Viernes 01 de Marzo de 2013

Historias de mi Comuna: Belgrano

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Historia enviada por Victoria Morales Gorleri, Legisladora de la Ciudad de Buenos Aires

Entre las cosas más lindas de haber crecido en Belgrano se encuentra el verde constante. Plazas y árboles donde quiera que miremos. Las cuadras celestes por los jacarandás de Zabala o el cielo amarillento. El olor de las hojas húmedas que trae el agua de lluvia. Paisajes y aromas que hacen inconfundible a la comuna entera.

Resulta imposible que el arte y la cultura no afloren en un lugar que invita. Y en la plaza más representativa del barrio, se asoma sobre el inicio de las barrancas, la glorieta. Todas las noches la plaza se ilumina de música y decenas de parejas que bailan tango. De chica miraba esa construcción, que me parecía gigante, e imaginaba toda clase de historias y aventuras. Es la misma glorieta donde Oesterheld imaginó que se establecían los “manos” en el Eternauta. Es que la forma circular, las columnas y el hecho que se puede observar desde toda la plaza le brinda un misterio que se prestaría para cualquier relato.

Cuando fui creciendo deje de ver la glorieta como un castillo o un lugar encantado para las historias. Empecé a vivirla como lo que realmente era: un espacio. Un refugio para la cultura. Me gustaba ir con mis amigas a escuchar, a ver. A veces nos juntábamos a tomar mate a la tarde y aprovechábamos para ver el espectáculo que nos ofrecía la plaza. Nunca nos habíamos animado a bailar hasta que una noche nos "obligaron" a tomar coraje. Un hombre grande que bailaba con su esposa se nos acercó. Sin preguntar nos agarró de la mano y nos llevó al centro del baile. Durante unos minutos intentamos bailar, pero fracasamos y nos reímos. Esa noche rompimos con la armonía del lugar con pasos torpes y risas inseguras. Cuando nos ganó la vergüenza salimos de la pista de baile y procuramos desaparecer rápido de la escena.

Cada vez que paso de noche por barrancas veo la glorieta. Pienso que el hombre aún está ahí. Que repite la rutina de aquella noche, con gente diferente, todas las demás. Pienso que las parejas que bailan estarán para siempre haciéndolo, y que también estuvieron desde siempre. El espectáculo es tan característico que es imposible desligarlo del barrio. El tango, las parejas y el baile son Belgrano. Es inconcebible que no estén. O tal vez será que Belgrano y hasta Buenos Aires misma son apenas una parte de algún tango de la glorieta.

Si querés compartir alguna historia de tu Comuna o contarnos qué historia te gustaría saber, escribinos a comunas@buenosaires.gob.ar.