Miércoles 27 de Noviembre de 2013

"El que practica la misericordia no teme la muerte”

El Papa dijo: "Quizá lo más importante que podemos aprender en la vida es a morir bien, cristianamente.” Y planteó ante sus fieles: "Hay un instinto poderoso dentro de nosotros, que nos dice que nuestra vida no acaba con la muerte.”

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“La muerte nos atañe a todos y nos interroga de forma profunda, porque antes o después nos alcanzará. Por eso, quizá lo más importante que podemos aprender en la vida es a morir bien, cristianamente.” Textual del Papa, quien explicó: “Si abrimos la puerta de nuestra vida y de nuestro corazón a los hermanos más pequeños y necesitados, entonces nuestra muerte será una puerta que nos llevará al Cielo. El que practica la misericordia no teme la muerte.”

Video de las palabras del Papa

Foto: Momento de la recorrida papal (News.va Español).

Momentos de la catequesis de Francisco:

  • “Queridos hermanos y hermanas: Buenos días y felicitaciones porque son valientes, con este frío en la plaza. ¡Muchas felicitaciones! Deseo concluir las catequesis sobre el “Credo”, desarrolladas durante el Año de la Fe, que se clausuró el domingo pasado. En esta catequesis y en la próxima, quisiera considerar el tema de la resurrección de la carne, enfocando dos aspectos, así como los presenta el Catecismo de la Iglesia Católica. Es decir, nuestro morir y nuestra resurrección en Jesucristo. Hoy me detengo en el primer aspecto, morir en Cristo.”

  • “Entre nosotros comúnmente, hay una forma equivocada de mirar la muerte. La muerte nos atañe a todos y nos interroga de forma profunda, en especial cuando nos toca de cerca, o cuando golpea a los pequeños, los indefensos de una manera que nos resulta «escandalosa». A mí siempre me impactó la pregunta: ¿por qué sufren los niños? ¿Por qué mueren los niños? Si se entiende como el fin de todo, la muerte asusta, aterroriza, se transforma en amenaza que despedaza todo sueño, toda perspectiva, toda relación e interrumpe todo camino. Ello sucede cuando consideramos nuestra vida como un tiempo encerrado entre dos polos: el nacimiento y la muerte; cuando no creemos en un horizonte que va más allá de la vida presente; cuando se vive como si Dios no existiera.”

  • “Esta concepción de la muerte es típica del pensamiento ateo, que interpreta la existencia como un encontrarse de casualidad en el mundo y un caminar hacia la nada. Pero también hay un ateísmo práctico, que es un vivir sólo para sus propios intereses, un vivir sólo para las cosas terrenas. Si nos dejamos llevar por esta visión equivocada de la muerte, no tenemos otra opción que la de ocultar la muerte, negarla o banalizarla, para que no nos asuste.”

  • “Pero contra esta falsa solución, se rebela el ‘corazón’ del hombre, el anhelo que todos tenemos de infinito, la nostalgia que todos tenemos de lo eterno. Y, entonces, ¿cuál es el sentido cristiano de la muerte? Si miramos los momentos más dolorosos de nuestra vida, cuando perdimos a un ser querido – nuestros padres, un hermano, una hermana, un esposo, un hijo un amigo – percibimos que, aun ante el drama de la pérdida, aun lacerados por la separación, se eleva del corazón la convicción de que no puede haber acabado todo, que el bien dado y recibido no ha sido inútil. Hay un instinto poderoso dentro de nosotros, que nos dice que nuestra vida no acaba con la muerte.”

  • “Una persona tiende a morir como ha vivido. Si mi vida fue camino con el Señor, un camino de confianza en su inmensa misericordia, voy a estar preparado para aceptar el último momento de mi existencia terrena, como confiado abandono definitivo en sus manos acogedoras, en espera de contemplar cara a cara su rostro. Y esto es lo más bello que puede sucedernos. Contemplar cara a cara aquel rostro maravilloso del Señor, verlo como Él es: hermoso, lleno de luz, lleno de amor, lleno de ternura. Nosotros vamos hacia esa meta: encontrar al Señor.”