Viernes 23 de Agosto de 2013

Gloria y Eduardo Arquimbau, pareja emblemática de nuestro tango

Bailaron junto a las grandes orquestas de Pugliese, Troilo, Canaro, D’Arienzo, Mores y De Angelis. En 1961 emprendieron uno de los primeros viajes a Japón. Son Ciudadanos Distinguidos de nuestra Ciudad. Jurados históricos, abrieron esta nueva edición del Festival.

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Llevan mas de medio siglo juntos arriba y debajo del escenario. Bailaron junto a las orquestas de Pugliese, Troilo, Canaro, D’Arienzo, Mores y De Angelis, entre otras. Participaron en un sinfín de programas de TV dirigidos por David Stivel, quien los inició en la actuación. En 1961 integraron uno de los primeros viajes a Japón que abrió las puertas para que el tango trascienda en el exterior. Fueron integrantes de la legendaria revista musical Tango Argentino, crearon sus espectáculos que fueron presentados en el mundo. Fueron coreógrafos y cabezas de cartel del elenco de Forever Tango. En 2006 fueron nombrados Ciudadanos Distinguidos de la Ciudad de Buenos Aires por su larga y exitosa carrera y su contribución a la danza argentina. Todos los años participan como jurado del Mundial de Tango y este año abrieron el Festival de Tango.

"El desarrollo del Festival de Tango de Buenos Aires es importante para el mundo del tango, la cultura y la Ciudad, todo lo que se haga en nombre de él es bienvenido, no debemos dejar de hacer estos festivales con amor y corazón”, sostiene Eduardo cuando es consultado acerca del evento. “Las parejas que compiten están cada vez más preparadas y vienen de todas partes del mundo, eso lo hace aun más interesante”, continúa.

Un mano a mano con Gloria y Eduardo

El barrio es tranquilo y arbolado, el canto de los pájaros se hacen sentir. Mientras tanto, Eduardo, con una cordial y amplia sonrisa nos invita a pasar a su casa en el barrio de Boedo. En la cocina nos espera su mujer, Gloria, con mates, algunos bizcochos y facturas. En medio de la cotidianidad del hogar nos recibe esta legendaria pareja.

Todo comenzó en unos de los barrios más tradicionales de Buenos Aires, Parque Patricios- nos cuenta Eduardo – y así empezamos esta interesante charla con estos amables y talentosos artistas y bailarines. Fue casi una casualidad, yo tenia un amigo que quería aprender a bailar y un vecino del barrio se ofreció a enseñarle y me llamaron a mí para que pasara música mientras ellos bailaban, yo era chico, tenía 12 años y el que nos enseñaba era un pibe un poco más grande. Era durante los carnavales, todos los que recién empezaban a bailar aprovechaban ese clima festivo en donde todo estaba permitido para iniciarse. Sino, durante el año, había que saber mucho para bailar en las pistas. La cosa fue que este muchacho era muy malo, no aprendía mas (risas) y el profesor se canso y empezó a enseñarme a mi. Yo algo sabía de tanto mirar en las clases y entonces aprendí rápido, - concluye Eduardo.

¿Y usted Gloria, dónde aprendió a bailar?

Yo vengo de una familia de bailarines, mi papá bailaba tango y yo bailaba con el en las fiestas familiares, pero además yo siempre bailé, desde los 5 años tomaba clases de clásico, danzas españolas, zapatero americano. Se aprendía en escuelas, pero se bailaba mucho en los clubes. Había muchos en la zona, Unidos de Pompeya, Alcorta Juniors, Club Piraña, el Primaveral y muchos más. Se hacía mucho deporte y se bailaba mucho en la Buenos Aires de aquel entonces.

¿Cómo comenzaron a bailar juntos?

Eduardo - Éramos vecinos en el barrio y una vez un maestro nos juntó, pero no para bailar tango, era para bailar español y zapateo americano. Yo, además, bailaba jazz y swing. Éramos muy chicos, Gloria tenía 8 años y yo 18.

¿Cómo nació la pasíón por el tango?

Eduardo - Yo salía mucho a bailar a las prácticas, que en esa época eran entre muchachos y muchos amigos y vecinos me veían y les gustaba. Entonces nos anotamos en un concurso, con chicas del barrio, y lo ganamos. Ahí fue donde conocí al que organizaba ese concurso que era un bailarín muy conocido, era el primer bailarín de la orquesta de Anibal Troilo, le decían Pin. La pareja era Pin y Zarita. Este hombre me invitó a armar un espectáculo porque yo sabía algo de coreografía. Armamos el ballet y como Gloria tenía 13 años yo fui a hablar con el padre de ella para que la deje participar. Bailábamos folklore, español y otros bailes.

Gloria – En ese grupo nos vio un profesor y nos juntó para bailar tango. Por aquellos años, las chicas que bailaban tango eran mal vistas, pero mi papá me dejó bailar igual porque él también bailaba y porque conocía a Eduardo del barrio. De todas formas, siempre que bailábamos, en clubes, fiestas o salones, nos acompañaba mi mamá.

¿Cómo se iniciaron profesionalmente?

Gloria – El maestro que nos juntó, se llamaba Crespo, nos propuso bailar en lo que se llamaban Números vivos. Por aquellos años, para fomentar la música nacional, era usual que en el cine, entre película y película, se diera un espectáculo de música en vivo, era muy común eso. Orquestas, grupos de música, solistas, etc. Y con una de esas orquestas nosotros bailábamos.

¿Cómo pasaron del número vivo a bailar por el mundo?

Eduardo – Nosotros bailábamos mucho y a la gente le gustaba y se corría el rumor de que había una pareja que bailaba muy bien. Una noche de tormenta nos vino a ver Francisco Canaro. Cuando terminó el espectáculo el acomodador nos dice, está Canaro y quiere hablar con ustedes. Yo salí a verlo, me saludó y me dijo que nos quería tener en su espectáculo de revista y que si nos interesaba que lo llamemos a su representante y arreglemos todo con él.

Gloria – Para nosotros fue increíble, aunque en esa época ni lo pensábamos. Yo tenía 14 años y Eduardo 24, yo ni sabía quien era Canaro, (risas). Cuando arreglamos el contrato ni siquiera sabíamos cuanto teníamos que ganar. Entonces Eduardo preguntó y una persona, que se ve que no quería que nosotros entremos a trabajar en la orquesta, le dijo una cifra de dinero irreal, para que no nos llamen. Eduardo, que ni sabía, fue y le pidió al representante de Canaro esa cifra y el hombre le dijo que si igual, era de no creer.

Eduardo – Después de ahí viajamos a Japón con Canaro en un viaje organizado por la chancillería y el presidente Frondizi para promocionar la cultura argentina en el mundo, desde ese entonces no paramos de bailar en distintos lugares del mundo y con todas las orquestas de tango.

¿Por qué cree que tanta gente, atraída por el tango, viene a Buenos Aires?

Eduardo - Creo que en parte fue por estos viajes que se hicieron en aquellos años y por lo que fue el espectáculo Tango Argentino que ahora está por cumplir 30 años. Fue un espectáculo que recorrió el mundo mostrando cómo se baila en Buenos Aires. Cuando nosotros lo hicimos nadie quería aprender a bailar, no se conocía el baile. En el mundo eran conocidos Gardel y Piazzola, pero no el baile de tango y a partir de ese espectáculo la gente empezó a demostrar interés por el tango. Aparte, había una cuestión de identificación, muchos bailarines eran grandes, algunos con kilos de más, y mucha gente pensaba, si este baila, yo también puedo.

Junto al baile, esta pareja se dio el gusto de actuar en los espectáculos más famosos de la época. Ellos se definen como actores que bailan. Hoy son una de las parejas más representativas de nuestro tango y difunden e integran nuestro Festival por excelencia.