Jueves 23 de Julio de 2020

Abuelos de distintas colectividades grabaron cuentos en un podcast para mantener viva la llama de sus culturas

La plataforma registra las historias narradas por ellos mismos, en español y en su idioma original: ya están disponibles en hebreo, árabe, griego, búlgaro, creole, portugués, vasco, chino e italiano. Una brasileña y un venezolano cuentan cómo fue que participaron del proyecto.

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Ellos son abuelos de distintas colectivades que viven en Buenos Aires. Algunos hace mucho tiempo. Otros, poquito. Trajeron en sus valijas toda la cultura de sus países de origen y en esta nueva sociedad que forman quieren compartirla con otras personas, sean porteños o de cualquier parte del mundo.

Ese fue el espíritu que motorizó el proyecto Cuentos de nuestros abuelos y abuelas, historias relatadas por ellos mismos, en español y en su idioma original, para mantener vivos esos relatos en un podcast de La Ciudad. La extensión de la cuarentena preventiva por el coronavirus hace que cada vez sea más difícil encontrar nuevas actividades que permitan disfrutar en conjunto tanto a chicos como a grandes.

El registro ya tiene archivos en hebreo, árabe, griego, búlgaro, creole, portugués, vasco, chino e italiano, y sus correspondientes traducciones al español. Se pueden escuchar en el canal de la Ciudad en Spotify. Lo novedoso es el formato elegido, ya que estas historias se pueden escuchar en formato de podcast desde cualquier dispositivo con conexión a internet, son cuentos de diferentes autores narrados por abuelos y abuelas de distintas colectividades.


Entre los que ya participaron aparecen Sergina Boa Morte, de Brasil, y Jesús Chuito González, de Venezuela. Como son adultos mayores forman parte de uno de los grupos de riesgo y son vulnerables en caso de contagiarse con el virus Covid-19. Para preservarlos, el contacto con ellos se realizó a través de la plataforma Zoom

Sergina aterrizó en Buenos Aires el 2 de septiembre de 1971 y ya nunca se fue. Llegó como parte de una gira artística de folclore de su país que recorría toda Latinoamérica. Desde 1999 participa en distintos programas de colectividades de La Ciudad.

Lo de Jesús es más reciente. Acaba de cumplir cuatro meses en Argentina. Llegó y al poco tiempo se encontró en cuarentena con su mujer y sus sobrinas que ya estaban radicadas aquí. Es locutor y folklorista, especialmente de la música de la llanura oriental de Venezuela conocida como galerón.


"La gente de colectividades me contó cómo era el proyecto y me ofreció participar. A mí me encantó y acepté", recuerda Sergina. El caso de Jesús fue diferente: "Me contactó una hermana de una amiga que participa en la Asociación de Venezolanos en Argentina. Como yo tuve un programa de folklore venezolano en la radio durante 20 años, ella me recomendó. Me pareció muy bueno el proyecto de difundir relatos de otras latitudes y así fue que grabé ese cuento", dice.

Sergina eligió para el proyecto un cuento/canción del gran Vinicius de Moraes titulado La Casa. Jesús, un relato del escritor, ensayista, periodista, poeta y humorista venezolano Aquiles Nazoa, titulado Los nombres de los cochinos.

"En ese momento fue lo que se me ocurrió. De los miles de cuentos que hay en Brasil, de guaraná, de mandioca, de pastoreo, el que me inspiró espontáneamente fue La Casa, de Vinicius, un tema que cuando yo era chica la tocaba en la guitarra. Es realmente representativo de Brasil", cuenta la brasileña entre risas, y se pone a cantar la canción.


"Los nombres de los cochinos -explica Jesús- pertenece a El libro de los cochinos de Aquiles Nazoa. Ese cuento es un recuerdo de su infancia. De paseo por distintos lugares el niño le preguntaba a su padre cómo se llamaba un animal. El padre a veces le respondía "un cochino", otra vez "un cerdo", otra "un marrano" o "un puerco", o "un chancho". Y siempre se trataba del mismo animal. La pregunta siempre era la misma, y la respuesta diferente. Es un cuento muy tradicional de Venezuela. Algunos temas de Nazoa se convirtieron en canciones".

Así como ellos conocieron esos temas, a través de los cuentos de sus abuelos, ellos sienten la misma necesidad de transmitirlos a sus nietos y que "esa llama" -como le dice Jesús- no se apague. "Tengo dos nietos pequeños que están a punto de cuento. La mayor cumple 6 añitos el próximo 20 de agosto, Dios mediante, y el otro tiene 4 añitos. Viven en Caracas, en el centro del país, y yo soy del Oriente. Cómo deseo tenerlos cerca para echarles esos cuentos", sueña Jesús.

"Tengo dos nietos: uno tiene 20 años, estudia para ser productor musical, y el chiquito que tiene 6 años. El mayor se llama Sindaé. Y el chiquito, Luan. Por esas cosas de la genética, Sindaé es negro, o afro, como se dice ahora, y Luan es rubio con ojos claros", se rie a su turno Sergina y confiesa que esos relatos forman parte de las reuniones familiares en el departamento de Balvanera donde vive.


Los dos coinciden en la importancia de que estas historias se incorporen a la currícula escolar de los chicos. "Acá hay una gran colectividad africana. Y algún día va a haber una comunidad afroargentina. Celebro esta oportunidad porque por un lado es un punto a favor para que acepten a los extranjeros, y por otro, es importante preservar la inocencia de los niños. Ellos van absorbiendo todo lo que escuchan en sus casas", opina Sergina. Jesús enfatiza la necesidad de preservar una cadena: "Es importante para que este tipo de tradiciones no se mueran. La educación principal del niño viene desde el hogar y la familia. Y coincido en que este tipo de trabajos deberían ser incluidos en los sistemas educativos, para que esa llamita no se apague y perdure en el tiempo", observa Jesús.

También concuerdan en la necesidad de que el proyecto siga. "Por dos razones. Primero, para que haya una mayor consideración hacia los adultos mayores, los abuelos. Y también para que los niños se acostumbren y se adapten para que tengan un futuro mejor", opina Sergina. Jesús concluye: "Agradezco la invitación a este proyecto que nos ayuda a preservar la tradición en el tiempo. En pro del abuelo y en pro del niño, que en el futuro va a ser padre y va a ser abuelo. Algunos cuando crecen abandonan en la adolescencia siguiendo modas. Pero siempre alguno se queda, y ese va a ser el multiplicador para que se mantenga viva la llama de la cultura popular".