Martes 05 de Noviembre de 2013

El Papa recordó a Cardenales y Obispos

Fue en la primera misa de noviembre, marcada por la oración por los fieles difuntos, a quienes Francisco encomendó “a la misericordia del Señor, por intercesión de la Virgen y de San José, para que los reciba en su reino de luz y de paz.”

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En el Altar de la Cátedra de la Basílica papal de San Pedro, el Papa presidió – como es tradicional al comienzo del mes de noviembre, marcado por el recuerdo y la oración por los fieles difuntos - la Santa Misa en sufragio por los Cardenales y Obispos que murieron este año. Nueve purpurados y 136 Arzobispos y Obispos de la Iglesia que peregrina en el mundo, a los que Francisco encomendó a la misericordia del Señor, por intercesión de la Virgen y de San José, para que los reciba en su reino de luz y de paz, donde viven eternamente los justos y los que han sido fieles testigos del Evangelio.

Recordando a Cardenales y Obispos difuntos, “hombres dedicados a su vocación y a su servicio a la Iglesia”, que amaron como a una esposa, el Papa Francisco los encomendó a la misericordia divina para sean recibidos donde viven eternamente los justos y los que han sido fieles testigos del Evangelio, alentando a rezar para que el Señor nos prepare a todos a este encuentro.

El video

"Todo está en manos de dios"

La voz del Papa

  • “Porque tengo la certeza de que ni la muerte ni la vida, ni los ángeles ni los principados, ni lo presente ni lo futuro, ni los poderes espirituales, ni lo alto ni lo profundo, ni ninguna otra criatura podrá separarnos jamás del amor de Dios, manifestado en Cristo Jesús, nuestro Señor”

  • “Incluso los poderes demoníacos hostiles al hombre, dejan impotentes frente a la íntima unión de amor entre Jesús y los que lo acogen con fe. Esta realidad del amor fiel que Dios tiene para cada uno de nosotros nos ayuda a afrontar con serenidad y fortaleza el camino de todos los días, que a veces es también lento y cansador.”

  • “Sólo el pecado del hombre puede interrumpir este vínculo, pero incluso en este caso, Dios siempre buscará al hombre para restaurar con él una unión que perdura también después de la muerte. Aún más, una unión que en el encuentro definitivo con el Padre llega a su culmen.”

  • “Esta certeza le da a la vida terrena un nuevo y pleno significado y nos abre a la esperanza para la vida más allá de la muerte».

  • “Ante la muerte de un ser querido o que conocimos bien, nos preguntamos: ‘¿qué será de su vida, de su trabajo, de su servicio a la Iglesia?’ ¡Están en las manos de Dios!”

  • “Estos pastores celosos que han dedicado su vidas al servicio de Dios y de los hermanos, están en las manos de Dios. Todo de ellos está custodiado y no quedará corroído por la muerte. Están en las manos de Dios sus días entretejidos de gozos y sufrimientos, de esperanzas y de fatigas, de fidelidad al Evangelio y de pasión por la salvación espiritual y material del rebaño que se les confió”.

  • ”También nosotros estamos en las manos misericordiosas de Dios, manos llagadas de amor, como las de Jesús, nuestra fortaleza y esperanza.”

  • ”También nuestros pecados, están en las manos de Dios, manos que misericordiosas, manos ‘llagadas’ por el amor. No es una casualidad que Jesús haya querido conservar las llagas en sus manos para hacernos sentir su misericordia. ¡Y esta es nuestra fuerza y nuestra esperanza! Esta realidad, llena de esperanza, es la perspectiva de la resurrección final de la vida eterna, a la que están destinados "los justos", aquellos que acogen la Palabra de Dios y son dóciles a Su Espíritu.”