eran conocidos como Hortus conclusus. Durante las invasiones y guerras los monasterios fueron refugios ocasionales que lentamente se convirtieron en centros de vida autosuficiente. Tras los muros de castillos, fortalezas y monasterios comenzó a desarrollarse una actividad que mantendría viva la esencia del jardín: el huerto, que estaba ligados no sólo a la alimentación de la población sino también a la medicina medieval.
El primer jardín diseñado como tal es el de Pisa, creado entre los años 1543/44 por Luca Ghini a pedido de Cosimo de Medici, seguidos por los de Padua, Florencia y Bolonia. Fueron los primeros jardines de aclimatación y pruebas relacionados con centros académicos, acompañaron al desarrollo de la ciencia y las disciplinas científicas actuales.
Estos espacios de plantación eran generalmente pequeños y de planta cuadrangular, con subdivisiones internas para una perfecta ordenación interior. Las familias botánicas eran reunidas en un orden taxonómico que mostraba la clasificación general de las plantas, reflejo de la Ilustración y el Enciclopedismo.
La formidable obra de los naturalistas como Linneo, Von Humboldt, Bonpland, con la catalogación sistemática y la ubicación taxonómica fundaron, con el acopio de material y notas de expediciones científicas de ultramar, las bases de la botánica moderna.
Con los cambios en las corrientes de paisaje que se desarrollaron en Europa sobre todo en Inglaterra, la aparición del Jardín Apaisado inició el desarrollo de los Arboretum.
Iniciativas en nuestro país
Durante la vigencia del Virreinato del Río de la Plata, hacia 1770, el agrónomo Don Martín Altolaguirre en su quinta de la Recoleta cultivaba plantas exóticas y realizaba experiencias agrícolas junto a Manuel Belgrano e Hipólito Vieytes entre otros. A ellos se debe la introducción de lino y del cáñamo como textiles. Su hermano, el franciscano Francisco de Altolaguirre, traía de sus viajes a España diferentes especies, entre las cuales se destacan las primeras plantas de olivo introducidas en Buenos Aires.
Lo atestigua Bartolomé Mitre en su Historia de Belgrano y de la Independencia Argentina que dice lo siguiente: “Belgrano a su vuelta de Europa se ligó con los agrónomos que había en el país siendo el más notable de la época Don Martín Altolaguirre cultivador de plantas exóticas en cuya quinta, inmediata a la Recoleta, se entregaba Belgrano a sus experimentos agrícolas industriales”.
Por su parte, Hipólito Vieytes publica en el periódico Semanario de Agricultura, Industria y Comercio un material “Lecciones Elementales de Agricultura”, donde expresaba: “El cuidado de las plantas es una virtud necesaria a la sociedad y con más particularidad en estas provincias del virreinato, cuyas inmensas llanuras lo exigen”.
El jardín de aclimatación de las provincias unidas
La primera “Escuela Práctica Agrícola” que tuvo el país fue creada durante el gobierno del general Martín Rodríguez el 7 de agosto de 1823 en la Recoleta. Los estudios tenían una duración de dos años, y a él podían acceder jóvenes entre 16 y 20 años.
La dirección en un primer momento estuvo a cargo de Federico Guillermo Schmaling y luego se contrató al inglés Alejandro Pablo Sack, quién llegó a Buenos Aires con catorce cajones con distintas plantas y semillas. Sack fue nombrado “Jardinero Botánico” de las Provincias Unidas, creándose además un “Jardín de aclimatación”. Sus finalidades eran: “hacer las plantaciones y cultivos de cada planta de utilidad para paseos, parques, combustibles y todo género de construcciones e igualmente la plantación y cultivo de todo género de flores, árboles frutales, plantas medicinales, granos, raíces…”
Durante la gobernación del Coronel Manuel Dorrego, este jardín de aclimatación fue decayendo, perdiéndose las valiosas especies allí cultivadas. Un inventario de 1828 menciona que aún quedaban dalias, rosales, álamos, ciruelos, damascos, manzanos, laurel, vides, entre otras. En agosto de 1828 el jardín se suprime para ampliar el Cementerio contiguo (La Recoleta) ya que las necesidades de la Ciudad así lo exigían y porque el jardín no había dado los resultados deseados. Se cree que los “Gomeros” que se encuentran plantados frente a la Recoleta data de esa época (1826), que se salvaron por estar fuera del terreno destinado a la ampliación del cementerio.
También es destacable el solar conocido como “Casa Amarilla”, donde por 1820 se encontraba la quinta de Diego Brittain, con bellos jardines y donde se obtuvieron las primeras peras de agua en el país. Por otra parte, el botánico escocés John Tweedie, llega a Buenos Aires invitado por las autoridades para dirigir una “Escuela Práctica de Agricultura”, que finalmente se instala en el predio de Santa Catalina, en Llavallol, donde se funda una colonia agrícola. La labor de Tweedie en la clasificación botánica de nuestra flora fue intensa, recordándose en varias especies (Calliandra tweedii, Blepharocalyx tweediei, por ejemplo)
El jardín botánico del sur
Durante la intendencia de Don Torcuato de Alvear, se funda el Jardín Botánico del Sur. Ubicado en el barrio actual de Parque Patricios, se inauguró en 1884, al oeste de la actual plaza España. Fue el primer criadero municipal de plantas destinadas al embellecimiento de los paseos públicos de la ciudad. Comprendía una superficie aproximada de cinco manzanas, con ocho invernáculos (cuatro fríos y cuatro calientes) un gran umbráculo conservatorio y varias glorietas que albergaban una nutrida variedad de plantas ornamentales, cultivándose en gran escala plantas florales y para interiores, además de palmeras y arbustos envasados cuya finalidad era conformar las ornamentaciones oficiales. Este vivero desarrolló sus actividades hasta 1960 en que pasó a formar parte de la Plaza España en el barrio de Constitución.
En 1874, Sarmiento presentó al Congreso Nacional el proyecto para crear en los terrenos llamados “Palermo de San Benito”: un paseo público que habría de denominarse Parque 3 de Febrero. La ley se promulgó el 27 de junio de 1874 con el número 658 que en su artículo 5º dice textualmente así: “El Parque 3 de Febrero contendrá a más de las planta y árboles exóticos , de ornato o utilidad, ejemplares de la parte de nuestra flora que sea por su rareza, aplicación a la industria, o belleza digna de estudio, propagación y cultivo”, “La fauna argentina será igualmente representada en las especies útiles o peculiares del país, a más de los animales de otros países que se procurará adquirir para propender a su aclimatación”.
En 1888 el Parque 3 de Febrero pasa a jurisdicción Municipal y el 26 de junio del mismo año, el Intendente Dr. Antonio Crespo envió al Consejo Deliberante un proyecto de ordenanza estableciendo entre otras las siguientes disposiciones:
“Art. 1.- Destínese para la formación de un Jardín Zoológico-Botánico, la parte del Parque 3 de Febrero comprendida dentro de los límites siguientes: por el Sudoeste, Avenida Santa Fe; por el Oeste, Avenida Sarmiento; por el Noroeste el Río de la Plata y por el Este los límites del Parque”.
“Art. 5.- Las nuevas instalaciones del Jardín Zoológico-botánico se constituirán en la parte Sudeste, comprendida entre la Avenida Santa Fe y Avenida Alvear, debiendo aprovecharse para la fundación de esta Sección todos los elementos de plantas y animales existentes en la actual Sección Zoológica, sin destruirlos.”
El Jardín Botánico del artículo 5º de la Ley Nº658 y el Proyecto de Ordenanza de 1888 del Intendente Crespo, sobre formación de un Jardín Zoológico-Botánico nunca llegaron a concretarse.
El 22 de febrero del año 1892, el entonces Director General de Paseos Públicos de la Capital, el arquitecto paisajista Don Carlos Thays elevó a la Intendencia Municipal, a cargo de Don Francisco Bollini, un proyecto (Expediente Nº 2661-D-1892), en el que exponía la necesidad de la creación de un Jardín Botánico de Aclimatación, que atendiera por igual a objetivos científicos, recreativos y paisajístico. “…Deseando que el trazado mismo del jardín constituyera elementos de instrucción, dispuse el trazado de modo que en él fuesen representados los tres estilos adoptados en la arquitectura paisajista, es decir el estilo simétrico, el mixto y el pintoresco”, al decir de Carlos Thays.
En dicho proyecto se aconsejaba que el lugar más adecuado para formar ese jardín, era el terreno situado en la calle Santa Fe a la altura del Parque 3 de Febrero, donde funcionaba el Departamento Nacional de Agricultura, “a fin -expresaba- de efectuar en aquél plantaciones que ya no podían tener ubicación en el Vivero Municipal por hallarse colmado”. Señala las ventajas que reportaría la cesión del terreno ya que brindaba la posibilidad de “formación de un Jardín Botánico de Aclimatación cerca de los paseos de la capital y, sobre todo, de Palermo y del Jardín Zoológico, constituyendo así, con nuestras colecciones vegetales -agrega la nota-, un conjunto del cual la visita sería, a la vez, una distracción y un elemento poderoso de instrucción para la población bonaerense”. Expresó el naturalista Cristóbal M. Hicken, a cuya memoria se dio el nombre a la Escuela de Jardineros. “…Un jardín botánico no es un parque más dentro de los jardines de recreo de una ciudad. El jardín botánico debe tener las características de un museo, pues es archivo colección de plantas y debe tener también la de un laboratorio, en cuanto sirve para el estudio…”.
Nuevas Funciones de los Jardines Botánicos
Un nuevo horizonte cultural ha generado una corriente más amplia en la concepción de los Jardines Botánicos: participación mayor del público en el proceso de conocimiento y concientización, incremento del intercambio entre instituciones afines en redes internacionales para la conservación de las especies en peligro, fortalecimiento de la función educativa, desarrollo de programas de investigación y de una mayor actividad en la custodia y conservación de los recursos naturales de su región de influencia, además de convertirse en lugar de visita periódica.