Jueves 26 de Diciembre de 2013

El Papa alentó a los católicos a “no tener miedo”

En su homilía de Navidad dijo, entre otras cosas, que "somos un pueblo en camino y a nuestro alrededor, y también dentro de nosotros, hay tinieblas y luces". Y agregó: "Si amamos a Dios y a los hermanos, caminamos en la luz, pero si nuestro corazón se cierra, si prevalecen el orgullo, la mentira, la búsqueda del propio interés, entonces las tinieblas nos rodean por dentro y por fuera".

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El Papa Francisco presidió este martes en la basílica de San Pedro la primera misa de Nochebuena desde el inicio de su pontificado, en la que recordó que "Jesús vino a liberarnos de las tinieblas y darnos la luz" y alentó a los católicos a “no tener miedo” porque Cristo guía a su pueblo en medio de la oscuridad.

"Somos un pueblo en camino y a nuestro alrededor, y también dentro de nosotros, hay tinieblas y luces", dijo durante la homilía en la basílica de San Pedro.

El Papa sostuvo que este camino "se alternan momentos de luz y de tiniebla, de fidelidad y de infidelidad, de obediencia y de rebelión, momentos de pueblo peregrino y de pueblo errante" y agregó que "también en nuestra historia personal se alternan momentos luminosos y oscuros, luces y sombras".

Francisco advirtió que "si amamos a Dios y a los hermanos, caminamos en la luz, pero si nuestro corazón se cierra, si prevalecen el orgullo, la mentira, la búsqueda del propio interés, entonces las tinieblas nos rodean por dentro y por fuera".

"Quien aborrece a su hermano está en las tinieblas, camina en las tinieblas, no sabe adónde va, porque las tinieblas han cegado sus ojos", agregó.

Los marginados

Tras señalar que los pastores "fueron los primeros que recibieron el anuncio del nacimiento de Jesús", precisó que "fueron los primeros porque eran de los últimos, los marginados".

El Papa ingresó a la basílica de San Pedro con la imagen del Niño Dios, que al finalizar la liturgia acercó hasta el pesebre del templo vaticano.

La primera lectura fue en inglés y la segunda se hizo en español y estuvo a cargo de la argentina Lía Servino, virgen consagrada que colabora en el Vaticano, mientras el Evangelio se leyó en latín.

En tanto, las intenciones de los fieles fueron en arameo, francés, chino, italiano y polaco.

La eucaristía fue concelebrada por 30 cardenales, 40 obispos y más de 250 sacerdotes.