Junio 2019

Columnas de opinión del Procurador General

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Los Principios Generales como Fuente del Derecho y como Guía para la Gestión Pública

Los principios generales constituyen no tan solo una de las fuentes del Derecho, sino también una guía que orienta muchas veces las decisiones que deben adoptarse en la gestión pública. Ellos representan el fundamento natural que da base, contenido (sustancia) y estructura a un determinado ordenamiento jurídico. Y como enseña el maestro Cassagne, guardan además estrecha relación con la justicia o con el derecho natural, en el que encuentran su fundamento. Los principios generales del derecho como fuente adquieren especial impotancia si se advierte su utilidad y relevancia tanto para la formulación de normas jurídicas como así también para su interpretación.

Cuando hablamos específicamente de los principios generales del derecho en el campo del derecho administrativo, se agregan dos importantes aspectos, que tenemos presentes sobre todo quienes trabajamos en la Administración Pública en cualquiera de sus niveles.

Por un lado, muchos de los principios ofician de verdaderas garantías que protegen a los particulares frente al Estado, y por ello, como sostiene reconocida doctrina, hay razones más específicas para asignarles un valor más relevante que en otras áreas del derecho. En otras palabras, al tener la propia Administración la capacidad de producir por sí misma normas jurídicas y de llevar adelante los procedimientos en la que ella misma es parte y sujeto de relaciones jurídico-administrativas, es lógico y sano que se destaquen diversos principios generales como límites frente a las potestades de la Administración.

Por otra parte, muchos de los principios generales del derecho administrativo ofician –o deberían oficiar– de pauta y guía para la gestión de gobierno, comprendiendo ello la definición de objetivos y valores propios de una gestión, la conducta de los funcionarios, la toma de decisiones en los casos que se presentan en forma diaria.

En la Procuración General intentamos tener estos principios generales siempre presentes y recurrir a ellos fundamentalmente para definir criterios, interpretar normas jurídicas y resolver conflictos o planteos que pueden darse en el marco de procedimientos administrativos.

En el derecho administrativo se destacan, por un lado, los principios esenciales relativos a la organización del Estado, al sistema de gobierno, a los límites en el ejercicio del poder público y al respeto de los derechos y garantías de los particulares, los que se encuentran en su mayoría receptados por la Constitución Nacional y los Tratados Internacionales con jerarquía constitucional. Podemos mencionar, entre otros: Principio del interés público o del Bien Común, Principio de separación de poderes, Principio de juridicidad, Principio Pro Homine, Tutela judicial y administrativa efectiva.

Por otra parte, existen muchos otros principios que rigen aspectos particulares del obrar de la Administración, como por ejemplo, aquellos propios de los procedimientos administrativos, o aquellos que caracterizan o rigen a las licitaciones públicas y a los procedimientos de compras y contrataciones en general. Destacamos algunos como: Principio de impulsión e instrucción de oficio; Principio de verdad material; Principio de celeridad, economía, sencillez y eficacia en los trámites; Principio de formalismo moderado; Debido proceso adjetivo; Principio de concurrencia; Principio de igualdad; Principio de publicidad y transparencia; entre otros.

Podemos sostener que los principios generales mencionados funcionan no solo como garantías de los particulares frente al Estado sino que también protegen el interés general de la sociedad en su conjunto, puesto que tienden a corregir situaciones de injusticia y a preservar el patrimonio del Estado.

Es por ello que estos principios generales deben ser tenidos presentes de forma constante como pauta y guía para la gestión de gobierno, para los funcionarios y los demás agentes de la Administración Pública.

Ellos constituyen una suerte de faro que ilumina la navegación y nos marcan muchas veces el rumbo cuando corremos el riesgo de perder el camino. En definitiva, nos ayudan a adoptar las mejores y más justas decisiones en punto al logro del Bien Común.