Con una serie de nombres comunes muy originales: barba de chivo, mal de ojo, lagaña de perro, disciplina de monja, espiga de amor, chorno, este arbusto posee una amplia distribución en el país, desde Jujuy hasta Patagonia, especialmente en bosques xerófilos y ambientes serranos del centro del país. También habita Chile y Uruguay.
De la familia de las leguminosas, posee follaje liviano, de hojas compuestas por folíolos pequeños, color verde azulado, caedizo en invierno. Es tóxica para moscas y otros insectos que liban en sus glándulas, ya que produce un fermento proteolítico. La floración es espectacular, en primavera avanzada, con flores en racimos terminales de pétalos amarillos con estambres y estilos que sobresalen de la corola, muy llamativos. Atrae colibríes. El fruto es una vaina dehiscente, lineal, pubescente, que aloja hasta 8 semillas.
Bien adaptada a suelos pobres, arenosos o pedregosos, requiere pleno sol y suelos bien drenados; resiste heladas y sequía. De uso ornamental, puede usarse como punto focal, y también como parte de barreras y setos. No se recomienda colocar cerca de ventanas ya que desprende un olor desagradable. Sus ramas floríferas a veces se utilizan dentro de las viviendas para ahuyentar insectos. Con las flores se tiñe de color amarillo.
Por su rusticidad, es ideal para jardines de bajo mantenimiento y planteos xerófilos. No debe ubicarse asociada a especies que necesitan de buena provisión de agua. Suele sufrir procesos de envejecimiento por lo que se recomienda podar frecuentemente para mantener el follaje joven; rebrota luego de cortada o dañada. Se propaga fácilmente por semillas, que hay que escarificar y luego remojar durante un día antes de sembrarlas.
Los animales rehúsan comer de esta planta: sus tallos y hojas contienen tres alcaloides, la lagañina, muscarina y amanitina, además de saponinas y ácido lagañamínico. Las semillas inmaduras son irritantes muy severas del tracto digestivo.
En el jardín puede apreciarse próxima a la entrada por Plaza Italia.