Intimidad Nómade

Intimidad Nómade invita a las artistas Marie Ajras y Sofía Mele a realizar instalaciones murales que dialogan entre su accionar artístico en el ámbito del muralismo urbano y las posibilidades de exploración creativa que nacen en la intimidad experimental del taller.

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¿Qué procesos creativos transitan las artistas cuando no están pintando murales?
La complejidad del soporte y de su emplazamiento, los efectos de las escalas, la inmediatez propia de lo urbano y la responsabilidad que demanda una imagen pública de grandes dimensiones, son especificidades propias de estas producciones. La
exhibición explora los diversos lenguajes y construcciones poéticas que las artistas desarrollan entre las obras urbanas y las investigaciones que se develan en el universo íntimo de sus estudios.

Marie Ajras y Sofía Mele participan activamente en la difusión de las prácticas del muralismo desde una perspectiva de género y a partir de la concientización del acceso de las mujeres al trabajo en el ámbito del arte público en la Ciudad de Buenos Aires.

El público presenciará dos obras murales inéditas que fueron proyectadas y realizadas para la sala del museo, junto a una selección de otras producciones de las artistas, en diversos formatos y materialidades. La exposición es acompañada por registro audiovisual e intervenciones en las vidrieras. Asimismo, se trabajará en una serie de actividades especiales para la fecha de LNM y la celebración del 8M 2024.

¡Conocé más sobre las artistas!

Las artistas argentinas Marie Ajras y Sofía Mele son reconocidas por su amplia trayectoria en el circuito muralista internacional. 

En esta oportunidad, Buenos Aires Museo las convoca a realizar un proyecto expositivo de sitio específico donde presentan aquellos otros lenguajes que investigan en el espacio íntimo del taller. 

Las presentes entrevistas fueron realizadas en el tiempo de realización de la exhibición Intimidad Nómade y expresan reflexiones, inquietudes y preguntas que fueron surgiendo en el armado del proyecto.

Entrevistas a Marie Ajras y Sofía Mele por Paula Carrella

-Paula Carrella: Marie,¿Cuáles consideras que son los activadores principales de tu trabajo artístico?

-Marie Ajras: De dónde vienen las imágenes. En general, y especialmente en el trabajo que estoy haciendo para esta exposición, hay una suerte de exploración más íntima de un contenido visual que  no necesariamente es el que aparece cuando pinto los murales. Desde hace un tiempo vengo con una sensación de imágenes que  se  superponen y se presentan en la cabeza. Nos vamos encontrando mutuamente e intento que el criterio de selección sea lo más espontáneo posible. Responde a la  necesidad de poder producir un relato visual  que inicialmente no sé cuál será y creo que viene de un lugar màs indecible para mi, màs inconsciente tal vez. Entonces, la selección de imágenes es bien espontánea y caprichosa, fortuita y después  al final todo tenía un sentido y estaba siendo comandado por una intuición que necesitaba expresar ciertos sentimientos e ideas.

El siguiente texto fue escrito por  la artista Marie Ajras en ocasión de la exposición Intimidad Nómade.

Cuando era chica

Pensaba que en los cuadros vivían las personas que ahí estaban pintadas. Me imaginaba que al apagarse la luz, comenzaban a moverse porque habían quedado eternamente guardadas en los marcos, buscando la salida. O peor aún, en un incansable loop de moverse en la misma acción para siempre. 

Sin saber bien por qué, veía en las imágenes movimiento.

En la casa en la que crecí, había una pared llena de cuadros: paisajes de la ciudad con tranvías, floreros con flores y una cara con muchas caras que sostenía una bola de cristal donde se reflejaba otra cara. Era todo verde. Una cara arrugada y de nariz pronunciada. Un mago verduzco que miraba fijo al espectador. En este caso, la espectadora era yo con 3 o 4 años. Al pensar en esto, mi cuerpo recupera inmediatamente la sensación de estar frente al cuadro. Esa interpelación y el disparo de una imaginación que me hacía inventar relatos: a quién pertenecía esa cara y porque me miraba así?. Existe de esto una foto como prueba física de que aquella escena de la contemplación había existido. Llegaba tal vez a unos 70 cm del suelo. Tenía puesto un sweater azul con lunares de colores tejido por una tía y un cinturón que convertía al sweater en un vestido, unas cancan rojas y unos binoculares en la mano. Parece que para poder ver bien, miraba los cuadros con binoculares de cerca. Había una necesidad de ir a la parte, al detalle, a la pintura como imagen pura de color y mancha. También había un chupete en la foto que yo sostenía en mi boca. Una nena con chupete y binoculares mirando un cuadro verde lleno de caras a una distancia de no menos de 5 centímetros. A veces me pregunto si es éste mi primer recuerdo de sentirme afectada por la pintura, pero luego me pongo a pensar que gran parte de este recuerdo es una reconstrucción ficcionada de alguna vivencia que ya ni sé cuál es. Lo que sí había entendido en ese momento era que me iba a comprometer con la belleza de las cosas.

¿De dónde vienen las imágenes?

La tele o la potencia premonitoria del arte.

En la misma línea de recuerdos de la infancia, cuando cerraba los ojos veía destellos de luz y color. Me pregunto si es que las imágenes se hospedan en el ojo, ahí quedan pregnadas y se presentan a veces indiscriminadamente, una tras otra. Como si existiera un acervo de información visual que sobrevive en muchos planos y nos afectan, indiscutiblemente . Yo no sé si esas imágenes que pinto vienen del pasado, de algún recuerdo de una vida que nunca viví… Ahora creo con más convicción, que vienen del futuro. Intuiciones rotundas de algo que aún no se vivió. 

La inspiración es una fuerza bien caprichosa. Se presenta cuando quiere y apabulla. Es ineludible e impredecible. Con el tiempo, una va desarrollando estrategias para mantenerla vigente antes de que se esfume su efervescencia y todavía no se haya llegado a pintarla, a dibujarla, a escribirla o cantarla. Algunas estrategias para mantener el embriague que ello trae y el caudal de creación que viene después- prácticas para romantizar lo cotidiano y la casualidad. Lo cierto es que cuando llega, el mundo sucede en muchos planos y se abren compuertas sensibles. Se capta algo de lo indecible y de lo sagrado.

Intimidad Nómade

La intimidad es el acto más revolucionario que se pueda practicar. La intimidad como acto de resistencia contra la embestida del poder y las capturas. Resistir intimando. Intimar con la multitud que nos habita, y con las multitud que habita en les otras. En el registro de lo sensible, el gesto tierno de unos ojos que se miran fijo, que soportan ese espacio íntimo donde se desnuda la humanidad más llana y más torpe. Sostener la intimidad y sostener al otre. Ofrendarse como reparo y refugio contra lo doloroso del mundo. Devolvernos en ese acto de alojar, la corriente tierna y sincera de que el otro no es más que un ser humano fallado y digno. Bancarnos esa otredad, porque detrás se esconde la propia. Soportar el extrañamiento de no ser y ser al mismo tiempo. Alojarnos tiernamente, no olvidarnos que el otro es merecedor de contención y respeto,  sujeto de derechos. Nunca es un elemento por el cual me defino por oposición. La intimidad es una trinchera contra los pseudópodos del poder que nos obligan a pensarnos siempre como aquello que el otro no es, eso soy yo. Buscar lo diferencial por no soportar lo diverso en mi. Las prácticas íntimas colectivas, generacionales, que devuelvan la construcción de un plano de consistencia donde pueda crecer algo más cerca del amor y más lejos de la intolerancia y la individuación. Soltar la máscara del amor como falta y transacción. Amar es componer. Armar composiciones que mutan y se transforman. Un devenir íntimo como proceso de emancipación. Hay que sostener un poco más el tiempo de la intimidad y ver qué pasa.

Nómade

Nómade como un modo de estar en el mundo. Un accionar que suscite al azar. Moverse hasta que nos encuentre un lugar. Ritmos, flujos y melodías que nos ayuden a nunca quedar congelados en lo fijo. Aún en la quietud de un cuadro hay movimiento.

Abrir la dimensión sensible y recuperar del mundo sus dimensiones. Allí donde reside lo indecible, lo sagrado: un haz de luz que se rompe en una hoja amarilla y cae el otoño inolvidable, el gesto de alguien que al reír se tapa la boca, los dedos de un bebe que está descubriendo sus manos, el aroma del primer jazmín en septiembre, la caída libre de un cuello hasta un hombro, el perfume de una piel que se extraña, el sabor de una comida amada, los labios de une amante, el primer suspiro de la mañana.

Un manifiesto sensible.

Pintar para recordar y para adivinar.

Intimar para devolvernos lo humano, lo indecible, lo sagrado.

Una plegaria para que la inspiración no se agote nunca.

El Nomadismo como una alianza con el mundo.

Pintura para atestiguar y conjurar nuevos mundos.

El gesto creativo para sobrevivir, atravesando al tiempo como capas simultáneas, donde todo sucede a la vez.

Y luego, una vez comprendido que el otro es uno y miles, que la intimidad es aterradora y necesaria para emanciparnos, que el gesto creativo es una estrategia para burlar al poder y al tiempo; nos podemos sentar en silencio a escuchar, a captar el pulso de las cosas. Una pausa para tomar carrera y volver a movernos, hasta que nos encuentre otro  lugar. Y así, incesantemente hasta que se acabe el sueño.