Las mesas de ping-pong, furor entre los oficinistas en la hora del almuerzo

Son casi las dos de la tarde de un miércoles soleado y muy caluroso en la Plaza Roma (Leandro N. Alem 505, San Nicolás) cuando Sergio Peluffo, de 42 años y empleado de una empresa de logística de transporte ubicada frente a la plaza, abre bien los ojos y espera el saque de su rival. Sabe que está match point abajo y que ahora aquella bola de fuego viene directo hacia él. Pero cuando Sergio prepara su devolución, el tiempo se detiene: una ráfaga de viento que es más bien un vientito frena en el aire a la bola de fuego y Sergio le pifia, le erra al tiro, pierde el partido y cae a la realidad: en cinco minutos deberá estar de nuevo en la oficina de su trabajo armando informes y pensando en esa bola de fuego que en realidad es una pelotita anaranjada que pesa 2,8 gramos y que mañana, como todos los mediodías, le dará revancha.

Están distribuidas a lo largo de 12 comunas

El 21 de noviembre de 2013, la Legislatura porteña aprobó (49 votos positivos entre el oficialismo y la oposición sobre 58) la ley que permite instalar mesas de ping-pong en plazas, plazoletas, patios y parques de la Ciudad.

Hoy ya hay 56 mesas distribuidas en 25 locaciones de 12 comunas (listado en detalle al final de la nota). Del total, 37 están ubicadas en espacios Clase A (los que concurre una gran cantidad de gente), 14 en Clase B y 3 en Clase C. A su vez, entre finales de febrero y mediados de abril se colocarán otras 6 (4 en el Parque Saavedra y 2 en la Plaza Irlanda).

Las mesas están construidas en hormigón armado alisado, con las medidas y marcas reglamentarias (2,74 metros de largo por 1,52 de ancho), y tienen una red de acero que permite resistir las inclemencias del tiempo y evitar el vandalismo. A su vez, son cuidadas y mantenidas por los guardaparques de cada plaza.

En la actualidad, las más utilizadas por los vecinos son las del Parque Las Heras, las del Parque Patricios y las de la Plaza Roma, donde se suelen armar torneos entre oficinistas en la hora del almuerzo.

La ley que permite instalar mesas de ping-pong en plazas y parques se aprobó en 2013

“Nosotros venimos todos los mediodías, de lunes a viernes a la una de la tarde. Nos sirve para despejarnos y salir de la rutina”, cuenta Sergio, y explica que su jornada laboral comienza a las 9 y finaliza a las 18, con una hora de descanso al mediodía. “Pero el descanso es mentira. Es puro actividad física, ja. A veces hasta jugamos con gente de los edificios vecinos que también vienen a divertirse un rato”, apunta.

El almuerzo de Sergio es con los 33° de sensación térmica pegándole en la frente, es con un sanguche acompañado de una botellita de agua, es en tres minutos de reloj, y no es sentado, es parado: la única mesa que existe para Sergio a la hora del almuerzo es la del ping-pong.

"Te divertís y te desconectás un rato, y luego volvés al trabajo como si recién entraras”, explica un vecino

Después de haber estado casi una década afectada por las obras de ampliación de la Línea E del subte y del Metrobus, el Gobierno porteño reinauguró en abril del año pasado la Plaza Roma, donde incorporó mobiliario urbano de diseño, luminarias, nuevas veredas, árboles, vegetación, un sistema de riego automatizado y 1700 metros cuadrados de superficie absorbente.

“Junto a la Comuna 1 recuperamos un espacio donde ha transcurrido la vida de más de cuatro generaciones de vecinos, y es un hito para celebrar y disfrutar”, remarca Facundo Carrillo, secretario de Atención y Gestión Ciudadana, responsable del área que coordinó las obras. Y agrega: “Hoy la plaza luce radiante y conserva su identidad como patrimonio vivo de la Ciudad”.

Entre los trabajos que se llevaron a cabo, también se agregaron las tres mesas de ping-pong que hoy son furor. “Ni bien las vi les saqué una foto e inmediatamente me propuse algo: subir a la oficina y convencer a mis compañeros de jugar”, relata Su Men, venezolana de 47 años que trabaja con Sergio en la empresa de logística de transporte, y aclara: “Fui tan convencida que ahora somos más de diez los que venimos, ¡incluso los jefes!”.

Su Men es la encargada de organizar los partidos y de proveer las paletas y las pelotitas. Cree que compartir el ping-pong durante la jornada laboral es saludable y beneficioso aun para la empresa: “Cuando vivía en Venezuela jugaba mucho. Se armaban varias competencias entre las diferentes entidades y era una motivación llevarle el premio a la tuya. Pienso que estos partidos no solo ayudan para despejarse un rato, sino también para fomentar la competitividad en el buen sentido”.

Su Men, que se ofrece a enseñarle ping-pong a quienes se acercan a jugar a la plaza, ahora se propone otra cosa: traer a la Argentina la idea de organizar torneos entre empresas.

La Plaza Roma, reinaugurada en 2019, tiene tres mesas de ping-pong que hoy son muy utilizadas

A Sergio no le queda más que resignarse. Este mediodía el viento le jugó en contra, y el campeón de turno es su compañero José Luis Martínez, de 28 años.

José Luis celebra el triunfo, le da la mano a su rival y declara: “El ping-pong lo tomamos como un espacio de distracción. Es como que te desconectás y volvés al trabajo como si recién entraras, como si fueran las 9 de la mañana”.

José Luis recuerda que comenzaron a jugar en la Plaza Roma hace cuatro meses, confiesa que nunca antes había agarrado una paleta de ping-pong, y completa con una sonrisa en la cara: “Ahora no la puedo soltar”.

Cinco minutos después, cuando Sergio, Su Men y José Luis ya estén de nuevo en su oficina, bajarán a la Plaza Roma otros empleados de otro edificio que preguntarán si el primer punto es por el saque, y comenzarán a jugar.