Visitas al museo
De martes a domingos de 11.15 a 18 hs.
El Museo ofrece la posibilidad de recorrer la Casa Museo de Benito Quinquela Martín, donde se encuentran objetos personales y gran cantidad de obras de su autoría, expuestas donde fue la vivienda del artista. La exposición de Arte Argentino donde se pueden observar gran cantidad de obras de diferentes artistas argentinos que forman parte del acervo del patrimonio, junto con la colección de mascarones de proa que se exponen en la sala Américo Bonetti.
Visitas guiadas sábados y domingos:
A Casa Museo: 16.30 hs.
Al Barrio que transformó Quinquela: Un museo a cielo abierto: 15 hs.
El Museo presenta este recorrido a través de un sector del barrio de La Boca profundamente ligado a su historia y tradiciones.
Los espacios que se visitan constituyen íconos inseparables de los procesos a través de los cuales esta zona de Buenos Aires dibujó y sigue construyendo su identidad, conformando así un valioso conjunto patrimonial que es parte de la misma herencia cultural en la que arraigan las convicciones de Quinquela y los orígenes de este Museo.
De esta forma, se intenta facilitar el conocimiento y apropiación del paisaje cultural por parte de la comunidad, transformado por una sabia urdimbre que entreteje arte y vida cotidiana, sintetiza y sintetiza singularmente nuestra identidad.
“…La Boca es un invento mío”, declaró Quinquela Martín en 1968, en una nota periodística. Y, en efecto, el artista era consciente de haber sabido interpretar su época, ubicándose en el exacto cruce entre tradición e innovación, e “inventando” a La Boca a partir de símbolos, costumbres y tradiciones que ya formaban parte de los más profundo de la memoria colectiva del barrio.
Si en sus inicios como pintor las obras de Quinquela Martín se parecían a La Boca, iba a llegar el momento en que el barrio se parecería a su artista.
Esta visita guiada propone detenernos en los espacios cotidianos de Quinquela, y en sus “intervenciones” en el paisaje de La Boca, cuando a semejanza de una puesta en abismo de espejos enfrentados, paulatinamente un arrabal de Buenos Aires y “su” pintor comenzaron a formar un todo indiscernible.